Goleadas para llorar en el fútbol base
Los lamentos del UD Parc tras un 25-0 ante el Espanyol en benjamines evidencian las diferencias enormes y una competitividad contraproducente entre muchos equipos de niños
El día más feliz para unos chavales con la ilusión de jugar al fútbol se convirtió en una infausta jornada. Se trataba de una ocasión muy especial para esos niños de ocho, nueve, diez años del equipo Benjamín del UD Parc, de la barcelonesa barriada del Fort Pienc. Se enfrentaban al Espanyol. Visitaban la Ciutat Esportiva Dani Jarque de Sant Adrià. Algunos se fotografiaron con la imagen del capitán del Espanyol fallecido de manera repentina en 2009. Sabían que se enfrentaban a un rival muy superior. En la ida, en Fort Pienc, ya había perdido por 0-12. Pero esta vez fue peor, mucho peor.
“Nos pasamos todo el partido intentando levantar a los jugadores. Durante el primer tiempo ya teníamos a los dos centrales del equipo llorando porque nos habían metido cuatro goles. En la media parte el marcador era 15-0”, cuenta Raúl Sousa delegado del UD Parc. “Entonces ya eran cinco o seis los que estaban llorando. Alguno fingió que tenía una lesión porque ya no quería volver a jugar. Intentamos animarles. Les planteamos un reto: que nos metieran menos goles que en la primera parte. Y si lo conseguían, que lo consiguieron, tenían pagada una Coca-Cola”.
Las goleadas tan abultadas no son raras en las categorías inferiores. Solo este fin de semana y en esa categoría, la Tercera División de Benjamín 7 catalana, se consigna un Esparreguera, 1; UE. Cornellà, 22. También un Sant Just, 18; Castelldefels, 0. Y un Mercat, 1; la Salut, 15. Son las más sonadas en una categoría con 44 grupos.
Fuentes de la Federación Catalana de Fútbol explican que, al tratarse de un deporte federado, no se puede arbitrar algún tipo de normativa para evitar duelos tan desequilibrados. No se puede por ejemplo, como ocurre en algunos deportes escolares, establecer un límite de goles o de puntos, si se trata del baloncesto. También se evita hacer una criba y juntar a los equipos de élite, porque se prima la proximidad. Se considera que sería negativo hacer viajar a los benjamines, niños en definitiva, del área de Barcelona a Girona o a Tarragona, o a la inversa. El resultado es que se producen goleadas tan enormes. Son los propios clubes o entrenadores los que, con mano izquierda, acuerdan a veces bajar el pistón o introducir alguna estrategia para no incurrir en semejantes dislates.
Desde el Espanyol se consigna por ejemplo que el equipo que logró ese escandaloso 25-0 es prebenjamín, es decir chavales que tienen uno o dos años menos que los rivales a los que golearon. El Espanyol, consciente de es superioridad, pidió jugar en una categoría con jugadores de más edad y la federación se lo permitió. La Federación también ha establecido que todos los jugadores de cada equipo actúen al menos en dos de los cuatro cuartos en los que se divide el tiempo de juego.
Albert Santiago, entrenador del Espanyol prebenjamín que consiguió el 25-0, explica: “Cuando vi que uno de sus jugadores estaba llorando, llamé a mi capitán y le dije que fuera a consolarle y a darle ánimos”. Santiago también hizo más rotaciones y cambios de posiciones de los habituales”.
Sousa, el delegado del Parc, considera que cada cual puede hacer lo que estime más oportuno, pero reivindica: “Somos un equipo humilde, de barrio (cuenta con 13 equipos y una escuela de iniciación a partir de los cinco años). Solo queremos un poco de respeto, que se hubieran frenado. Faltando cinco minutos para el final, hubo una falta y uno de los niños tiene marcados los tacos. Nadie del Espanyol decidió parar la intensidad del juego”. Santiago, el entrenador del equipo blanquiazul, discrepa: “Mis jugadores se interesaron por ese jugador tras esa jugada. Y eso es lo que tratamos de inculcarles, respeto y deportividad”.
Desde el club blanquiazul se hace hincapié: “En ningún momento hubo ninguna actitud de falta de respeto hacia los jugadores rivales. Y cuando se acabó el partido, la actitud fue de total deportividad”. Fue otra más de las muchas goleadas abultadísimas que se producen cada fin de semana en unas categorías inferiores en la que se enfrentan miles de equipos que, a veces, deparan duelos demasiado dispares.
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