Alex Pella, la vuelta al mundo en 40 días
El navegante español y la tripulación de Francis Joyon baten en más de cuatro días el récord que estableció Loïck Peyron en 2012
La vuelta al mundo en 40 días, no aquellos 80 del viaje de Phileas Fogg en la novela de Julio Verne. Para ser concretos: 26.412 millas (42.500 kilómetros) en 40 días, 23 horas, 30 minutos y 30 segundos. Es el tiempo que ha tardado el IDEC Sport en completar la circunnavegación más rápida que existe. Y además de llevarse el trofeo Julio Verne, ha batido un récord. El trimarán ha cruzado la meta la mañana de este jueves entre el faro Créac’h, en la isla francesa de Ouessant, y el de Lizard, en Inglaterra. Lo ha logrado con una embarcación ligera, 31 metros eslora, y un equipo corto: cinco navegantes y el patrón: Francis Joyon, de 60 años de edad y la satisfacción del deber cumplido. Probablemente solo él tenía clarísimo que lo podía conseguir, especialmente después de haberse quedado tan cerca de lograrlo a finales de 2015, cuando no pudo superar los registros de Loïck Peyron (45 días, 13 horas, 42 minutos y 53 segundos). Entre sus tripulantes, un español, Alex Pella, un barcelonés de 44 años al que se rifan en la Bretaña francesa.
Joyon, cuyo principal rival era el Spindrift Racing de Dona Bertarelli (hermana de Ernesto Bertarelli), que llevaba más tiempo preparándose para disputar la contrarreloj oceánica, con mayor presupuesto y una embarcación mejor, apostó por Pella (Bernard Stamm, Gwénolé Gahinet, Sébastien Audigane y Clément Surtel han formado el resto de la tripulación), por recomendación de un amigo común y casi sin pestañear.
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— Francis Joyon - IDEC SPORT (@FrancisJoyon) January 26, 2017
El navegante catalán, de dilatada experiencia pero poco éxito en España, asume su trayectoria y las dificultades que se ha encontrado por el camino sin rencor alguno. “Mi actividad no tiene reconocimiento en España ni en Cataluña, la vela no tiene el mismo tratamiento que en Francia, ni el mismo apoyo popular; aquí tiene una vertiente sociocultural brutal, no se ve solo como un deporte”, explica, todavía emocionado por que hayan ido a celebrar el triunfo de su equipo unas 3.000 personas a su llegada a puerto. “Aquí la gente me para por la calle, eso en España sería impensable”, añade.
Pella quedó cuarto, junto a Pepe Ribes, de la Barcelona World Race del 2010-2011. Y se impuso en la Ruta del Ron de 2014 tras un intento frustrado por enrolarse en la Vendée Globe: no pudo encontrar patrocinadores para que el proyecto resultara rentable. Sin embargo, aunque no logró participar en la regata más salvaje, se convirtió en el primer no francófono en ganar una regata en solitario en aquella Ruta del Ron en la que se impuso a otros 42 regatistas.
Para lograr el récord y ser digno del Trofeo Julio Verne hay que batir otros récords por el camino. El IDEC Sport lo hizo en su travesía. Batió los récords de velocidad en dos de los tres grandes cabos, el de Leeuwin (Australia) y el de Horno (Chile). A ello les ayudó el meteorólogo del equipo, Marcel Van Triest, que se quedó en tierra, e iba informando de por dónde se encontrarían las mejores condiciones. Él les guió, les ayudó a diseñar la mejor navegación en el menor tiempo posible. Así, por ejemplo, lograron cruzar el Oceáno Índico en solo seis días. Y de nuevo batieron un récord. Navegaron más de 800 millas en 24 horas y alcanzaron velocidades de 40 nudos.
Fueron conscientes de que lo podían lograr cuando alcanzaron el Cabo de Hornos. “Llevábamos 26 días e íbamos cuatro días y medio por delante del récord. No nos lo podíamos creer. Durante la travesía es difícil percatarte, el ritmo es tan intenso...”, explica Pella.
Pese a la hazaña, Pella no es el primer español en ganar el Trofeo Julio Verne. El pionero fue Juan Vila, otro barcelonés, que fue considerado el mejor navegante del mundo. Lo logró en 2012 junto a Loïck Peyron.
Engancharse a una borrasca y volar a 35 nudos
Explica Alex Pella que uno de los momentos en los que el ánimo de la tripulación se vio más afectado fue cuando se quedaron enganchados en el Ecuador, en la bajada del Atlántico. “Además, veíamos que el tiempo en el Cabo de Buena Esperanza no era nada bueno”. Pero, de pronto, cuenta, se les abrió una ventana justo delante. Enfilaron hacia el sur a 35 nudos de media. “Te la juegas, vas a mucha velocidad durante muchos días. Nos enganchamos a una borrasca desde mitad del Atlántico, por el Índico y el Pacífico, hasta que llegamos a Nueva Zelanda, casi tres cuartos de nuestra vuelta al mundo”. Ese es el secreto del éxito de su circunnavegación: “La clave es ir a la velocidad que van las borrascas, unos 25 nudos, y aquella iba a 35. El ritmo a bordo era una locura. Era súper complicado trabajar y hacer vida en el barco. Y solo conseguíamos dormir porque estábamos muy cansados. No la soltamos hasta que no se deshizo”, recuerda.
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