Un proyecto deLaLiga

El día que el fútbol se coló en mi boda y solo faltó Messi

Los aficionados desatan la pasión por sus equipos hasta en el día de sus nupcias. Descubre 10 historia de amor sobre la hierba. Otra manera de vivir LaLiga

Javier A. Fernández
Amelia Sánchez y Héctor Martínez, abonados del Oviedo, posan en el Carlos Tartiere para sus fotos de boda.
Amelia Sánchez y Héctor Martínez, abonados del Oviedo, posan en el Carlos Tartiere para sus fotos de boda.

“El día de mi boda la monté muy gorda”, recuerda Ana Guerra. Esta segoviana de 33 años se casó juntando sus dos grandes pasiones: su marido y su Depor. Lo hizo en el corazón de Segovia, en 2015, muy cerca del pueblo donde se crio. “Antes de la ceremonia aparecí en la Plaza Mayor con un megáfono y una bufanda cantando ‘Deportivo alé’ junto a mis compañeros de peña. Allí habíamos colgado una pancarta enorme con el escudo del Depor”, recuerda Guerra. Una novia nada convencional que a su traje blanco de ceremonia añadió zapatos y un ramo de flores con los colores blanquiazules de su equipo.

Como ella, son muchos los aficionados que incluyen el entusiasmo futbolero en el día más importante de sus vidas. Hay parejas como los japoneses Hasekura y Shigemori que viajaron más de 11.000 kilómetros para hacerse las fotos en el estadio Benito Villamarín; otras como Ignacio y Estefanía hicieron sonar el himno de su equipo en el banquete o pidieron por el Real Madrid durante la misa; otras, como Amelia y Héctor, esperaron una semana para realizar el reportaje fotográfico nupcial en el estadio Carlos Tartiere porque llovió el día del enlace, y los hay que han utilizado a una estrella como influencer para pedir la mano a su novio a la puerta del campo o, incluso, han celebrado directamente la ceremonia y el convite sobre el terreno de juego.

La afición da lo mejor de sí por el amor a sus colores, algo que define a LaLiga, que es mucho más que fútbol. Son historias, pasiones, locuras. El hincha vive de ilusiones y sueños. Participa de una emoción colectiva y la incorpora a la vida cotidiana. Y lo hace hasta el extremo de sentar al equipo de su vida en el convite de su boda. Dos pulsiones, la romántica y la futbolística que, según un estudio de la Universidad de Coimbra de 2017, son igual de intensas. Incluso puede llegar a ser más potente la segunda para los autores de la investigación.

Ana Guerra lo sabe muy bien. Aunque su matrimonio no duró mucho, su pasión por el Depor continua intacta. “Esa es otra historia”, apostilla, pero su divorcio no le impide hablar con pasión de aquel día en el que los colores del Depor llenaron una plaza en la vieja Castilla. Guerra decidió hacerse del equipo coruñés de pequeña, cuando empezó a ver el fútbol con su padre. “Le dije que quería ser del Depor o del Barça. Me dejó claro que prefería al equipo gallego. ‘Si no, tu tío, que es del Madrid, no te dejará entrar en su casa”, recuerda entre risas.

Ese desenfreno blanquiazul, con ramo y vestido a juego, a cientos de kilómetros de A Coruña, casi lleva a Guerra a suspender el convite cuando sus compañeros de peña encendieron seis botes de señalización naval que liberaron un gas azul y blanco, algo que no podría hacer en el estadio, donde no están permitidos. “El hotel se llenó de humo y saltaron las alarmas, mi madre me dijo que mi vestido olía a pólvora”, recuerda Guerra, periodista del corazón y presidenta de la peña Chamberí Blanquiazul, una de las dos que hay en Madrid, y secretaria de la Federación de Peñas del club.

Elías López y María Peiró con las bufandas de sus equipos el día de su boda.
Elías López y María Peiró con las bufandas de sus equipos el día de su boda.

