“El fútbol me ha ayudado a recuperar mi vida”
En 2007, Antonio Aragoneses sufrió una caída durante los festejos por el ascenso del club de sus amores a LaLiga Santander. El accidente le causó una grave lesión medular que le impidió volver a andar, pero él se dedicó al deporte con más pasión que nunca. Más de diez años después se ha convertido en ojeador del Real Betis
Antonio Aragoneses dejó de vestirse de corto para jugar al fútbol en 2007. Solía hacerlo los domingos en una liga de aficionados, donde intentaba filtrar pases de gol en la mediapunta, hasta el 22 de abril que le cambió la vida. Ese día, el entonces estudiante de ingeniería se puso unos tejanos y una camiseta del Real Valladolid CF y salió apresuradamente a la calle. Le esperaba una marea blanquivioleta que abarrotaba la plaza de Zorrilla para celebrar el histórico ascenso del equipo local a la máxima categoría, ocho jornadas antes de acabar el campeonato. Entre la muchedumbre, mientras avanzaba para alcanzar a un amigo que se bañaba en la fuente que preside la céntrica localización, se cayó. Un accidente que terminó convirtiéndose en una grave lesión medular que le dejó a los 20 años sin poder hacer lo que más amaba, pero que no consiguió arrebatarle su gran pasión por el balompié. Más bien lo contrario. Aragoneses revitalizó su fe y dedicación al esférico hasta el extremo de que tras más de diez años sin poder calzarse unas botas ha conseguido una gesta que no hubiera ni soñado cuando jugaba con sus amigos: fichar por el Real Betis.
La noticia sigue asombrando a este cacereño que no se dejó amedrentar por el infortunio. “Es increíble poder trabajar en un equipo tan potente, con gran historia y tradición y una masa social enorme”, explica por teléfono Aragoneses, que con su incorporación al club sevillano ha completado una transformación profesional que emprendió a raíz de la pérdida de movilidad, cuando abandonó la carrera de Telecomunicaciones para centrarse en el deporte. Mientras luchaba por adaptarse a un nuevo día a día en una silla de ruedas, acudió a cursos, invirtió más y más horas en ver todos los partidos que podía y se centró en conocer en profundidad la liga austríaca. Más tarde, adquirió experiencia en la agencia de representación de futbolistas FiveM, fue analista técnico del CF Trujillo, de la Tercera División, y empezó a realizar esporádicamente informes detallados sobre futbolistas de otros torneos europeos para conjuntos de LaLiga Santander. Una especialización en mercados futbolísticos extranjeros que hace algo más de dos meses le ha abierto las puertas de la familia bética, donde ejerce como ojeador para descubrir los jugadores que despuntan en Austria, República Checa y Eslovaquia.
“El fútbol me ha ayudado a recuperar mi vida”, confiesa Aragoneses, que dice haber encontrado una ocupación que le va como anillo al dedo. Cada día analiza tres o cuatro partidos a través de Wyscout, una plataforma profesional para estudiar en detalle los lances del juego de partidos de casi todas las ligas del mundo, y redacta informes que luego comparte con el área de scouting del Real Betis. Todo con el ordenador y sin necesidad de salir de casa. “Cuando hacía de analista o de ojeador era más trabajoso porque a veces tenía que desplazarme. Aunque muchos campos ya están adaptados, siempre hay un escalón traicionero y tienes que ir acompañado. Además de ser más fácil, esto me gusta más”, cuenta el experto en fútbol internacional al que también le dio tiempo a sacarse el título de Educación Social en la universidad.
En paralelo al cambio radical de vocación, el hombre que espera encontrar a la próxima gran estrella bética tuvo que modificar de arriba a abajo su rutina después del accidente. Al diagnóstico de una tetraplejia de nivel C5/C6, que en un primer momento solo le permitió conservar el control de hombros y bíceps, le siguió una estancia de ocho meses en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. Como no podía ya llevar las tareas más básicas con independencia, abandonó el piso de estudiantes donde se alojaba en Valladolid y regresó a Cáceres. Con su madre y su hermano, tuvieron que mudarse a otra casa. El segundo sin ascensor donde habían vivido siempre ya no les servía para afrontar la nueva realidad.
Instalado en el nuevo hogar inició un largo proceso de rehabilitación. Gracias a las sesiones diarias con Felipe, el que sigue siendo su fisioterapeuta, empezó a reforzar su musculatura. Pero fue en Barcelona, durante una estancia en 2015 en un centro especializado, cuando ganó una gran batalla para recuperar movilidad en el tronco superior. “Gracias a la rehabilitación hoy me puedo levantar de la cama a la silla sin ayuda y vestirme solo la parte de arriba. Aunque parezca poco, son cosas que te dan mucha libertad y autonomía”, cuenta.
Aragoneses retrató su lucha diaria durante cuatro años, en los que escribió un blog y subió vídeos en los que vertía los sentimientos y las dificultades y esperanzas que fue atravesando. En él aparecían amigos y familia, convertidos en fieles e imprescindibles escuderos, y también el fútbol. Porque aunque hoy se siente muy orgulloso de representar los colores verdiblancos, no puede esconder que el Real Valladolid y el CP Cacereño, los dos equipos de sus amores, le ofrecieron ese plus de moral cuando atravesaba momentos muy duros. “En Valladolid se portaron genial conmigo. Me ayudaron a recaudar dinero para mi recuperación y cuando estaba en el hospital vinieron a verme [José Luis] Mendilibar, el entrenador entonces, y jugadores de la plantilla como Víctor y García Calvo".
"Quedarte en silla de ruedas a los 20 años es un palo muy gordo. Pero la verdad es que si miro para atrás ahora no echo nada de menos. Hago vida normal. Trabajo, salgo, voy a conciertos. Lo único que ha cambiado es que mis amigos me tienen que venir a buscar y luego llevarme a casa, pero en mi relación con ellos es como si no hubiera pasado nada”, reflexiona.
Tanto para hablar del futuro como del pasado, Aragoneses siempre encuentra una respuesta optimista. Desde hace mucho tiempo se repite una y otra vez la misma frase: “No nos ocurre nada que no estemos preparados para soportar”. La sacó de Gladiator, su película favorita, y en concreto de Máximo, un personaje que le inspiró a luchar “contra pronóstico difíciles, contra rivales mayores e incluso con alguna trampa del destino”. A día de hoy, sigue en esa lucha por ser feliz pese a los contratiempos: “Saber que valgo es una satisfacción muy grande”.