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Los palos niegan la victoria al Rayo

Dos remates a los postes en los últimos minutos impiden la victoria del equipo de Paco Jémez ante un desfondado Sporting

Cuéllar detiene el balón ante Miku.
Cuéllar detiene el balón ante Miku.Alberto Morante (EFE)

El Sporting creyó tener ganado el partido a los cuatro minutos y acabó pidiendo la hora para conservar un punto. El Rayo mostró su mejor cara en el segundo tiempo, cuando tuvo el mando del juego y el desamparo de la fortuna. Embarba y Llorente enviaron dos balones a los postes en los últimos minutos, en los que Cuéllar también compensó con un paradón el tremendo error que facilitó el 2-2 a Jozabed. Fue el colofón a un partido loco, con alternativas, buenas jugadas sin premio y fallos groseros que facilitaron tres de los cuatro goles.

Paco Jémez está cansado de lamentar los goles absurdos que recibe su equipo, algunos sin que tengan nada que ver con su estilo de fútbol atrevido. El de ayer en El Molinón aspira a encabezar el ranking. Bastó un saque de puerta de Cuéllar, tan largo que llegó al área del Rayo protegido con ventaja para Quini, que tras protegerlo del acoso de Jony decidió cedérselo a Juan Carlos sin reparar en que Guerrero merodeaba por allí. El sustituto del lesionado Sanabria ni despreció el regalo.

El Sporting marcó ese gol con diez jugadores, ya que NDi estaba siendo atendido a la banda. Intentó volver el camerunés, pero pronto sería sustituido por Halilovic, la víctima de la buena racha rojiblanca en las últimas jornadas. Con el cambio, el equipo de Abelardo perdía intensidad y equilibrio defensivo, pero ganaba en inventiva y desequilibrio. Lo demostró el croata al borde del descanso, cuando culminó desde el suelo un imaginativo pase de Jony, que volvió a ser el sportinguista más determinante.

El 2-1 tranquilizó a una afición que había rebobinado la película de otras veces: un inicio vibrante, la ventaja en el marcador y el progresivo dominio del visitante del turno hasta que llega el empate. No necesitó el Rayo su versión más exquisita para equilibrar las cuentas. De hecho, el 1-1 llegó con un simple pase en profundidad para Pablo Hernández, que con Meré como único obstáculo cedió generosamente el honor del gol a Miku.

Paco rectificó en el descanso su planteamiento inicial, en el que apostó por un lateral, Tito, como central, y por un central Llorente, como mediapunta. También le ayudó el primer tiempo de Quini, que a su lapsus inicial añadió una tarjeta amarilla y cierta actitud contemplativa hacia Jony en el 2-1. Con Tito y Llorente en su sitio e Iturra liberando a Trashorras del trabajo más penoso, el Rayo acentuó su dominio, aunque con los sustos habituales, sobre todo tras una magnífica maniobra de Guerrero, que estrelló su remate a bocajarro en el cuerpo de Juan Carlos.

Fue el último apunte sportinguista antes de dejar el partido en manos del Rayo. Porque, pese a los escarceos de Halilovic, el partido empezó a inclinarse hacia el área local. El empate llegó un poco por casualidad, al tragarse Cuéllar un centro inofensivo de Tito, pero el Rayo incrementó la presión ante un rival que se quedó sin una de sus grandes bazas, el poderío físico. Incapaz de sacar el balón de su área facilitó dos remates de Embarba, uno al poste y otro salvado por Cuéllar, y un cabezazo de Llorente al larguero en el último suspiro.

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