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Europa League - dieciseisavos - jornada 1Así fue
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Athletic
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El frío incendia al Athletic en Moscú

El equipo rojiblanco firma una victoria rotunda ante el Spartak gracias a Aduriz, su mejor embajador europeo

Aduriz pugna con Kombarov
Aduriz pugna con KombarovPavel Golovkin (AP)

Milagro o resurrección. La respuesta se verá en breve cuando los resultados y el juego evalúen la trascendencia de la victoria del Athletic en Moscú, más allá de la importancia que adquiere en la Liga Europa, una competición que excita al Athletic incluso en los momentos más difíciles. Mientras tanto habrá que convenir que el frío incendió al Athletic, que durante muchos minutos echó chispas en un estadio casi indomable. El fútbol mecanizado, cuadriculado, presupuestariamente definido de antemano, anímicamente acartonado por los resultados, a veces se rebela contra el orden establecido y produce una tormenta inesperada. El Athletic la desató en Moscú precisamente cuando hacía coincidir sus horas más bajas con las temperaturas más bajas.

Ante un rival acreditado, vigente campeón ruso, caído de la Champions, el Athletic decidió levantar el vuelo. No voló como un águila real, más bien raseó el vuelo, hasta que encontró a Aduriz, un ave multiusos que lo mismo se marca un vals para engañar al portero y defensa rusos en un pase diagonal de Raúl García, que mide los milímetros en la barrera para salir a punto tras un libre directo de Susaeta. Cuando todos dormían, Aduriz ya había calentado el café y le olía a gloria.

Llegó, cuando el Athletic ni jugaba bien. No mandaba sino que era ordenado por el impulso del Spartak y, sobre todo, de Glushenko. El Athletic en su rutina veía con terror las llegadas del capitán ruso: un disparo lo despejó con las uñas Herrerín, el siguiente lo repelió el poste. Y en la primera jugada de ataque del Athletic, en tres toques, desató a Aduriz, un futbolista paciente que nunca olvida el gol.

El tanto de Rico

El ariete llamó dos veces a las puertas del cielo y le abrieron las dos. Y al Spartak se le cayeron los anillos. Tembló. Ni su figura Prome, ni su goleador Luiz Adriano, ni el paraguayo Melgarejo conseguían algo más que zascandilear por el área en busca de nueces. Los goles de Aduriz desnudaron las vergüenzas defensivas y adormiladas del Spartak. El gol de Mikel Rico llegó tras una buena acción de Williams, zanjada con un disparo que Kutepov no supo salvar en la línea de gol de forma un tanto cómica.

Parecía como si de pronto el fútbol hubiera cambiado de hábitos y el Athletic de vida. Más aún, en la segunda mitad, cuando la encaró con una sucesión de llegadas de gol y de sensación de dominio ante un rival que se movía en el campo como una peonza, tambaleado. Hasta el gol de Luiz Adriano, tras una acción genial de Glushakov. Ahí el Athletic y Ziganda dieron un paso atrás, se encajonó, con orden, pero mordiéndose los labios ante el acoso del equipo ruso, que fue acumulando delanteros y centradores para el agobio final. Pero esta vez el Athletic defendió bien y aguantó un resultado que Sabin Merino pudo redondear en el último minuto.

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