La resistencia inútil de Rubiales
El presidente de la RFEF se niega a dimitir pese a las presiones políticas y sociales. Se presenta como un mártir y señala a la víctima, Jenni Hermoso, que rompe su silencio: “No fue consentido”
Luis Rubiales se atrincheró en la sede de la Federación Española de Fútbol de Las Rozas. Se atornilló a la poltrona en el momento en que más debilitada estaba su presidencia. Negado su discurso por una sociedad que ya no tolera ni el machismo ni las instituciones machistas; negada su defensa por la jugadora a la que besó sin consentimiento en plenas celebraciones por la consecución de un título mundial; negada su figura por un Gobierno que no admite el pulso al que le sometió el dirigente granadino. Rubiales decidió resistir y defenderse con más vehemencia que argumentos. Pero la resistencia del máximo mandatario del fútbol español es ya inútil.
Y sus argumentos, ridículos después de que las futbolistas evidenciaran su hastío y su rechazo a través de un comunicado conjunto: “Se acabó”, decían. Y se sumaban unas declaraciones de la propia Jenni Hermoso: “En ningún momento consentí el beso. No tolero que se ponga en duda mi palabra y mucho menos que se inventen palabras que no he dicho”.
El Ejecutivo, a través del Consejo Superior de Deportes (CSD), remitió ayer mismo una denuncia al Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAD) para poder suspender de sus funciones a Rubiales este lunes mientras el TAD lo inhabilita por contravenir la ley del deporte en materia de violencia sexual.
“¡No voy a dimitir, no voy a dimitir, no voy a dimitir!”. Empoderado por el respaldo de la asamblea, con sus hijas a unos metros, y con una actuación encaminada a presentarse como un mártir que dio un “pico consentido” a Jenni Hermoso, Rubiales decidió aferrarse a su cargo de presidente de la RFEF. Tras pedir disculpas por su comportamiento, defendió ante la asamblea su decisión de no renunciar al puesto con un discurso agresivo, que causó tanto estupor como sorpresa porque lo esperado era que presentara la dimisión, tal y como el día anterior daban por hecho empleados federativos. Rubiales decidió no marcharse, pero el Gobierno reaccionó de inmediato: lo denuncia por hechos “muy graves”.
Retador, sus palabras cimentaban un enroque alejado del sentir generalizado de la ciudadanía española. Su alocución trascendía al fútbol para poner en solfa los avances en materia de igualdad de genero hacia los que camina la sociedad. “Más allá de mi situación personal, como español, tenemos que hacer una reflexión de hacia dónde vamos”, se atrevió a plantear, mientras muchos de los asambleístas, entre ellos el seleccionador masculino, Luis de la Fuente, aplaudían su intervención. “Es una lección de vida. Mis hijas sí son feministas de verdad y no el falso feminismo que hay por ahí y que es una lacra. Se está cometiendo un asesinato social”.
Desafiante con el Ejecutivo, anunció medidas contra la vicepresidenta en funciones, Yolanda Díaz. Señaló también a las ministras Ione Belarra e Irene Montero. “A estas personas que me han acusado y que tratan de asesinarme públicamente, les digo que me voy a defender en los juzgados. Voy a ejercer acciones contra estas personas”.
Renuncian las campeonas
En la defensa acérrima de su inocencia y en su afán por retener la presidencia del fútbol, Rubiales aseguró convencido que el beso a Hermoso fue consentido. “Fue un beso espontáneo, mutuo, eufórico. No hubo deseo ni posición de dominio, aunque vendan otra cosa los medios”. También contó otra cosa la víctima, horas más tarde. El comunicado emitido por Futpro, firmado por más de 80 jugadoras (las 23 campeonas del mundo, entre ellas), incluía una declaración de la futbolista: “Tal y como se vio en las imágenes, en ningún momento consentí el beso y en ningún caso busqué alzar al presidente”, aseguró.
El comunicado evidenciaba la unión del fútbol femenino español, cuyas jugadoras se negaban a volver a la selección mientras Rubiales siga como presidente, y Jorge Vilda, ese al que le ofreció una renovación por medio millón de euros al año y que también le aplaudió, sea el seleccionador.
En su relato del “pico, no un beso”, Rubiales ofreció una descripción en la que culpabilizaba a la víctima por la agresión. “Ella me levantó, le dije que no se preocupara por el penalti fallado, casi nos caemos y le dije: ‘¿Un pico?”, explicó el dirigente granadino. “El deseo que podía tener en ese beso era el mismo que el que podía tener dándole un beso a una de mis hijas”, abundó. “Por lo tanto, no hay deseo y no hay posición de dominio”, aseveró. Él es presidente de la federación, ella una futbolista. Cabe recordarlo.
El máximo mandatario del fútbol español elaboró su discurso a sabiendas de que lo sucedido en Sídney le puede costar la suspensión temporal antes de traducirse en una inhabilitación. Reunido con los presidentes de las territoriales por la mañana, Rubiales cesó a todos los vicepresidentes menos a Pedro Rocha, de la territorial extremeña. “Este será el presidente interino si el proceso abierto por el CSD impide que pueda seguir ejerciendo como presidente”, dijo. Pero no les informó de que no pensaba dimitir, como habían filtrado la noche anterior desde la misma federación. No se sabe si cambió de idea de la noche a la mañana o si se trataba de una estrategia desde el inicio. No le importó que se filtrara su dimisión y la dejó correr por los pasillos de la federación sin desmentirla. Fue su venganza particular contra todos los medios de comunicación que aseguraron, entre ellos este, que dimitía. Rubiales cargó contra la prensa, “salvo algunas excepciones”, y volvió a ver en el presidente de LaLiga, Javier Tebas, la mano negra que ha provocado que esté a punto de ser suspendido por el TAD por bien que solo fuera él quien besara a Hermoso la tarde del domingo.
Rubiales se atrincheraba en el cargo, animado por los aplausos de los asambleístas presentes y pese al rechazo de los clubes y de parte de los integrantes de la asamblea, que se negaron a participar del paripé. Nada más acabar su intervención, comenzó un goteo de dimisiones iniciado por Rafael del Amo, presidente de la territorial navarra, que renunció a su cargo de responsable del fútbol femenino federativo. Salvador Gomar (Valencia), José Juan Arencibia (Canarias), José Ángel Peláez (Cantabria) y Javier Landeta (País Vasco) renunciaban a sus puestos en la directiva de la federación.
Rubiales ha preferido no dimitir porque le interesa mantenerse dentro del sistema para poder defenderse mejor y controlar desde la distancia la federación a través de Pedro Rocha cuando este le reemplace. Confía en que este no le traicione. Lo mismo que pensaba, erróneamente, su antecesor, Ángel María Villar, acusado de corrupción por presidir un sistema clientelar.
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