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EL QUE APAGA LA LUZ
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Emery y su minuto de gloria

Gracias a equipos como el Sevilla el fútbol español gobierna Europa. Pero pronto volverá el matonismo ideológico y no es extraño que alguien grite "¡Unai, vete ya!"

Emery da instrucciones desde la banda.Vídeo: JUANJO MARTÍN (EFE) / EFE

El fútbol español se encuentra inmerso en su particular quincena de gloria. Ocurre año tras año, cuando por estas fechas se disputan las finales de los dos grandes torneos continentales. Uno, llamado Liga Europa, que se sigue denominando así de manera incomprensible, pues bien merecía llamarse Liga Sevilla. El otro, la Champions, que no conoce ningún ganador que no sea español en sus tres últimas ediciones. Jamás en la historia había sucedido nada igual, que clubes de un mismo país copen durante tres temporadas todos los premios europeos. El fútbol español aclama con deleite a los Messi, Cristiano, Griezmann y compañía y, de cuando en vez, regala su minuto de inmortalidad a gente que responde al nombre de Emery, Coke o Vitolo. Un minuto, no más, que ya vendrán tiempos en los que la condena del viejo vicio de olvidar caiga sobre ellos al grito, por ejemplo, de “¡Unai vete ya!”.

Unai Emery nació en Hondarribia hace 44 años y presenta un palmarés con tres títulos europeos consecutivos, algo que solo un entrenador en la historia había conseguido: Bob Paisley, ejecutor desde el banquillo del mejor Liverpool que conocieron los tiempos, con el que encadenó una Copa de la UEFA y dos Copas de Europa entre 1976 y 1979. Emery es hoy uno de los técnicos más cotizados del continente y lejos quedan los tiempos en los que, jornada tras jornada, abandonaba el banquillo entre la repulsa general. Le ocurrió en su etapa en el Valencia, donde la afición no le perdonaba que quedara tercero en la clasificación, un puesto por lo visto menor para tamaña institución, siendo solo superado por dos conjuntillos de medio pelo llamados Barça y Real Madrid. Eran días en los que Mestalla, amén de alojar en su palco a presuntos corruptos de diversa índole, todos muy populares, clamaba contra el técnico al grito de “¡Unai vete ya!”. Y Unai se fue.

Para valorar lo que el Sevilla y Emery, más allá de la derrota de ayer, han conseguido basta un dato. Solo un entrenador español había conquistado hasta ahora tres de los grandes títulos europeos con un mismo club. Miguel Muñoz se llamaba, y lo hizo con el Madrid de Di Stéfano y, luego, de los ye-yés. Lástima que aquellos títulos no cuenten. Así al menos opinan 63.000 personas, que han firmado una petición para que al Real Madrid se le desposea de las primeras seis Copas de Europa. Y lo piden “en nombre de los valores que representan el deporte y la democracia”. Hay que tener mucho tiempo libre, amén de poseer un notable grado de estupidez, para pergeñar o apoyar semejante necedad. Claro que esa teoría hace meses que la publicitó un vicepresidente del Barça, de apellido Cardoner, que habló del favoritismo que tenía el Madrid en aquellos días en blanco y negro.

El favoritismo lo provocaba el general Franco, al que la Europa futbolística obedecía no se sabe bien por qué. Una Europa por la que él, culo inquieto como era, viajaba tan a menudo, solicitando, y consiguiendo, prebendas para el Madrid. Perdón. Me apunta gente ilustrada que el individuo al que nos referimos jamás viajó más allá de Portugal. Lo mismo da. Desde El Pardo movería los hilos igual que hoy, seguro, se mueven desde La Moncloa, como demuestra la persecución judicial al Barça. Que dicen que la hay, palabra, mientras el equipo ahuyenta supuestas conspiraciones de título en título y de récord en récord. Allá en La Moncloa, Mariano Rajoy se encontró el miércoles con que no tenía manera de informarse en el desayuno, dado que el Marca, por vez primera en 78 años de vida, no salió a la calle. Y no salió gracias, y sobre todo, a su querida y nunca bien ponderada reforma laboral, que los trabajadores del diario le agradecen sobremanera.

El fútbol español se encuentra inmerso en su particular quincena de gloria. Pero pronto pasará, y se volverá al matonismo ideológico frente a las opiniones distintas, matonismo que ganará de nuevo gracias al grupo armado del pensamiento único que no tolera que haya mil maneras de ver el fútbol. Un minuto tiene, pues, Emery para disfrutar. Cuando acabe, ya sabe lo que le toca: “¡Unai vete ya!”.

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