En 2014, Ignacio Martín-Aragón encargó a uno de sus amigos que leyera un texto en la ceremonia de su boda. El escrito guardaba una sorpresa. Pedía por la felicidad de los novios y por el Real Madrid. “A él ni siquiera le gusta el fútbol y no sabía lo que iba a leer antes de la misa. Desde luego no esperaba esa petición. Me miró y se descojonó”, cuenta este empleado de banca de 33 años. “Al cura no le hizo tanta gracia porque era del Barça”, añade Martín-Aragón, que no pudo convencer a su novia, Estefanía Mocoroa, de que sonara el himno del Madrid en su salida de la Iglesia. Durante el banquete se desquitó y consiguió que sonara el cántico madridista.

El día del enlace también fue premeditado para que no coincidiera con ningún encuentro. “Nos casamos el mes del Mundial 2014 de Brasil y elegimos una fecha en la que no había partido”, agrega. Incluso retrasaron el viaje de novios, ya que la final estaba prevista para dos días después del casorio. España, sin embargo, no llegó tan lejos en aquella competición. “¡No hubo suerte ese año!”, se lamenta.

Lograr que la boda se celebre durante una jornada sin fútbol no es tarea fácil. El día de 2016 que se casó Elías López, valenciano de 41 años y forofo del Real Madrid, con María Peiró, catalana del Barça de 38 años, había clásico. “No podíamos ver el partido y teníamos bastante pique”, recuerda López. Los invitados, vestidos con camisetas y bufandas de ambos equipos, hicieron un pasillo a la pareja. “Intenté poner una pantalla pero no hubo manera, así que mi cuñado fue con una pizarrita contándonos cómo iba el partido.”, bromea.

Sh. Hasekura y Naoko Shigemori, un matrimonio japonés que viajó al Benito Villamarín para las fotos de su boda
Sh. Hasekura y Naoko Shigemori, un matrimonio japonés que viajó al Benito Villamarín para las fotos de su bodaReal Betis Balompié

Con la hierba en los tacones

También está de moda hacerse las fotos de boda en el campo de fútbol. Ni jardines de ensueño, ni campos de trigo dorado, ni playas desiertas. Los aficionados quieren pisar el césped del equipo de sus amores. Una experiencia de inmersión genuinamente futbolera. Amelia Sánchez, de 39 años, y Héctor Martínez, de 38, son dos abonados del Real Oviedo que empezaron su historia de amor en fondo norte del Carlos Tartiere, donde coincidían los días de partido. Cuatro años después, en 2007, se casaron. Y decidieron hacer la sesión de fotos en el estadio. Aunque no el mismo día de la ceremonia. “Tuvimos que volver a vestirnos de novios para hacer las fotos una semana después porque a la hora de la boda llovió”, recuerda Sánchez. Ahora tienen dos hijos, de 6 y 9 años, que nunca se pierden un partido.

Los seguidores españoles no son los únicos que sueñan con posar sobre el césped del campo de sus equipos favoritos. Sh. Hasekura y Naoko Shigemori, un matrimonio japonés, viajó a Sevilla en octubre de 2015 para hacer su reportaje fotográfico en el Benito Villamarín. Más de 11.000 kilómetros para enarbolar la bufanda del club de sus amores en el marco perfecto. Él de traje oscuro pero ella posó con un floreado vestido de color verde Betis.

Otra pareja nipona decidió llevar más lejos su pasión azulgrana y celebrar la ceremonia en el terreno de juego. Ocurrió en 2013 en el Camp Nou. El novio, Kenya Kishimoto, llevaba 15 años viviendo en la capital y aseguró a los medios que “aquel era el escenario de sus sueños”. Lo mismo pensó Liu Shutong, un ciudadano chino que se declaró a su novia, Liu Panqiu, durante una visita al Camp Nou. Una pedida que terminó en una boda en ese mismo lugar meses después. Solo faltó Messi.

