“Nunca acepto un no por respuesta”
Carlota Planas (Barcelona, 1992) es la primera mujer que lidera una empresa de representación de futbolistas en España. La revista Forbes la ha incluido en su lista de jóvenes talentos de 2022 junto a estrellas como Ibai Llanos.
Todos los caminos en la carrera de Carlota Planas conducen a un mismo objetivo: vivir del balón. Con apenas 15 años dio su primer gran paso, al debutar en la Primera División de fútbol sala femenino. A los 18 ya era capitana y una de las jugadoras más destacadas del panorama nacional. Pero al ver que jamás podría alcanzar el profesionalismo en ese mundo, empezó a explorar otras sendas. Después de licenciarse a la vez en Periodismo y ADE trató de hacerse un hueco en los medios. Y aunque no le fue tan mal –aún tiene guardado el centenar de artículos que publicó en As cubriendo información de LaLiga Santander–, donde de verdad acabaría triunfando a lo grande, después de una breve etapa de ojeadora, es como agente en los despachos.
Su primer éxito fue la plataforma Be Universal, dedicada a conseguir patrocinios y campañas para 120 mujeres deportistas de varias disciplinas, y en 2020 se convirtió en la primera mujer en liderar una empresa de representación de jugadoras en España, tras fundar Unik Sports Management junto a Arkaitz Coca. Podría ser considerada una especie de Jorge Mendes del fútbol femenino, ya que entre sus clientas se cuentan figuras del FC Barcelona, el Real Madrid o el Atlético de Madrid. Hace poco ha sido incluida en la lista de jóvenes talentos europeos del deporte menores de la revista Forbes junto a estrellas como Kylian Mbappé o Ibai Llanos.
Escucha la experiencia de Carlota Planas en su propia voz
¡Hola! Soy Carlota Planas y nací en 1992. El año de los Juegos Olímpicos en mi ciudad, Barcelona, y el de la primera Copa de Europa del Barça. El año que parecía que lo iba a cambiar todo y puede que fuera verdad. Porque no hay mejor prueba que mi propia historia para demostrar que en la sociedad y en el fútbol se están abriendo oportunidades que otras generaciones jamás hubieran soñado.
Tampoco es que lo haya tenido fácil, pero nunca he aceptado un no por respuesta. El primero me lo dieron en el parque, lo recuerdo perfectamente. Un niño me negó el derecho a jugar a la pelota por ser niña. ¿Y qué hice yo? Pues me fui a cortar el pelo, regresé diciendo que me llamaba Carlos y les demostré que era mejor que todos ellos. En mi familia somos así: gente de carácter, ambiciosa, luchadora. No nos importa lo que digan los demás. Como mi abuela, fiel abonada del Camp Nou, que dejaba a todo el mundo asombrado haciendo windsurf en la playa con más de 60 años.
¿Cómo va a ser el género una limitación para cualquier actividad? De pequeña siempre me dibujaba con un balón en los pies y nunca tuve reparos al anunciar mis sueños: “Quiero ser futbolista”, le decía a los profesores. Y aunque no lo logré, en realidad es como si estuviera viviendo la vida que siempre perseguí. La primera jugadora a la que firmé para mi agencia, Claudia Pina, estaba el otro día jugando frente a más de 90.000 personas. Es una barbaridad, pensándolo bien. Hace cinco años había profesionales que ni siquiera llegaban a cobrar 500 euros. Yo siempre confié. Fui pesada e insistente. ¿Recordáis lo que os decía de nunca aceptar un no por respuesta? Cuando tenía mi agencia de marketing llamaba y llamaba a las puertas de marcas y les decía: “Hay que apostar por las mujeres en el deporte”. “El deporte femenino también vende”. De nuevo me encontré con muchas negativas y me era difícil explicarles mi visión porque no tenía pruebas. Ahora sí. Ahora ya no hay duda: las mujeres estamos destinadas a un papel cada vez más importante. Somos el presente.
El fútbol ha sido mi salvavidas. No hay nada en el mundo que me haga sentir como cuando veo o juego un partido. Nada. Gracias al fútbol he viajado, he conocido a gente maravillosa, incluso a ídolos como Ronaldinho, y he disfrutado de esa alegría inigualable de levantar un trofeo. También gracias al fútbol he superado mis momentos más difíciles, como la muerte de mi madre cuando tenía 20 años. Ahí el fútbol fue mi salvación, lo único que me hacía desconectar y el propósito para salir adelante. Creo que ella estaría muy orgullosa de quién soy hoy y de lo que he logrado. El otro día cuando vi mi nombre en la revista Forbes me puse a llorar. Ser un referente para otras chicas y mujeres, romper barreras, es lo que me hace sentirme realizada. Ahora que casi tengo 30 años me doy cuenta de que todo ha pasado muy rápido. Nunca tuve un plan claro, pero sí el propósito de exprimir al máximo mis días. Estoy donde siempre quise estar: viviendo del fútbol.