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Saúl reanima al Calderón en el Atlético de Madrid - Eibar

El tanto del volante, a 20 minutos del final, desata toda la parefarnalia que se prepara el miércoles para el derbi europeo

FOTO: Saúl celebra el gol ante el Eibar. / VÍDEO: Rueda de prensa de Diego Simeone.Vídeo: SANTI BURGOS / ATLAS
Ladislao J. Moñino

Las gradas a rebosar y una pancarta, “Combato y me levanto”, como respuesta al mosaico del Bernabéu, considerada ofensivo por los rojiblancos, que hizo referencia a las finales de Milán y Lisboa. En el ambiente estaba que el partido con el Eibar examinaba la sensibilidad de la hinchada rojiblanca y el estado anímico y futbolístico del Atlético tras el varapalo del derbi.

La grada, animosa, protagonizó un acto de fe cantando el himno a capella. Su equipo, de inicio, aún pareció convaleciente de la dura derrota sufrida el pasado martes. Por momentos, la dificultad para romper al Eibar, para generar jugadas amenazantes, contagió a gran parte de la grada, que mutó al silencio y al runrún. Hasta que Saúl enganchó esa rosca rasa y esquinada desde la media luna, el estadio entero no volvió a palpitar de forma generalizada. Fue un precalentamiento de lo que se espera el miércoles. De nuevo el himno a pulmón, los cánticos a Simeone, a Luis Aragonés y esa entonación que sugiere a sus jugadores que demuestren quién manda en la capital. Fueron 20 minutos de ensayo general. Toda la parafernalia reservada para el que será la última cita europea y el último derbi en el Calderón afloró con ese tanto de Saúl, incluido el hasthag “No lo pueden entender”, alentado desde la megafonía y los videomarcadores.

El gol de Saúl, con el empate del Sevilla, es la llave que puede abrir de forma definitiva la necesitada caja de la próxima Champions. Con un punto, siempre y cuando el conjunto andaluz lo sume todo, le bastaría al Atlético. Un simple empate en el Bernabéu la próxima jornada deja a los de Sampaoli fuera de la tercera plaza. El salto y la invasión de Simeone cuando el colegiado señaló el final, la afición sin marcharse y la salida de los jugadores para recibir el apoyo del público culminaron ese aperitivo de energía y sentimiento que le espera al Madrid.

La alineación ya era extraña desde el principio, sin un nueve, con Torres y Gameiro en el banquillo. Más extraña aún pareció la formación cuando en el once no estaba Correa, con el que había probado Simeone el día anterior y apareció inscrito en los onces oficiales distribuidos por el club. Finalmente, el que jugaba era Carrasco. El club informó de que el error se debió a un fallo en la transcripción.

Esa alineación sin un nueve, completada con Thomas como novedad en el lateral derecho y Gaitán como volante, tardó 20 minutos en meterse en el partido. Se encontró enfrente con un equipo que enseñó las hechuras que aún le permiten competir por una plaza en Europa. Bien parapetado en el medio bajo el mando de su capitán Dani García, un mediocentro con más fútbol y sentido del juego que nombre, y con Pedro León e Inui amenazantes, el Eibar arrancó sin complejos. Pareció intuir la salida comatosa del Atlético y le agobió con una presión ordenada y varias incursiones por las inmediaciones del área de Oblak. En una de ellas, el chisposo Inui puso a prueba al meta esloveno con un disparo duro, pero centrado.

Ese letargo inicial le duró al Atlético lo que Filipe, Koke y Girezmann tardaron en empezar a buscar combinaciones rápidas, Saúl a barrer y Carrasco a intentar desmarques en profundidad. Saúl le detectó uno y el belga hizo todo bien menos la definición. Con un recorte a la carrera puso en contacto los glúteos de Ramis en la hierba, pero se cebó con un remate potente y alto ante la salida desesperada de Yoel. Saúl tuvo la otra gran ocasión perdida del Atlético en el primer tiempo. Fue la única vez que el correcto Thomas ganó la línea de fondo. Su centro atrás lo recogió el volante cerca del punto de penalti y ante la muralla que habían formado los defensas del Eibar debajo de los palos buscó un ajuste a la escuadra que se le fue por poco. En el imaginario colectivo debió aparecer de nuevo la cita del miércoles. Ese par de ocasiones deberán tener un destino más certero si se quiere concertar lo que parece un imposible.

Sin acierto ante el gol, Simeone dejó en el banco a Gaitán, que sigue sin ofrecer esa diferencia técnica por la que el club desembolsó 35 millones de euros. En su lugar entró Fernando Torres, que, más o menos acertado, aún agita al personal desde el esfuerzo y el orgullo de defender unos colores. Sin un juego fluido, pero volcado en campo del Eibar, Filipe, que debió ser expulsado cuando tenía una amarilla y puso la bota en la cabeza de Enrich, tuvo dos ocasiones antes de que llegara ese gol que hizo revivir al Calderón. Godín ganó una pelota larga en el flanco izquierdo del ataque. Su pase raso lo dejó pasar Torres y lo conectó Saúl con un zurdazo tan perfecto como dañino. Faltaban esos 20 minutos que hicieron brotar el volcán que será el Calderón el próximo miércoles.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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