“Javier Fernández quiso dejarlo muchas veces, pero luego vio la luz”
Los entrenadores del campeón del mundo español hablan sobre su sorprendente éxito. El sábado intentará remontar ante Yuzuru Hanyu en la final del Grand Prix
En un país con no más de 15 pistas de hielo, sin ninguna tradición, la irrupción y el éxito de Javier Fernández (Madrid, 24 años), vigente campeón del mundo de patinaje artístico sobre hielo, es una rareza indescifrable. Más aún, si la historia estuvo a punto de truncarla él mismo en varias ocasiones, cuando flirteó con la idea de dejar el deporte que le ha hecho alcanzar la cima.
Acostumbrado a salir airoso con todo en contra, Javier Fernández tratará este sábado de remontar en el programa largo de la final del Grand Prix de Barcelona, que lidera el prácticamente imbatible Yuzuru Hanyu, campeón olímpico, compañero de entrenamiento y máximo rival, después de haber conseguido el récord de puntación el jueves en el programa corto y de establecer una diferencia de 20 puntos.
El exotismo que rodea el éxito de un español en un deporte de tradición oriental se explica parcialmente por sus cualidades innatas. “Hacía cosas sorprendentes, lograba saltos al primer intento, cosas que a otros les costaba mucho tiempo conseguir”, cuenta Mikel García, su preparador durante los dos cursos que Javi estuvo en Jaca, con 13 y 14 años. Sin embargo, asegura el técnico que en esa época no era fácil trabajar con él. “No tenía buena disposición para los entrenamientos”, recuerda. “Muchas veces quiso dejar de patinar. Luego vio la luz”.
Fue el punto de inflexión para Javi, que entonces se centraba más en sus entrenamientos de hockey. García le organizó un encuentro en Andorra con Nikolai Morozov, uno de los gurús del patinaje ruso, que había llevado a la japonesa Shizuka Arakawa a ganar un oro olímpico. “El chaval no estaba motivado, decía que estaba sobreentrenado cuando entrenaba solo dos horas al día”. La decisión de irse al extranjero lo cambió todo. García reivindica la influencia que tuvieron los entrenadores españoles que le empujaron a que no lo dejara. Luego, asegura, su éxito fue fruto de la combinación de talento y trabajo.
El paso por Nueva Jersey
“Nikolai le enseñó a entrenarse, a dejarse de tonterías y a ponerse las pilas”, abunda García, que trabajó con el técnico ruso. Morozov le ofreció entrenamiento gratis en Nueva Jersey (Estados Unidos) e incluso le pagó el billete de avión. Mikel le acompañó y le acogió en un pequeño apartamento con una habitación, que compartían con otra patinadora española. Javi dormía en un sofá cama que había en el salón.“Se le ha querido tachar de vago y tampoco es verdad. Era un niño, tenía tanta calidad que le sobraban muchas explicaciones. Tenía mucha intuición. Se lo ha ganado todo a golpe de cuádruple”, opina Daniel Peinado, su entrenador actual cuando viene a Valdemoro. “Ser español para él ha sido un hándicap. Es un deporte en el que interviene también el peso de las federaciones. Javi ha tenido que ser muy constante y hacer muy buenos campeonatos”.
Tras su paso por Nueva Jersey, Javi se marchó a Toronto, Canadá, junto a su actual entrenador, Brian Orser. “Pude ver que era bastante bueno, aunque no fantástico”, cuenta Orser sobre la primera vez que lo vio. “Me dije guau; sabía que este tipo estaba mal dirigido”. Con él, Javi se ha convertido en triple campeón de Europa, campeón del mundo y plata en el Grand Prix del año pasado. “Conozco muy bien a Javi y sé que, al contrario que Hanyu, no puede procesar mucha información. Patina con una parte diferente de su cuerpo”, profundiza sobre su pupilo. Una apreciación que comparte Peinado: “Es un bailarín sobre el hielo”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.