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Abelardo se marcha del Alavés con el deber cumplido

Asier Garitano será el nuevo técnico del conjunto vitoriano la próxima temporada

Jon Rivas
Abelardo, este lunes en su despedida.
Abelardo, este lunes en su despedida.L. RICO

Pitu Abelardo confesó el sábado, tras el partido frente al Girona, que a pesar de ser hombre de lágrima fácil, sólo había llorado tres veces en el fútbol: dos veces con el Sporting y la última, en su despedida de Mendizorroza. La afición coreó su nombre mientras daba la vuelta al campo. Se echó las manos a la cara, se le escaparon las lágrimas. Luego dio las gracias. Dos días después, junto al presidente del Alavés, Alfonso Fernández de Trocóniz, las volvió a reiterar. “Despedimos a un gran profesional, despedimos a un amigo del que destaco su esfuerzo, generosidad y compromiso. Ha cumplido con creces los objetivos que nos marcamos desde su llegada”. El nuevo entrenador del Alavés será Asier Garitano, ex del Leganés y la Real.

La desvinculación oficial discurrió por los cánones de la cortesía. Todo fueron buenas palabras, de la dirección al entrenador, al que le abrieron las puertas para regresar, del preparador a la directiva, que no se las cerró: “Me marcho con mucha pena, pero mi cabeza me decía que necesitaba un descanso, un cambio; ha sido una decisión muy meditada con mi familia y, muy a mi pesar, acertada”.

Pero las cosas no han sido tan dulces como las palabras de unos y de otros. Abelardo descartó la oferta de renovación: “El Alavés ha hecho todo lo posible para que me quede aquí, pero me conozco y sabía que el año que viene no iba a estar centrado al cien por cien. Y si no lo estoy, malo. El Alavés no se merecía eso. Para mí habría sido más fácil llegar a un acuerdo y continuar, pero tengo que estar al 200 por cien”, asegura, pero hay otros factores que influyen en la decisión.

Abelardo cogió al Alavés en 2017 en una situación crítica. Recibió la llamada de Querejeta para ser el cuarto entrenador de una temporada que se iba a la basura. Llegó a Vitoria en medio de una gran nevada en la ciudad y un frío helador en el club, que ocupaba puestos de descenso y apenas tenía esperanzas de salvación. En unos meses revitalizó al equipo, que se salvó en la penúltima jornada. El Pitu se convirtió en el héroe para la grada de Mendizorroza. El undécimo técnico de la era Querejeta en seis años –Luis de la Fuente, Juan Carlos Granero, Natxo González, Juan Carlos Mandiá, Alberto López, José Bordalás, Mauricio Pellegrino, Luis Zubeldía, Javi Cabello y Gianni de Biasi, antes que él–, había dado finalmente con la tecla.

El patrón del club despidió a Bordalás, el artífice del ascenso, sin darle la oportunidad de entrenar en Primera; después contrató a Pellegrino, que hizo una gran temporada pero que nunca se arregló con Querejeta. Se marchó al acabar su contrato. Sólo Abelardo le dio estabilidad al proyecto. Comenzó la presente temporada con las dudas de cualquier equipo de clase media baja, pero los interrogantes se disiparon enseguida. El Alavés se hizo fuerte en casa. El Pitu montó una estructura apoyada en varios jugadores. Pacheco en la portería; Laguardia en el centro de la defensa, Tomás Pina en el centro del campo, con Calleri y Jony en vanguardia. Fueron sus mimbres fundamentales. No le fallaron. Tras la revitalizante victoria ante el Real Madrid (1-0), se consolidó el proyecto. Ocupó plazas europeas durante gran parte de la temporada. “Lo más importante fue la victoria ante el Madrid con el gol de Manu García en el minuto 93, la permanencia que conseguimos en Las Palmas la temporada pasada, y en general poder entrenar en un club como el Deportivo Alavés cada día. Es muy fácil entrenar en el Alavés, por los jugadores, directiva y empleados del club, todos me lo han puesto muy fácil”, dijo Abelardo este lunes.

Para cuando se desinfló, el equipo ya estaba salvado y las relaciones entre Querejeta y Abelardo estaban ya deterioradas pese a que ambos querían aparentar otra cosa. Al técnico no le sentó nada bien que, en el mercado de invierno, el Alavés se desprendiera de dos jugadores fundamentales de su estructura, Rubén Sobrino, que se marchó al Valencia, y, sobre todo, Ibai Gómez, que regresó al Athletic.

Por todo eso y por circunstancias personales, Abelardo empezó a dudar del proyecto que le ofrecía el Alavés. Tenía interrogantes que no acababa de resolver. Llevaba más de un año lejos de su familia en Gijón, viviendo en el hotel Jardines de Euleta, en Armentia, lejos del centro de Vitoria. Que el equipo se debilitara tampoco le gustó demasiado. Por eso, cuando le ofrecieron renovar, exigió unas cifras que el Alavés no estaba dispuesto a pagar. Josean Querejeta desveló en una entrevista que el técnico pedía el doble de lo que ganaba hasta ahora –700.000 euros–. A Abelardo, la revelación del patrón del Alavés no le sentó nada bien, pero disimuló su disgusto. Aseguró que él no había dicho ni una palabra de su continuidad, aunque estaba cantado que no seguiría. Con el presidente a su lado, se oficializó su salida. Abelardo regresa a casa, de momento se toma un tiempo, y seguro que no le faltarán ofertas.

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