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Qatar reconoce la muerte de al menos 400 trabajadores migrantes en la preparación del Mundial

El comité organizador había insistido durante meses en que la cifra de fallecidos ascendía a 40 personas

Natalia Junquera

El secretario general del llamado Comité Supremo de la Organización y el Legado de Qatar 2022, es decir, el organismo organizador del torneo, Hassan Al Thawadi, ha reconocido este martes que la muerte de “entre 400 y 500 trabajadores migrantes” en obras relacionadas con la preparación del torneo, concedido al emirato en diciembre de 2010. “La estimación es de entre 400 y 500 [fallecidos]. No sé la cifra exacta, que se está discutiendo ahora, pero una muerte es una muerte, una ya es demasiado. Es claro y simple”, ha declarado durante una entrevista al canal británico Talk tv.

La institución que preside Al Thawadi difundió luego otro confuso comunicado en el que aseguraba que las muertes relacionadas con proyectos supervisados por ellos -los organizadores del torneo-, eran tres vinculadas directamente con las obras y otras 37- es decir, 40-, no vinculadas directamente con la construcción de siete estadios, la remodelación de otro ya existente, además de 17 instalaciones bajo su supervisión. El comunicado añadía que entre 2014 y 2020 habían muerto un total de 414 personas, de distintos sectores y nacionalidades, trabajando por todo Qatar.

Sin embargo, al ser preguntado por cuántos trabajadores han muerto en la construcción de cualquier tipo de infraestructura relacionada de alguna manera con la condición de anditrión del Mundial, Al Thawadi había afirmado que la cifra estaba entre 400 y 500 y que los estándares de seguridad “están mejorando”. En realidad, la línea que separa las construcciones relacionadas y no relacionadas con el Mundial es muy fina, por no decir inexistente, ya que Qatar es un pequeño emirato —tiene el tamaño de la región de Murcia— donde viven 2,7 millones de personas y que se ha tenido que preparar desde diciembre de 2010 para la llegada de otro millón y medio más por el torneo. Además de siete nuevos estadios, ha sido necesario ampliar el aeropuerto, construir un metro y decenas de miles de plazas hoteleras.

Hace poco más de un mes, una directiva de la misma institución ya trató de reducir la cifra en una entrevista con EL PAÍS en Doha. Preguntada por la estimación del diario británico The Guardian, que asegura que 6.500 trabajadores migrantes han muerto en Qatar desde que el emirato se hizo con la sede del Mundial de este año, esta directiva se ciñó a a la cifra de 40. La muerte de trabajadores es la gran mancha en la campaña de relaciones públicas que el país ha puesto en marcha de la mano de la FIFA al acoger el torneo.

Carlos de las Heras, responsable de Deporte y Derechos Humanos de Amnistía Internacional, expone la postura de la organización de defensa de los derechos humanos, que no se ha atrevido a dar una cifra al no investigar Qatar las muertes y limitarse a decir, en la mayoría de los casos, que son “por causas naturales”. “Estudios sobre trabajadores nepalíes han señalado que las tasas de mortalidad son más altas de lo que deberían para ese grupo, y calculan que más de 200 vidas de ciudadanos de esa nacionalidad podrían haberse salvado con medidas de salud y seguridad adecuadas. En la última década miles de trabajadores han vuelto a casa en ataúdes sin que se haya dado una explicación a sus seres queridos. No hay nada natural en esta escala de pérdidas”, añade.

El comité organizador del Mundial asegura que más de 30.000 personas han trabajado 425,3 millones de horas en 25 localizaciones para tener todo listo para la competición. La mayoría, procedentes del sureste asiático. Durante años estuvieron expuestos a temperaturas inhumanas, de hasta 50 grados en verano, porque hasta 2019 el emirato no cambió su legislación para prohibir trabajar en exteriores de 9 de la mañana a 15.30 de la tarde entre junio y septiembre, esa estación que aquí llaman “el infierno”.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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