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El Valencia descubre la estabilidad

El respaldo de la plantilla y de Mateu Alemany a Marcelino García Toral, el entrenador, ha sido clave en los éxitos del club después de años de turbulencia institucional

Marcelino celebra la Copa en el Benito Villamarín.
Marcelino celebra la Copa en el Benito Villamarín.Carla Cortes (GTRES)

El Valencia festejó su octava Copa el Rey sobre la hierba del Benito Villamarín antes de marcharse a cenar de madrugada a un restaurante en la orilla del Guadalquivir con capacidad para 800 personas. Con todos los jugadores y sus familias, desparramados frente al fondo norte del estadio inmortalizando el momento y celebrando la consecución de un título once años después, la noche dio para una colección de imágenes y anécdotas que permanecerán durante mucho tiempo entre los 21.000 seguidores que transformaron el estadio bético en una réplica andaluza de Mestalla.

Marcelino, eufórico por la consecución de su primer título, posaba para una fotografía sosteniendo una bufanda que le había lanzado un aficionado. El técnico no vio lo que se le echaba encima. El brasileño Gabriel Paulista apareció en escena, entrando desde la izquierda y derribando a su técnico como si fuera un delantero contrario. Marcelino cayó al suelo enredado con las piernas de Gabriel, uno de sus jugadores de confianza, y los dos rompieron a reír. Al lado, el hijo mayor del central brasileño daba saltos, divertido con la ocurrencia de su padre.

Al entrenador lo ha sostenido la plantilla. Cuando estaba al borde del precipicio, lo sujetaron los jugadores. Todos cerraron filas en torno a su técnico y Peter Lim, convencido por los gestos de los futbolistas y por el informe que le pidió al director general, Mateu Alemany, después del empate a uno ante el Valladolid, no torció el pulgar hacia abajo, pese a que el presidente, Anil Murthy, opinaba todo lo contrario. Incluso, Alemany, tras la derrota ante el Sporting en el partido de ida de los dieciseisavos de Copa, albergó dudas sobre la continuidad del técnico. Su sondeo en el vestuario disipó esa incertidumbre y se presentó ante el propietario en Singapur para respaldar al entrenador. Aquella decisión del ejecutivo mallorquín fue clave en el rebrote del equipo en los meses sucesivos. Cuarto en LaLiga y clasificado para Champions, semifinalista de la Liga Europa, y campeón de la Copa, el Valencia encara un horizonte provechoso. Se ha vuelto un club estable.

“Lo que nos sostiene en el trabajo a los entrenadores son los resultados. Tenemos por debajo a la plantilla y por encima a los propietarios. Sucedió que por abajo me apoyaron y por encima me apoyaron también. Se palpó que no era débil y eso nos llevó a aguantar en el puesto y a llegar hasta aquí. Pasamos dificultades porque no metíamos goles. Pero el equipo era competitivo. En la primera vuelta perdimos cuatro partidos. Éramos muy buenos en casi todo menos en los goles. Todo volvió a la normalidad con trabajo. Con esa normalidad llegaron los goles, las victorias y la Copa”, dijo relajado Marcelino tras el partido del Villamarín.

“Son dos años de un cambio absolutamente radical”, reflexionó Marcelino. “Vinimos para meter al equipo en la Liga Europa y lo hemos metido dos años en Champions. La eliminatoria contra el Getafe fue la culminación de la metamorfosis. Se recuperó una efectividad goleadora que no entiendo porque no apareció al principio. Si cuando empiezo me dicen esto, al que me lo hubiera dicho lo hubiera llamado loco”. Con 51 goles a favor en LaLiga, el Valencia es el equipo clasificado para Champions con menos pegada de las grandes ligas europeas.

Alemany huye del protagonismo cuando se le pregunta por la decisión estratégica de mantener en el cargo a Marcelino en aquel encuentro con Peter Lim del 13 de enero, tras el empate en Valladolid. “Para mí nunca estuvo cuestionado”, dice el director general. “No se puede entender esta temporada sin Marce al frente del grupo. El equipo pelea y quiere, siempre compite, esa identificación del estilo del entrenador con lo que el grupo ha sido el factor decisivo para conseguir la entrada en la Champions y ganar la Copa. No había motivo para cambiar porque veía el trabajo diario, la implicación y el compromiso de los jugadores con el cuerpo técnico”.

Marcelino y Alemany se abrazaron sobre la hierba del Villamarín durante la celebración. “Hemos tenido un momento para nosotros”, zanjó el dirigente.

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