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Ranko Zeravica, un catedrático del baloncesto de élite

Lo ganó todo con la selección yugoslava e impulsó al Barça de Epi y Solozábal

Robert Álvarez
Zeravica (i) en una presentación de un campus en 2006.
Zeravica (i) en una presentación de un campus en 2006.EFE
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Ranko Zeravica llegó al Barcelona en 1974. Por entonces el equipo de baloncesto solo había ganado una Liga y seguía a la sombra del Real Madrid. Djordjevic, un portero yugoslavo que jugaba en el equipo de fútbol del Sabadell, hizo de intérprete en la rueda de prensa celebrada en el Palau Blaugrana, inaugurado solo tres años antes. Ante la asombrada concurrencia, proclamó: “Si en fútbol este club está en la primerísima línea internacional, en baloncesto debe estarlo también”.

Eduardo Portela, ahora presidente de honor de la ACB, era entonces el secretario técnico del Barcelona. “Ranko era uno de los entrenadores más influyentes en Europa. Había sido campeón del mundo con la selección de Yugoslavia y conseguimos ficharlo”. Nacido en Novo Milosevo (Serbia), el 17 de noviembre de 1929, Zeravica dedicó toda su vida al baloncesto. Jugó en el Partizán y el Estrella Roja de Belgrado, entre otros, y fue diez veces internacional con la selección yugoslava. Le llamaban El Profesor porque ejerció en la Universidad de Belgrado de Educación Física. Se convirtió en uno de los entrenadores más reconocidos junto a Asa Nikolic, con el que conquistó aquel Mundial de 1970, la primera medalla de oro de una selección que a partir de entonces marcó una época.

Al llegar al Barcelona cambió totalmente la filosofía del club. “Su idea se basaba en confiar en y formar a los jugadores jóvenes de la casa y reducir al máximo los fichajes”, cuenta Portela. Había más. Tenía fama de duro. La justificó. Manolo Flores, uno de los líderes de aquel equipo, así lo recuerda: “Estábamos acostumbrados a entrenarnos tres veces a la semana. Con él pasamos a entrenarnos cada día y en doble sesión, una por la mañana y otra por la tarde”. De su confianza en los jóvenes responde Solozábal. “Recuerdo un partido en Madrid en el que me puso de titular, cuando yo era todavía un junior. Eso era impensable en la mentalidad de cualquier técnico de aquella época”.

No solo confió en Solozábal, sino en una generación de juveniles que más adelante, en 1981 y con Antoni Serra de entrenador, iba a romper la hegemonía absoluta del Real Madrid.

Una generación sin igual

En ese grupo estaban Epi, Solozábal, Sibilio, Ansa y De la Cruz, la base de una de las mejores generaciones, sino la mejor, que ha alumbrado el baloncesto blaugrana. “Para mí, Zeravica fue un gran fichaje de Portela. Apostó por algo diferente y significó un cambio en el club”, subraya Epi.

Zeravica regresó al Partizán de Belgrado en 1976 y dirigió una larga lista de equipos, entre los que se incluye el CAI Zaragoza, en el que estuvo en dos etapas, la última concluida en 2003. Allí vivió durante largas temporadas con su esposa Zaga, que también fue jugadora y entrenadora y dirigió al equipo femenino Banco Zaragozano que ganó la Copa de la Reina en 1990. Entrenadores de la categoría de Bozidar Maljkovic, que empezó como ayudante suyo en el Estrella Roja, le reconocen como un maestro. En su historial lucen 62 títulos. Además del Mundial del 70, también ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980. Dalipagic y Kikanovic eran las estrellas de la selección yugoslava.

Zeravica falleció ayer en Belgrado a los 86 años. Había sido sometido en 2009 a una operación del corazón después de un infarto. El pasado mes de febrero sufrió otro ataque cardíaco por el que tuvo que ser hospitalizado. Durante los últimos años prosiguió su labor divulgativa y ha escrito diez libros, el último titulado La llama del baloncesto.

Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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