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Entonces, de repente, los Alpes

El Tour trepa con tres días intensísimos: seis ‘hors catégorie’ en 440 kilómetros

Desde la izquierda, Thomas, Rowe, Castroviejo y Froome, del Sky, ayer en Chambéry.
Desde la izquierda, Thomas, Rowe, Castroviejo y Froome, del Sky, ayer en Chambéry.JEAN-PIERRE CLATOT (AFP)

Los del Movistar están en un hotel con terraza al lago de Annecy y vistas a las montañas que lo rodean. La Forclaz, a su izquierda; Semnoz, la montaña mágica de Nairo, a la derecha. Se acostaron a media noche, sin nada ver, con la cabeza aún entre los adoquines de Roubaix, tan adorables. Cuando se levantaron, entonces, de repente, como los protagonistas de un cuento infantil llamado Tour de Francia, estaban rodeados de Alpes, y de su olor, y sintieron fuerte su llamada. Montaron en bicicleta y subieron y bajaron la Forclaz de Montmin, dos horas de pedaleo suave para empezar a sacarse el pavés de las piernas e intentar que sus biorritmos, tan calibrados al milímetro para el Tour, no se desbaraten el día sin etapa.

“Si ellos tienen tres, nosotros tenemos dos, y qué dos”

Habló el Sky el día de descanso. Hablaron Froome y Thomas, la bicefalia con la que el equipo que más ha dominado el Tour los últimos años (exceptuando en 2014, cuando Froome abandonó tras caerse bajo la lluvia el día del pavés, desde 2012, primero con Wiggins y cuatro veces con Froome, el conjunto británico ha ganado la carrera siempre), quiere anular el mito creciente de triple cabeza del Movistar. “Como yo solo no podría contrarrestar a los tres del Movistar, es fantástico que Geraint Thomas pueda liderar también el equipo”, dijo Froome. “La carretera decidirá quién es el líder”. Antes de la montaña, Thomas, que no ha sufrido ningún percance, aventaja en 59s a Froome en la general.

Y todos oyeron eso y a nadie le extrañó que Thomas, un galés de 32 años con formación de pistard y nulas capacidades escaladoras hasta hace poco, se presente como pretendiente a la victoria en el Tour. En sus ocho Tours anteriores, el mejor puesto de Thomas, compañero ya de Froome en el Barloworld, en la prehistoria de sus carreras, ha sido el 15º, en dos ocasiones. Claro, que entonces no había alcanzado el grado de delgadez cetónico que le permite multiplicarse contra la gravedad. En su palmarés, una París-Niza y una Dauphiné.

“El histórico, en efecto, no le avala, pero no me fío ni un pelo. Claro que es peligroso”, dice Unzue.

Y Valverde, Nairo y Landa se sintieron rejuvenecer, casi niños de excursión, como en otros hoteles, en otras rutas, se la gozaban Bardet, Roglic, Urán, Nibali, Froome, Thomas, Dumoulin, Fuglsang, Majka, Yates, Mollema, Barguil, Dan Martin y Zakarin, la lista casi interminable de pretendientes que se sienten legitimados para aspirar a todo. No se recuerda un Tour en el que la planicie haya erosionado menos. Exceptuando al desgraciado Richie Porte, que se volvió a romper en la novena etapa, como en 2017, todos los escaladores llegan intactos a su territorio, encerrados en los 162 segundos, fruto de caídas y averías varias, que separan a Geraint Thomas de Martin, segundo y 24º en la general.

“Nunca, en efecto, habíamos llegado a la primera montaña con tal nivel de escaladores y tan en forma”, dice Eusebio Unzue, el jefe del Movistar que tanto temía los infinitos días de llano y que tan bien los ha pasado su trío que sus acciones, visto lo que hicieron en Roubaix, se han disparado. “Y la verdad es que los míos me sorprendieron a mí también. De Valverde podía esperarse que estuviera allí, pero ni por experiencia ni por peso ni Nairo ni Landa estaban en su terreno natural. Lo que demuestra que, aparte de tener grandes compañeros en el equipo, están muy en forma”. Como se oye en el pelotón del Tour: si están así en los adoquines, cómo no estarán en sus montañas, que aquí llegan.

Después de recorrer en nueve días casi 1.600 kilómetros, prácticamente medio Tour, tan llanos que solo debieron ascender nueve cuestas de cuarta y seis de tercera, y la altura máxima a la que se elevaron fueron los 293 metros del vertical Mûr de Bretaña, llegan de sopetón los Alpes, tan soñados por los escaladores que sufren los desarrollos de plato grande. En solo tres etapas, y entre cortas y muy cortas de longitud, 442 kilómetros en total (158, hoy; 108, mañana, y 175, el jueves, y el Alpe d’Huez) el Tour ha programado seis cols hors catégorie y cuatro primeras, lo que podría ser la alineación de un equipo de fútbol incluyendo al Cormet de Roselend, un habitual hors catégorie que ha descendido de nivel porque se sube a mitad de descenso del anterior. Sería un 3-4-3 magnífico con una delantera de escándalo: Croix Fry; Glières, Romme, Colombière; Bisanne, Pré, Cormet, La Rosière; Madeleine, Croix de Fer y Alpe d’Huez.

El jueves, Alpe d’Huez

“Los días que más contarán, creo, serán el martes y el jueves”, dice José Luis Arrieta, director del Movistar. “El martes porque es el día siguiente al día de descanso y siempre suele haber sorpresas, y el jueves, el día de Alpe d’Huez, porque es la etapa más dura. Y si los nuestros están tan fuertes como parece es porque se ha planificado todo perfectamente y llegan como tenían que llegar”.

Pese a que se hable de ellos más y mejor que casi siempre en el Tour, Unzue, maestro de la repetición, recuerda que son los mismos que antes de empezar. “Vale que nos miren diferente, pero tendremos que demostrar cada día que estamos tan fuertes”, dice Unzue, quien, tampoco pasado el pavés, la anterior estación de referencia, entra a hablar de cómo se resolverá la cuestión de la tricefalia de su equipo. “La carretera pondrá a cada uno en su sitio”, dice. “Habrá que ver qué hacen los Sky, que están perfectamente bien e intentarán aprovechar en los Alpes”.

Y el Sky es Froome, por supuesto, y una estrategia que le coronó en los cuatro anteriores Tours que terminó, todos el primero: un ataque feroz el primer día de montaña y una defensa inexpugnable los demás, y, por si acaso, la baza de la contrarreloj el penúltimo día, para los ajustes finos. “Y seguro que se ha recuperado bien del Giro, adonde llegó muy fresco”, añade Unzue, para quien la experiencia desalentadora que vivió con el intento de Nairo de doblar victoria Giro-Tour en 2017 no se aplica al inglés, un ciclista excepcional. “Mira cómo resolvió el Giro, con qué golpe. Si algo ha demostrado Froome es su capacidad de recuperación única. Su última derrota en una gran Vuelta, recuerda, fue el Formigal de Nairo en 2016...”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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