El éxodo de La Masia
La promesa juvenil Xavi Simons, que se va al PSG pese a una gran oferta del Barça, simboliza la dificultad azulgrana para retener el talento ante los clubes extranjeros
Hace dos cursos se dio un punto de inflexión en la coordinación del fútbol formativo azulgrana después de que el prometedor juvenil Eric García se marchara de La Masia sin previo aviso. El Barcelona se durmió en los laureles y cuando le quiso hacer una oferta, el representante del defensa replicó con un contrato en la mano firmado con el Manchester City. “¡Esto no puede volver a pasar!”, se escuchó en los despachos del área deportiva azulgrana, molesta con un éxodo que todavía consideran irremediable.
Tras ese adiós, el club tomó dos determinaciones: revisaría los contratos de los jugadores que son citados para jugar con las selecciones sub-16 —“porque los ven en todo el mundo y son susceptibles de recibir ofertas”, cuentan desde el Barça—; y que los responsables deportivos se reunirían al inicio de cada curso para señalar a los dos o tres mejores cadetes de último año y juveniles para enfocarse en ellos y evitar que prefieran el dinero al modelo. Caso del medio Iliax Moriba y el delantero Ansu Fati, que este verano tenían propuestas de otros clubes como la Juve y el City, pero que han aceptado el proyecto deportivo y el esfuerzo económico del Barça, además de una cláusula de rescisión de 100 millones. “Hemos salvado la generación”, aseguran desde el club. Pero no siempre es posible y así lo ha escenificado el medio holandés Xavi Simons, de 16 años, que este curso empezaba su periplo de juveniles con la confianza del club, pero que ha escogido la oferta del PSG antes que el cariño del Barça.
Hace unos años, el club intentó incluir un apartado en los contratos de los jugadores en que los padres fueran los responsables en el caso de que se marchara su hijo; una artimaña para que pagaran dinero —o al menos para que no se marcharan con toda la libertad del mundo, como sucede ahora—, pero que no pasó el corte judicial porque les hicieron ver que pasaban la obligación al niño a través de los padres, y cualquier menor de edad y su familia pueden decidir dónde realizarse como persona. Después se instaló la decisión de poner un mínimo de tres millones de euros de cláusula a todos los juveniles porque así lo recomendó el departamento jurídico tras estudiar la proporcionalidad con el sueldo, dado que si el precio es demasiado alto se puede denunciar a la FIFA y tumbar dicha cláusula. Cortafuegos estériles para la Premier o para el resto de equipos referentes en Europa, donde existe la abundancia económica. El ejemplo más claro son el delantero Pablo Moreno, que se marchó el curso anterior a la Juve para cobrar 750.000 euros anuales, y el medio Robert Navarro, que firmó con el Mónaco para percibir un millón.
Simons ha sido el último en irse, pero no será porque el Barça no haya intentado lo contrario. Le ofreció un contrato inédito en el club para un chico de su edad —120.000 euros el primer año; 150.000 el segundo; y cerca de 200.000 el tercero, más un bonus por participar con el filial—, pero fue rechazado. “Su agente es Mino Raiola y es muy complicado hablar con él”, se lamentan desde el club; “en la última reunión nos pidió que le incluyeran directamente con el Juvenil A, que le subieran sustancialmente el salario y que le dieran una fecha exacta para saber cuándo se instalaría en el filial”. Peticiones que no pudieron contentar porque entendían que todavía tiene que dar el estirón y, aunque podría por calidad, el físico sería una rémora hasta que se adapte al cambio de categoría, por lo que empezaría a competir en el Juvenil B por más que hiciera la pretemporada con el A y, a mediados del curso, revisarían su posible ascenso.
Sin contrato de por medio porque acaba de finalizar la época de cadetes, Simons se va al PSG y el Barça se deberá contentar con cobrar los derechos de formación, regulados por la FIFA y que van de los 10.000 a los 90.000 euros por año, dependiendo de la categoría y gastos de formación —se prorratea—, y se paga desde los 12 a los 21 años. El Barça prevé cobrar cerca del millón de euros porque ha estado nueve años en La Masia. “Hay que asumirlo y aceptarlo”, apuntan a regañadientes desde la ciudad deportiva.
Disgustados por la marcha de Simons —“estamos a años luz de lo que le ofrece el PSG”, cuentan desde el club—, el Barça cree que el éxodo, aunque irremediable, será modulable gracias a los dos o tres all-in que harán por generación. Es la última medida para proteger a La Masia, que comprende que en casos particulares no solo vale con oferta deportiva.
Un goteo de ‘fugas’ que se repite cada año
El adiós de Simons no ha cogido por sorpresa al Barça, que a cada curso que pasa observa cómo se fuga el talento de La Masia ante la imposibilidad de competir en lo económico, quizá también en lo deportivo. El penúltimo caso fue el lateral Mateu Morey, que se fue al Dortmund porque, aunque existía un acuerdo económico, exigía una cláusula en la que al curso siguiente ascendiera al primer equipo. Condiciones que el club rechazó tras las experiencias fallidas con Deulofeu, Adama, Dongou, Halilovic… No son los únicos en cristalizar este éxodo, pues en los últimos cursos lo hicieron Dani Olmo (Dinamo Zagreb), Sergio Gómez (Dortmund), Mboula (Mónaco) y Eric García, además de Guillermo Amor (hijo del exfutbolista) y Rafa Mújica, que se fueron al Leeds.
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