La ventaja de tener un hermano mayor para ser del Real Oviedo en Gijón
David Arobes: “Vale que sea del Oviedo, pero también es mi hermano’, decía Jorge para defenderme, y eso que él es muy sportinguista y nos hemos picado desde guajes”
Mi hermano Jorge lleva toda la vida escuchando la misma frase cada vez que va conmigo por las calles de Gijón, nuestra ciudad. “¿Qué haces con ese de la camiseta azul?”, le espetan delante de mí los días de partido, que soy el de la camiseta azul. Jorge es del Real Sporting de Gijón y yo, del Real Oviedo. Esta peculiar división es cosa de familia. Nuestro padre, Juan José, es seguidor oviedista. Nuestra madre, Begoña, simpatiza más con los rojiblancos. Por eso, Jorge y yo vivimos ElDerbi Asturiano los 365 días del año.
La pasión por nuestros respectivos clubes nos viene desde niños, desde guajes que decimos por aquí. Jorge tiene 46 años, me saca dos años, y como es el mayor nuestro abuelo materno le captó para el Sporting. Le llevó al estadio de El Molinón con apenas cuatro años. Cuando nací yo, nuestro padre no lo dudó. En cuanto tuve la edad suficiente, me llevó a ver un partido al Carlos Tartiere. No recuerdo mucho de aquel día, pero me gustó tanto que lo siguiente que hice fue pedirle la equipación azulona. Me la ponía siempre que íbamos a jugar con nuestros amigos al fútbol. Yo era y sigo siendo el único aficionado del Oviedo de la pandilla. Llamaba tanto la atención que os podéis imaginar la caña que me metía el resto… Jorge se apartaba y no me decía nada, que ya bastante pique teníamos en casa. Y si la cosa iba a mayores con algún amigo, dejaba a un lado la rivalidad y ejercía de hermano mayor. “Vale que es del Oviedo, pero también es mi hermano”, solía decir.
Nosotros fuimos creciendo y también nuestro pique particular. Recuerdo, por ejemplo, nuestro primer derbi en el Tartiere. Teníamos 9 y 11 años. Ganó el Oviedo y me pasé toda la noche entonando a viva voz aquello de “canta y no llores”, que decía la canción. Mi hermano incluso se encerró en su habitación para no tener que aguantarme ni a mí ni a mi padre, al que también le va la marcha.
Siempre ha sido nuestra madre la que ha tenido que poner cordura. Es entonces cuando decía: “Ya valió, por el fútbol no se pelea”. Desde entonces, mi hermano y yo hemos visto muchos derbis juntos. Incluso él ha venido al Tartiere y yo he ido al Molinón. Creo que eso ha sido gracias a la educación que nos dieron nuestros padres, que nos enseñaron a vivir nuestra rivalidad de la forma más sana.
Él se hizo socio del Sporting con 16 años. Yo fui un poco más precoz y me hice abonado con tan solo 15 años tras empezar a frecuentar la peña Azul Gijón, que el pasado diciembre cumplió 50 años desde su fundación. Ese era mi único reducto oviedista en Gijón. Cada año, además, organizaban una cena a la que venían futbolistas o miembros del equipo y gracias a las cuales pude conocer a Radomir Antic, Jokanovic, Armando, Rivas… algunos de mis ídolos.
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