_
_
_
_
LaLiga Santander jornada 11
R. Sociedad
R. Sociedad
0 0
Finalizado
Sevilla
Sevilla

Los mundos paralelos de Real y Sevilla

Empate a nada en Anoeta entre dos equipos sin ideas que aburrieron a la grada

FOTO: Sarabia controla el balón ante Illarra. / VÍDEO: Declaraciones de los entrenadores tras el encuentro.Foto: atlas | Vídeo: Ion Alcoba Beitia (GTRES) / ATLAS
Jon Rivas

Real Sociedad y Sevilla vivieron en dos mundos paralelos en el mismo partido, que acabó en un aburrido empate a cero. Los donostiarras parecían el autor sentado frente al folio en blanco, con la eterna duda de cómo redactar el primer párrafo. Le faltaban ideas, le faltaba argumento, flaqueaban los personajes. Ni Theo, ni Oyarzabal ni Willian José tenían un diálogo escrito. En esos momentos se desencadena la angustia por no saber qué decir. El vacío.

Al otro lado de la raya, el Sevilla vestía a sus figuras con el buzo de trabajo. Banega, Navas, Vázquez o Sarabia apretaban tornillos en una cadena de montaje, ungidos al corsé táctico establecido por Machín. Si en la Real no había guion y faltaba improvisación, en el Sevilla, el libreto parecía el manual de montaje de una lavadora, escrito en varios idiomas, pero igual de indescifrable en todos. En este método no se genera angustia, sino tedio, y en ningún caso diversión.

Si en algo coincidían los dos mundos paralelos era en su lentitud. El partido se movía premioso. Hasta sacar un córner costaba un mundo, sobre todo al Sevilla, que en cada acción desde la esquina necesitaba un intérprete para el pateador. Como si los dos equipos temieran a las multas de algún hipotético radar de velocidad, todo se movía a cámara lenta en Anoeta, ya desde el inicio, cuando el estreno de la nueva versión del himno –más lento que el original–, retrasó cuatro minutos el saque de centro.

No había fútbol, los porteros andaban de fiesta y sólo los teóricos que se recrean con los detalles tácticos de laboratorio, podían pensar que en el césped se estaba presenciando algo interesante. Espectáculo, desde luego que no. Desmenuzar una teoría de Einstein puede ser interesante, pero no produce emociones, está claro, aunque todo sea relativo. Un disparo de Odriozola, con cierta intención, y otro de Banega en la otra área, no hicieron despegar el partido de su atonía. En la Real se empeñaban Elustondo y Januzaj por la derecha, aunque no encontraban demasiaso interés en sus compañeros; en el Sevilla nadie escapaba de la tarea asignada, seguían a sus tornillos.

Gracias al derribo de la tribuna de fondo de Anoeta, al menos las gradas altas disfrutan de la vista del tráfico de la Avenida de Madríd, y allí se iba la vista: a los semáforos, a los peatones, a los coches, todo más dinámico que el fútbol de Anoeta, que aumentó su velocidad en la segunda parte, porque a menos no podía ir, pero el juego seguía igual de inane. Sólo Januzaj, como el ermitaño que se fabrica sus propias herramientas, trataba de fabricarse sus propias ocasiones. Apareció Sandro, que intentó marcar el segundo gol antes que el primero. Su precipitación le penalizó cuando se quedó solo en el área en el minuto 73.

Un contragolpe del Sevilla por aquí, un ataque de orgullo realista por allá, los minutos finales siguieron siendo los dos mundos paralelos de los dos equipos, cada uno en su forma de jugar, de entender las cosas. Tan diferentes, pero igual de aburridas. Así hasta el pitido final, cuando muchos ya habían decidido, definitivamente, mirar el tráfico de la Avenida de Madrid, entre las ruinas de la vieja tribuna de fondo. Y mientras, Garitano seguía sentado ante su folio en blanco, sin ideas que plasmar y sin tinta en la pluma, Machín acabó el partido como lo empezó: anotando frenéticamente en su cuaderno, de pie en la zona técnica, las instrucciones de montaje de su lavadora.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_