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El Estrella Roja sorprende a un Madrid desajustado

Los de Laso firman su sexta derrota en los últimos nueve encuentros, la quinta en Europa, ante un rival liderado por Rochestie y Bjelica (83-87). Doncic (20 puntos y 32 de valoración) fue insuficiente

Faustino Sáez
Antic intenta taponar a Tavares
Antic intenta taponar a TavaresJuanJo-Martin (EFE)

Diezmado por las bajas y destemplado ante la llegada del general invierno, el Madrid de estos días no puede concederse tardes de paseo ni ante el colista de la Euroliga. El Estrella Roja de Rochestie y Bjelica castigó los desajustes y la irregularidad del conjunto madridista y asaltó el WiZink Center a base de intrepidez (83-87). Un triple de Pero Antic (el decimoséptimo de los serbios) a falta de siete segundos para el final y la 14ª pérdida de balón de los locales en el ataque siguiente sellaron la quinta derrota continental de los de Laso en 10 jornadas. El coraje de Rudy y Felipe y la sobresaliente producción de Doncic (20 puntos y 32 de valoración) fueron insuficientes para disimular la gripe de un equipo que suma seis derrotas en sus últimos nueve partidos.

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En su tortuoso comienzo de temporada, el Madrid pasó de un 10-0 tan optimista como engañoso en el mes de octubre; a un balance de seis derrotas y tan solo tres victorias desde el tropiezo contra el Khimki en la quinta jornada de la Euroliga, allá por el 2 de noviembre. “En poco tiempo hemos traído a dos jugadores nuevos, Chasson (Randle) y Edy (Tavares), que se están acoplando muy bien. Pero las entradas y salidas de los lesionados siempre distraen y nos impiden centrarnos. La opción de mejora llegará con el tiempo, con la vuelta de Llull, Ayón, Randolph y Taylor. Pero no quiero pensar mucho en ello”, analizó Laso en la víspera de la visita del Estrella Roja a Madrid. “Las lecturas no son así de simples, pero si Luka (Doncic) mete el triple ante el Khimki hubiéramos ganado; si Thompkins mete el triple contra el Panathinaikos hubiéramos ganado; y si no nos cogen 22 rebotes de ataque en Tel Aviv hubiéramos ganado al Maccabi. Así iríamos 8-1 y estaríamos de cojones, con perdón”, espetó el técnico madridista para expresar lo aleatorio de una clasificación en la que siete equipos se mueven en dos partidos de distancia. La temporada pasada el Madrid concedió tan solo siete derrotas en la Liga Regular, cinco en la primera vuelta y dos en la segunda, pero tanto los blancos como el CSKA, primero y segundo respectivamente en la Liga regular, acabaron disputando la final de consolación en Estambul. El título se lo llevó el Fenerbahçe, que acabó con 12 derrotas la primera fase.

Para ajustar la contabilidad del Madrid, el Estrella Roja, colista, se presentaba en la 10ª jornada como víctima propiciatoria. Con dos iconos baqueteados como Rochestie (32 años) y Antic (35) y un grupo con poca mezcla, los de Alimpijevic solo habían despuntado con las victorias en Belgrado ante Barça y Maccabi, pero en el WiZink Center los serbios se presentaron descarados y firmes. Los de Laso arrancaron destemplados con cinco pérdidas de balón, tres faltas rápidas de Yusta y apenas un dos de tres en triples que echarse a la boca (8-11, m. 5). Sin embargo, el efervescente comienzo de Bjelica quedó anulado por la contundente aparición de Doncic. El genio esloveno anotó 12 puntos sin fallo (con un dos de dos en triples) en sus primeros cuatro minutos y medio en pista y los locales comenzaron a rodar entre la espesura (24-19, m. 10).

Los puntos de Doncic no evitaron sin embargo los berrinches de Felipe tras varias decisiones arbitrales, el sonoro calentón entre Rudy y Laso tras una sustitución inesperada para el alero, y la tensión entre el propio técnico madridista y la terna de colegiados por su descontrolado concierto de silbato en el segundo cuarto. Con más ruido que nueces en el partido, el Estrella Roja aprovechó la tensión ambiental, estiró su aplicación defensiva y, con los puntos de Rochestie y Bjelica, recobró la iniciativa en el marcador. Más allá de la ráfaga de Doncic, el Madrid seguía desencontrado, desenfocado en el tiro e impreciso en el pase. Los visitantes sellaron un parcial de 15-27 en el segundo acto y los pronósticos de sencillez para los blancos quedaron en papel mojado (39-46, m. 20). Había más debate del presupuestado. Hubo derrota inesperada.

Feldeine subió la apuesta del Estrella Roja con dos triples a la vuelta del entreacto para retratar a un Madrid a contrapié, esta vez sin la excusa recurrente del calendario tras haber disputado un solo partido en los 12 días previos (42-52, m. 22). Donci apretó de nuevo los dientes para llamar a la reacción, pero el segundo triple de Antic nubló un poco más el panorama para los blancos (47-60, m. 26). Sin solidez para cerrar el rebote ni automatismos para gobernar la contienda, los de Laso elevaron las líneas de presión como medida de urgencia, pero llegaron muy exigidos a la recta de meta (58-67, m. 30). Cuatro triples, dos de Rudy y dos de Carroll, activaron el plan de emergencias y, en mitad de una defensa voraz encabezada por el propio Rudy y el hasta entonces inédito Randle, el Estrella Roja perdió su colchón (69-70, m. 33). Sin embargo, en mitad del optimismo local, Dangubic penalizó el sobreesfuerzo madridista con dos triples. No se levantó el Madrid. Los de Laso sufren y sestean estos días, pero tienen coartada y un auténtico arsenal vestido de calle. Los blancos esperan a Taylor en breve, a Randolph a corto plazo, a Ayón para marzo y a Llull para abril. Si el parte médico cuadra y la salud no juega malas pasadas, los blancos tienen un interesante horizonte de crecimiento cuando despunte la primavera y comiencen a repartirse los boletos para la final four de Belgrado. "No puedo hacer magia. Tenemos que reconstruirnos", explicó Laso tras la derrota.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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