El Madrid esquiva el lío ante un gran Valladolid
Un penalti transformado por Benzema en el minuto 83, tras consulta al VAR, socorre a un equipo blanco sin filo y sostenido por Courtois
Los tópicos pueden ser tan evitables como certeros. El de “partido trampa” se debió inventar para una cita del Madrid un 30 de diciembre en el frío Valladolid después de un Mundial inédito en Qatar. Del engorro salieron los blancos con una jugada de VAR en el minuto 80.
Un brazo extendido de Javi Sánchez dentro del área y una pelota que golpea en la mano izquierda del central tras un remate de cabeza de Rüdiger. ¿Qué dirían esta vez el colegiado y la sala de videoarbitraje? Pena máxima para un gran Valladolid que a esas alturas se había subido a las barbas de los muchachos de Ancelotti, que se presentaron prometedores y se fueron perdiendo en el plan del intrépido Pacheta.
A la hora del VAR, el duelo se había convertido en un correcalles. Los pucelanos amenazaban de verdad a las órdenes de Aguado, un medio menudo con los pantalones pequeños que tiene la rara costumbre en el siglo XXI de meterse la camiseta por dentro (igual que Roque Mesa), mientras un Madrid sin filo no acertaba con el sudoku. Se libró primero por otro gran Courtois y al final por un brazo fuera de sitio de Javi Sánchez. Benzema, de vuelta después de dos meses, engañó a Masip y con los locales rendidos —Sergio León fue expulsado por protestar el penalti— aplicó el verduguillo después de una carrera de Camavinga.
De inicio, Ancelotti tiró con lo mejor que tenía a tono en su catálogo (Militão, baja por indisposición), incluido Vinicius, que apenas sumaba cuatro entrenamientos con el grupo. La delantera blanca andaba más pelada y el italiano no se anduvo con inventos ni con hazardes, por mucho que asegurara en la previa que al belga lo veía mejor. Con el ex del Chelsea, hace tiempo que las palabras del técnico van por un lado y las decisiones, por otro. Tampoco fue un recurso en los apuros.
El Madrid se marchó a Doha con un aire perezoso y a menudo tardón e inconsistente. O llegaba con retraso o se iba antes de tiempo. Como si quisiera despachar los partidos más que jugarlos. Un mes y medio después, en Zorrilla, antes de que todo se le volviera a torcer, se presentó aplicado, con Benzema y Vinicius dirigiendo las maniobras, en su perfil blanco. Los mismos jugadores cambian según qué camiseta vistan. Esta vez, era el francés líder y no el forastero de les bleus; y el brasileño, más gesticulante que con la Canarinha, aunque igual de punzante.
El Valladolid cedió el balón y los muchachos de Ancelotti se desplegaron con agilidad en ese amanecer. Triangularon muy bien Karim, Asensio, Valverde para el disparo con miga del balear, que rechazó Masip. Y en la continuación, la pelota dio en la mano de Javi Sánchez. Esta vez, el dictamen a pie de campo y en la sala VAR negó el penalti. Fue necesario que Munuera Montero se dirigiera hasta la banda para explicárselo a Ancelotti. Se trató del mejor tramo del Madrid en la primera parte. Y, sin llegar a los 20 minutos, Benzema la mandó a la grada cuando todos en Pucela se temieron el gol.
Todavía no había aparecido el veneno del Valladolid, el de los 10 minutos previos a la pausa. Aguado, un jugador que este viernes le dijo al mundo aquí ‘estoy yo’, despertó a Courtois, que hasta entonces andaba en paz. Primero lo amenazó con un gran disparo desde la frontal que exigió una mano de mérito y al instante lo probó con otro tiro combado que se marchó por poco. El fuerte del Madrid se sentía por primera vez acosado. Vendrían varias más.
Los intentos pucelanos inauguraron un encuentro más abierto, con los locales sueltos y los visitantes que empezaban a acumular minutos sin producir. Ancelotti prescindió del afanoso Asensio por Rodrygo, un solucionador de crisis, y relevó a un errático Carvajal por la fontanería de Lucas Vázquez. En la orilla del Pisuerga, Pacheta debió sacar por lesión a Escudero y Roque Mesa.
El partido ya se había roto y ahí estaba Aguado para volver a hostigar a Courtois con el intento de gol olímpico. Y, al instante, un cabezazo tremendo de Sergio León exigió de lo lindo al belga abajo, donde hace mucha pupa. Puro frenesí al que Vinicius respondió desbordando a Fresneda y Joaquín para mandarla arriba. El paisaje era claro y Carletto lo aceptó. Si había correcalles, qué mejor elemento que Camavinga, sustituto del intrascendente Ceballos. La soga apretaba al conjunto blanco hasta que un brazo de Javi Sánchez, y la posterior visita al monitor del árbitro, socorrió al Madrid, que escapó de un lío en Valladolid.
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