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Una fiesta compartida

La afición del Granada celebra la permanencia lograda en la jornada anterior al tiempo que la del Barça se felicita por la conquista de una nueva Liga

La expedición azulgrana celebra el título en Los Cármenes.Foto: atlas | Vídeo: Alejandro Ruesga / Atlas
J. QUIXANO

Un centenar de personas apostado frente al hotel Abades de Granada perseguía una foto, un autógrafo o simplemente dar el último aliento de la Liga a los jugadores del Barcelona, que permanecieron ajenos al ruido —incluso cuando bajaron a comer, a las 13.00 horas, lo hicieron por unos portones que prohibía el contacto con los aficionados instalados en el hotel—, por más que se palpaba la tensión por cualquier rincón. “Hoy hay que ganar, ¿no?”, se convencía un directivo. “Vamos a ver, vamos a ver”, le respondía otro momentos después. “No molestéis al mister ¿eh?, que hoy no está para eso”, soltaba un tercero con ironía. “A ver, a ver”, repetía como una coletilla el anterior directivo. Era día de fiesta o entierro, y todo se decidiría en 90 minutos. Una vez pasados, ganó el confeti.

El equipo celebra hoy el título con una rúa

El típico autobús descubierto paseará hoy a los jugadores y equipo técnico del Barcelona, recién proclamado campeón de Liga, por las calles de Barcelona, para celebrar con los aficionados azulgrana el primer título de la temporada (el equipo aún debe jugar la final de la Copa del Rey).

La rúa arrancará a las 18.00 desde el World Trade Center, en el Puerto, y llegará hasta la avenida de Rius i Taulet, tras recorrer todo el Paral·lel hasta la Plaça d'Espanya.

Aunque de buena mañana poco se veía en Granada, hasta el punto de que algún avión no pudo aterrizar y debió pasar primero por Málaga para repostar, cuando se aclaró el día se observaron muchas camisetas del Barcelona por los aledaños del estadio, peñas de toda Andalucía dispuestas a festejar el título. “Vamos a ganar fácil y se lo vamos a dedicar a Benzema”, soltaban unos jóvenes que buscaban su momento de gloria ante las cámaras de televisión. “Visca el Barça y visca Cataluña”, decían los más, con un acento de la tierra pronunciado. “Oh le le, oh la la, ser del Barça es el millor que hi ha”, se escuchaba también cada dos por tres. Instantes después, sin embargo, al tiempo que abrieron las puertas de Los Cármenes, se impuso la megafonía, que arrancó con Eyes of the Tiger, de Survivor, para dar paso a la canción de Campeones [Oliver y Benji], preludio de la batalla; preludio de fútbol.

También se hizo oír el estadio cuando salió el equipo azulgrana a calentar, un aplauso que no indicaba que jugara fuera de casa. Aunque poco después el mosaico blanco y rojo dejó a las claras que antes que nada la gente festejaba la permanencia del club en Primera, gesta lograda la jornada anterior. Del mismo modo, se pusieron todos de acuerdo para despedir a Diego Mainz, que deja el Granada tras siete temporadas y que dijo adiós desde el centro del campo a la vez que enseñaba la camiseta y se tocaba el corazón entre los aplausos de la hinchada.

Se presuponía un duelo tranquilo, pero pronto se vio que el Granada no se lo pondría en bandeja; así se constató cuando Ricardo Rocha le dio un codazo a Piqué antes de un saque de esquina por el que se montó un pequeño rifirrafe que hizo saltar los nervios de una afición que en las dos siguientes jugadas en las que tocó el balón le dedicó la sonora pita que recibe el 3 en casi cada campo. Duró poco, duró lo que tardó Luis Suárez en decir esta es la mía.

Pero los tres goles del uruguayo no desanimaron a una afición que estaba para disfrutar, que por algo ha padecido de lo lindo durante la temporada con la amenaza del descenso. E incluso se animaron a la jarana cuando Cuenca no tiró el balón fuera con Luis Suárez en el suelo; bien pudo acabar en remate del Granada. Entonces, mientras la afición coreaba el nombre del extremo, todos los jugadores del Barça menos Ter Stegen fueron a recriminárselo. Y pudo acabar mal, aunque el colegiado hizo caso omiso a la gresca. Pero sin otros incidentes, más allá de una posible lesión de Mascherano en la rodilla y del abundante polen que circulaba por el estadio, se dio el pitido final. Celebró el Barça con entusiasmo, pero fue breve el festejo en el césped porque la afición del Granada invadió el campo para acercarse a los campeones. Fue tal el agobio que los jugadores del Barcelona debieron irse escoltados entre la marabunta a los vestuarios. Un festejo entrecortado, un festejo compartido pero sobre todo un festejo azulgrana, ganador de la Liga.

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