Los últimos fueron los primeros

Fue una etapa bíblica, en la que esta vez sí, los últimos fueron los primeros. Los últimos del desastre de Formigal cuando 93 corredores llegaron fuera de control y debían ser expulsados de la carrera. Eran demasiados para mermar la carrera. La unión hizo la fuerza, el barullo dictó su ley y la organización de acuerdo con los comisarios y los equipos decidieron salvarlos del infierno, del oprobio que suponía irse a cada de esa manera.

Pues bien, quiso el destino que en la etapa de este lunes, la que acababa en Peñíscola, la ganase uno de esos indultados por la organización, el luxemburgués Drucker que llegó en el grupo a 53 minutos en la etapa del domingo Pero no solo fue él. Los trece primeros de la etapa eran indultados de Formigal. El colombiano Chaves, que entró en el 14º lugar (no por disputa, sino por precaución física) era el único “legal” de la clasificación. El ganador “legal”

Más aún. La única escapada que tuvo alguna consistencia, aunque estaba destinada a morir tarde o temprano, estaba formada por seis ciclistas, cuatro de ellos también eran amnistiados de la etapa maldita. Solo el italiano Villella y el español Maté tenían los papeles en regla: Dillier, Bystrom, Faría da Costa y Morice corrían con el indulto en la espalda.

El francés Geniez había declarado que lo lógico es que hubieran sido expulsados por fuera de control. El ganador Drucker, afectado favorablemente por la decisión, aseguraba que era “una situación difícil. No es que no lo intentásemos, es que no podíamos seguir. Y las reglas son las que hay”.

El vasco Pello Bilbao, también afectado en aquella espantada reconoció que “fue difícil de gestionar. Unos querían tirar y otros no. No es fácil organizarse en esas circunstancias. Al final decidimos llegar todos juntos”. Y como así llegaron, así los salvaron. Y uno de ellos ganó hoy. Fue una victoria legal, pero discutible.