Piqué y la cabra de la Legión
Este señor que corta mangas donde no está la bandera española no guardó luto por la muerte de un símbolo patrio
Hace dos semanas ocurrió un hecho del que apenas se hicieron eco los medios de comunicación. Murió Pepe, el macho que desde 2005 venía ejerciendo de cabra de la Legión. Por aquellos días, la selección española disputaba un partido vital ante la peligrosísima Albania. Sorprendentemente, ninguno de nuestros jugadores mostró signo alguno de pesar ante tan luctuoso episodio. El de Pepe, entiéndase. Ni siquiera Sergio Ramos, hombre devoto de los emblemas patrios, al que nada le gustaría más que saltar al césped vestido de purísima y oro. No hubo brazaletes negros, ni minuto de silencio, ni gesto alguno de condolencia, lo que no hace sino certificar que esta selección anda escasa de patriotismo. Por eso quizá la llaman La Roja. Pero sucedió que a uno de sus miembros, Piqué, no se le ocurrió otra cosa que recortar las mangas de su camiseta, porque le apretaba, aseguró después, vana excusa cuando sus verdaderas intenciones eran otras, aviesas sin duda. Ajeno a lo acaecido con el cornúpeta animal, decidió el defensa hurgar en la herida y levantar en armas a los más acérrimos defensores de las esencias del imperio. Así que, en pleno delirio, imaginó que en su indumentaria había un ribete con los colores de la bandera nacional y, tijera en mano, a por él se fue. Nadie se lo afeó en el vestuario. Ni siquiera Ramos, que utilizó la misma camiseta que su colega, una prenda en la que no había ribete alguno, ni rojo ni amarillo.
Entonces sucedió que alguien, perspicaz sin duda, cayó en la cuenta de tan trascendente suceso, que en el fondo no era sino una castración de la enseña que a todos nos guía. Dio pues la voz de alarma y, de inmediato, la jauría que vomita en las redes sociales, y que tanto bien hace al periodismo rojigualdo, acudió solícita a la batalla y comenzó a despellejar a Piqué, acusado de ultraje a tan sagrado símbolo. Algunos medios de comunicación se hicieron eco del asunto y, como ese perro que se moja y se sacude, esparcieron sin recato el estiércol, que cayó encima de lectores, oyentes y televidentes varios. Es lo que ocurre cuando en esa profesión que algún día fue seria, llamada periodismo, la agenda la marcan las redes sociales y los éxitos están al albur de cuantos pinchazos en la Red acumule una noticia.
El asunto del corte de mangas de Piqué a una camiseta con la bandera española que no tenía la bandera española acabó con el jugador anunciando su retirada de la selección para 2018, mientras sujetaba la elástica, virgen y sin seccionar, de Ramos. Preguntado sobre lo ocurrido, el gran Luis Suárez, el gallego, respondió: “Si buscas pelea, la encuentras”. No le falta razón al único jugador nacido en España que ha ganado un Balón de Oro, ese premio que no consiguieron Raúl y Xavi, lo que a ojos de este articulista confiere al galardón el mismo pedigrí que el que pueda tener la muñeca Chochona. La condición de pendenciero de Piqué está fuera de toda duda, sobre todo cuando de la rivalidad Barça-Madrid se trata. Pero este señor nunca, jamás, ha faltado al respeto a la selección española, por la que se ha partido el pecho y el alma desde que tenía 15 años. Y tiene 29.
Nunca oiremos a Piqué, porque dejaría de ser Piqué, una frase como la que acaba de pronunciar Mariano Rajoy: “Lo mejor que puedo hacer es estar callado”. Quienes seguimos con devoción las siempre atinadas locuciones del presidente mostramos públicamente nuestro pesar, no sin antes recordar a los futbolistas que cortan mangas sin pedir permiso a los fanáticos del gen patrio aquella otra sentencia de Rajoy: “Los españoles son muy españoles y mucho españoles”. Sobre todo Pepe, que en paz descanse.
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