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Rossi reemprende su vía crucis con su quinta lesión de rodilla

El futbolista italiano del Celta deberá operarse tras una rotura de ligamento y estará al menos seis meses de baja

Giuseppe Rossi en la Copa ante el Valencia, en enero.
Giuseppe Rossi en la Copa ante el Valencia, en enero. S. Sas (EFE)

Dejó Balaídos preocupado porque había sentido un chasquido en la articulación, apenas tenía un leve derrame, pero Giuseppe Rossi se temía la mala noticia que las pruebas médicas han confirmado: el delantero del Celta sufre una rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda, necesitará cirugía para repararlo y no podrá volver a jugar antes de seis meses. Se trata de una nueva muesca en uno de los calvarios más penosos de un futbolista de elite en los últimos años. Es la quinta lesión grave que sufre el jugador italiano desde que en octubre de 2011 en un partido en el Santiago Bernabéu con el Villarreal sufrió idéntico destrozo al actual, pero en la rodilla derecha. Todos los siguientes problemas le golpearon ahí, pero ahora la desgracia se ceba en la que mantenía intacta.

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Aquella tarde en el Bernabéu se inició un vía crucis que llevó a Rossi por un camino opuesto al de dos Eurocopas y un Mundial, quien sabe si al de una sustanciosa nómina en un equipo grande. Para el Villarreal marcó un total de 80 goles en 181 partidos, 32 en 50 en la temporada posterior a su descarte del Mundial de Sudáfrica después de que Marcelo Lippi le dejase con un pie en la escalerilla del avión. Pero aquel partido en Madrid fue el último de Rossi con la equipación amarilla porque cuando en abril de 2012 ya contaba los días para reaparecer el ligamento operado volvió a quebrarse y le abocó a dos nuevas operaciones, una de ellas para realizar un injerto óseo en la rodilla. Entonces decidió ponerse en manos del doctor Richard Steadman en su clínica de Colorado. Allí acudirá de nuevo tras este nuevo golpe.

Esa recaída llegó acompañada del descenso del Villarreal a Segunda y requirió una readaptación a la competición que se demoró trece meses más. Para entonces, mayo de 2013, Rossi ya era jugador de la Fiorentina, que había apostado con él cinco meses antes. El club italiano pagó diez millones de euros por la ficha de un futbolista convaleciente, pero la siguiente temporada sintió que lo amortizaba. Rossi retomó su mejor versión, anotó 15 goles en 18 partidos y se consolidó en la selección italiana. Hasta que una alevosa entrada de Rinaudo, un defensa del Livorno, le dañó de nuevo en su maltrecha rodilla. Steadman optó entonces por un tratamiento conservador, estaba ante un ligamento dañado, pero no desgarrado y el objetivo era poder llegar al Mundial de Brasil. Rossi paró durante cuatro meses y regresó con prisa por demostrar que debía estar entre los 23 elegidos de Prandelli, pero otra vez estuvo entre los últimos descartes. “No estoy fuera de forma, que miren las pruebas médicas”, clamó el futbolista. Su abuelo intervino en un programa de la televisión italiana y no ahorró epítetos hacia el técnico que descartó a su nieto. “Es un traidor, un farsante. Ha engañado a mi nieto”.

Tras el golpe llegó otro más, una lesión de menisco al regreso del verano que exigió una artroscopia y un nuevo parón hasta que en el marcado invernal Rossi buscó minutos en el Levante, donde pese al descenso dejó una grata impresión. En verano se reincorporó a la Fiorentina, pero antes del cierre del mercado cerró su pase al Celta con un vínculo que le une al club gallego por una temporada con opción a otra. Su aportación al equipo ha sido leve hasta que hace justamente una semana anotó tres goles en el partido contra Las Palmas. “Necesitaba una actuación así”, ponderó entonces su técnico Eduardo Berizzo, que siempre tuvo palabras de afecto y consideración hacia el futbolista: “Es un profesional superlativo, educado y de los que hacen equipo. Su adaptación ha sido fantástica”, explica el entrenador argentino. Durante su estancia en Vigo, Rossi, que acaba de cumplir 30 años, apenas había encontrado minutos en los partidos importantes, seguramente lastrado por su falta de ritmo tras tantos infortunios y por la eclosión de Iago Aspas. En realidad la definición que Berizzo tras el fichaje del italiano era un retrato del astro de Moaña: “Concibe bien el juego, genera ocasiones y las finaliza, puede jugar en punta, bajar a combinar o caer hacia la banda”. Nunca logró extraerles fruto a ambos en un mismo once.

Rossi cayó apenas pasada la media hora del partido de este domingo frente al Eibar. Había acudido a la disputa de un despeje sobre la línea de medio campo que controlaba con el pecho el central visitante Gálvez. Llegó tarde, casi al límite de la infracción, para saltar y cargar al zaguero y en la caída realizó un mal gesto en el que a simple vista semejó que la rodilla que más había sufrido era la derecha. No fue así. Rossi torció el gesto y salió del campo por su propio pie con un rictus de preocupación y la mirada en la pierna izquierda. Juan José García Cota, médico del Celta y de la selección española, refirió que acudirá con el futbolista a Estados Unidos para estar presente en la operación quirúrgica. “Es una lesión con un buen pronóstico de recuperación y el chico está animado y con el pensamiento positivo que se debe tener para recuperarse”, explica el galeno. “Nunca pienso en la mala suerte. Si piensan en ella sales desde varios metros atrás y no te recuperas. Si usas mucho los pies y las piernas en tu trabajo es normal que algo se rompa tarde o temprano, pero es la cabeza la que manda”, apuntaba Rossi en A modo mio. My Way, una suerte de autobiografía hace dos años y medio.

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