Dani Olmo: “En el campo me gusta pensar; no quiero correr por correr”
Figura del Dinamo de Zagreb que se mide al City en la Champions, el capitán de España sub-21, emigrado a Croacia desde los 16 años, examina su trayectoria incomparable
Mirko Barišic, presidente del Dinamo de Zagreb, es un hombre de ideas desaforadas. En 2014 alumbró un plan inaudito. Contratar a un extremo driblador curtido en el cadete del Barcelona —un perfil de jugador que La Masia produce de forma sistemática—, moldearlo en la Liga de Croacia y convertirlo en un futbolista total. Una revelación capaz de llamar la atención de los grandes clubes europeos que, al cabo de la elipsis, pagarían una fortuna por adquirir. Dani Olmo, que entonces tenía 16 años, fue el elegido para emprender la inversión ideal.
“El proyecto que ellos tenían —y así se lo transmitieron a mi padre— era hacer de mí el traspaso más caro de la historia del Dinamo”, dice el atacante de la selección española sub-21. “Estaba en su mente desde que llegué. Hasta ahora el récord del Dinamo son los 25 millones de Marko Pjaça a la Juve en 2016, y los 21 de Modric al Tottenham en 2008. Yo allí no tengo cláusula. Eso de que piden 40 millones son cosas que dice la prensa. Yo no me meto en eso. Al final lo que depende de mí es jugar al fútbol: ahí es donde puedo hablar”.
Por hablar, Olmo lleva años hablando croata perfectamente. Su integración cultural y deportiva, y su posterior formación en los Balcanes, es una epopeya sin parangón en la cantera española. Elegido mejor jugador de la Liga croata 2017-18 y 2018-19, campeón de Europa sub-21 el pasado verano y figura más resolutiva del Dinamo que disputa la Champions en el Grupo C con el Shaktar, el Atalanta y el Manchester City, el sueño de Barišic está a punto de cumplirse. Si el español no abandonó Croacia el verano pasado fue porque los 40 millones de euros que pidió el Dinamo estaban fuera de mercado y el jugador acaba contrato en junio de 2021, circunstancia que le permitiría negociar una salida favorable en 2020. El fútbol croata no genera tanta expectación entre los clubes con más poder adquisitivo. La suma de todos los traspasos realizados en Croacia durante la última ventana estival de fichajes no supera los 25 millones.
“Dejé todo en Barcelona siendo muy joven y me fui a Zagreb a ser futbolista”, recuerda. “La parte más difícil de la adaptación fue el idioma. Al principio intenté ir a un colegio pero no me enteré de nada. Fui a clases particulares. Al año y medio me solté y empecé a hablar croata. Pero empecé a entrenar con el primer equipo a los tres meses de llegar”.
El proyecto del Dinamo era hacer de mí el traspaso más caro de su historia
“El Dinamo me ofreció entrar en la dinámica del primer equipo”, explica. “Eso significaba entrenar con jugadores profesionales que han jugado mundiales, como Reis, Leko, o Vukojevic. Convivir cada día con ellos a los 16 años te ayuda a madurar. Y yo desde pequeño siempre quise jugar al fútbol. Soñaba con ser profesional. En ese momento de mi vida pensamos que era la mejor opción para ser eso que quería ser. Pasé por etapas muy duras pero de todo se sale, y cuanto más difícil es la situación más te fortalece y más aprendes. Creo que acerté. Estoy muy contento”.
"Llegué como extremo y cuando me vieron me dijeron que tenía que jugar en el medio, de mediapunta", recuerda. "Poco a poco me fueron reconvirtiendo a jugar por dentro y ahí juego en esa posición. Igual que ahora en la sub-21. A veces como interior, aunque me siento mejor en la mediapunta por detrás del nueve. En defensa puedo estar más pegado a la banda parea cerrar, o en el 4-4-2 de segunda punta. Pero en ataque me dan libertad para moverme entre líneas".
Nacido en Tarrasa en 1998, a veces habla de sí mismo en primera persona del plural. En su conciencia arraiga la presencia de su gran respaldo, su padre, Miquel Olmo. Responsable hace unos años del banquillo del Sabadell o el Girona, le aconseja en cada paso a lo largo de su aventura. “Mi padre me ha influido muchísimo”, advierte. “Que él sea entrenador no es un peso. Al contrario. Hablamos mucho de fútbol y eso me ayudó a aprender, a saber mirar el espacio y atacarlo, a no llegar tarde sino tener un buen timming, y a perfilarme, a ir de cara al balón. Un buen control te puede abrir muchas situaciones y uno malo te las cierra todas. Creo que eso lo he mejorado muchísimo gracias a las charlas que tengo con mi padre”.
Que mi padre sea entrenador no es un peso. Al contrario. Hablar con él me ayudó a saber mirar el espacio y atacarlo, o a perfilarme. Un buen control te puede abrir muchas situaciones y uno malo te las cierra todas
Pocas veces los dribladores natos reflexionan tan a fondo sobre táctica. Dani Olmo, que llegó a desempeñarse con solvencia como falso nueve en la final del Europeo sub-21, es un estudiante devoto de conceptos futbolísticos. “En el campo me gusta pensar. No quiero correr por correr”, dice. "Antes miro a ver dónde está el espacio libre, cómo se mueve el contrario y ahí intento ocupar esa zona en la que creo que puede pasar un balón. Más cuando juego entre líneas, o de falso nueve, o en la mediapunta. Cuando recibo ahí intento pensar rápido para pasar a uno que me venga a marcar o asistir al compañero".
“Más que estudiar al rival", observa, "creo que cada uno tiene que mirar sus propios partidos en la tele: ver cómo actúas en determinadas situaciones. Por ejemplo, en una jugada en la que te abres a banda, te ves y descubres que habría sido mejor quedarte en la posición inicial. Porque el extremo que te marcaba tenía que abrirse. Porque nuestra circulación acababa en banda. Si ves esas cosas y sabes reconocer que te has equivocado, y te corriges, puedes mejorar muchísimo".
Este jueves ejercerá de capitán de la sub-21 ante Alemania, en el amistoso que se celebrará en Córdoba (El Arcángel, 19:45 horas). Luego enfrentará a Montenegro por la clasificación del Europeo 2021 y regresará a Croacia. Le esperan meses exigentes. El próximo 11 de diciembre se jugará el pase a octavos de la Champions con el City en Zagreb. Una oportunidad única para hacer historia y, si todo sale bien, fichar por un club de las grandes Ligas de Europa después de un periplo del que puede sentirse orgulloso como los pioneros. Nadie más ha recorrido ese camino.
“La Champions es un escaparate para toda la plantilla del Dinamo”, apunta. “Sabemos que un buen año en Europa puede abrir muchas puertas”.
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