De todos los enlaces celebrados en el Camp Nou el de Shutong y Panqiu es de los más sorprendentes. El estadio culé empezó a acoger bodas desde 2011, aunque de manera excepcional. Sigrid Sans, empleada de banca de 41 años, e Iban Anglada, exjugador de hockey sobre hielo del Barça, de 41, fue la primera pareja que celebró su unión allí, hace siete años, ante 260 invitados y los trofeos conquistados aquella temporada. “Él es más aficionado que yo”, comenta Sans, que accedió a casarse en el recinto por la originalidad de la propuesta y el entusiasmo familiar. “Mi padre, aficionado del Real Madrid, nunca había estado en el campo y se quedó alucinado”, recuerda sobre el evento, que fue cubierto por varios medios de comunicación.

En Mestalla también ha habido sí quieros. Hasta ahora dos, y de gente de la casa. Loles Ruiz fue la primera en junio de 2016. “Mi marido me preguntó: ‘¿Por qué no nos casamos en Mestalla?’. Pensé que me estaba gastando una broma porque a él no le gusta mucho el fútbol.”, rememora Ruiz, de 36 años, responsable del departamento de patrimonio histórico y del museo del Valencia Club de Fútbol.

Loles Ruiz y Marc Machí durante su boda en Mestalla.
Loles Ruiz y Marc Machí durante su boda en Mestalla.

Una concejala del Ayuntamiento de Valencia se prestó para oficiar la ceremonia. “No era muy futbolera pero le hacía ilusión celebrar la primera boda en el campo”, añade Ruiz. El acto tuvo lugar junto a la salida de vestuarios. “Donde está el escudo”, especifica Ruiz. Los invitados, 317, se sentaron en la tribuna central, las amigas de la novia en el banquillo del Valencia y los amigos del novio en el del rival. “Nuestros familiares del Barça y del Madrid estaban encantados”, asegura. Así comenzó “El mejor partido de sus vidas”, como rezaba la pancarta que daba la bienvenida a los asistentes. Tras esta primera experiencia, Mestalla albergó la boda de un jugador. “Ricardo Arias me copió”, comenta Ruiz entre risas. El histórico excapitán fue el segundo, ese mismo año.

Sin saber cuánto duraría su amor, esperando que fuera seguramente “hasta que la muerte los separe”, una aficionada del Betis recurrió al jugador Joaquín Sánchez para pedir matrimonio a su novio. En septiembre de 2017 ella pensó que quizá sería más receptivo a su mensaje de amor y compromiso si se lo decía un futbolista. Para ello capturó la atención del jugador gaditano a la salida de un entrenamiento con un cartel enorme en el que requería sus dotes de influencer. Joaquín se prestó encantado. “La chavala se lo ha currado con la pancarta”, declaró entonces el centrocampista a los medios. “Como le digas que ‘no’, voy a buscarte yo”, bromeó. Tras ver el vídeo, el novio dijo “sí” y Joaquín los festejó: “¡Claro que sí! Con dos cojones”. Y la pareja invitó al futbolista a la boda.

INVITACIONES DE CAMPEONATO

Tartas con forma de balón sobre un césped de azúcar verde, figuritas de novios haciendo un regate e invitaciones con forma de entrada a un partido. Los novios quieren que sus bodas reflejen su personalidad. "La gente saca su lado friki y quiere referencias a El señor de los anillos, a La guerra de las galaxias y también al fútbol", argumenta Diana Pablo, socia de Letters and Letters, una empresa catalana de planificación de bodas.

 

El día de sus esponsales, Esther Concha, barcelonesa de 42 años, pasó a sus invitados un folio con una encuesta de satisfacción en tono jocoso en la que también aparecían ella y su marido vistiendo la camiseta del Barça. “Los dos somos muy forofos”, cuenta. “Como soy coordinadora de calidad en una empresa, me hacía combinar las dos cosas”, recuerda Concha. El resultado no pudo ser mejor. Recibieron un 100% de satisfacción. “Normal, no había opción a decir que no les había gustado”, recuerda entre risas


Archivado En