La camiseta de Futre que desapareció en una boda
César Sánchez: “Salí de la iglesia después de decir el ‘sí, quiero’ con la camiseta firmada por mi ídolo, pero luego la perdí en la celebración”
Me casé el 18 de mayo de 2002. No había pasado ni un mes desde que el Atlético de Madrid había regresado a la élite, después de dos años en LaLiga SmartBank. Sabiendo lo futbolero que soy, mis amigos me dijeron que de alguna forma tenía que señalar ese histórico ascenso el día de mi boda. Aunque no llegué a convencer a mi mujer de darle el “sí, quiero” vestido de rojiblanco, lo que sí hice fue enfundarme una camiseta de mi ídolo, Paulo Futre, nada más salir de la iglesia. Lo podéis ver en la foto que os he mandado.
Nos fuimos luego al hotel Eurostars Monte Real, en el barrio madrileño de Puerta de Hierro, a celebrar el enlace. Es un hotel donde a veces se concentraban los jugadores de la primera plantilla. Y en el momento álgido de la noche, cuando estábamos ya de copas, sonó el himno del club. El dj estaba avisado desde hacía meses, por supuesto. Entonces quise volver a ponerme la camiseta de Futre. Pero con todo el jaleo había desaparecido.
Creo que se la di alguien para que la guardara, no recuerdo exactamente quién, pero el caso es que ya no apareció más. Y eso que pregunté a varios amigos y a la gente del hotel. Me dio mucha pena porque me la había conseguido expresamente para la boda mi primo, que conocía a Juanito, un exdefensa del Atleti que entonces era presidente de la UD Extremadura. Logró que él y otros mitos del club e ídolos míos como Kiko Narváez, Santi Denia o el mismísimo Futre me la firmaran. Aún me duele esa pérdida.
Han pasado ya dos décadas. Ahora tengo 46 años, trabajo de bróker y tengo un hijo adolescente al que de vez en cuando llevo al Cívitas Metropolitano. Aun así, hay cosas que no han cambiado. Como el amor por esa chica que conocí en la carrera de Económicas y la pasión por unos colores que me ha llevado a seguir a los colchoneros por múltiples finales. En una de ellas, la de la Copa del Rey que ganamos al RCD Mallorca en 1991, logré hasta entrar en el vestuario durante un par de minutos y ver la celebración de los jugadores gracias a un amigo que tenía mano dentro del club. ¡No hay muchos aficionados que puedan decir eso!
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