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El tigre de Guardiola

Gerland, tercer entrenador del Bayern, se ha ganado el afecto de Pep en dos años

Hermann Gerland, abrazado por Schweinsteiger.
Hermann Gerland, abrazado por Schweinsteiger. GETTY IMAGES

“Kale y Uli –o sea Rummenigge y Hoeness– me dijeron que a ellos les gustaría que formara parte del cuerpo técnico y yo, que no le conocía les dije que si ellos lo veían bien, no tenía problema. Sólo puedo darle las gracias. Es fantástico trabajar con Herman”, asegura dos años después de aterrizar en Múnich Josep Guardiola al hablar de Hermann Gerland (Bochum, Alemania, 60 años), uno de los mitos más humildes y queridos del fútbol alemán y por descontado de la plantilla del Bayern. Fue futbolista, jugó 12 temporadas en el Bochum y marcó 4 goles. “Las abuelas aún le abrazan por la calle”, cuentan en Múnich, donde entró a trabajar en 1990 como entrenador en las divisiones inferiores y donde desde 2000 lo hace en el primer equipo

“Si dice que fichemos a alguien se le ficha sin discutir”, ordenó Uli Hoeness en su dia. Desde entonces, por sus manos han pasado Hamann, Kuffour, Alaba, Badstuber, y medio equipo campeón del Mundo en Brasil: Lahm, Hummels, Schweinsteiger, Müller y Kross. “No he conocido a nadie más integro y leal que él”, ha dicho de él el exdirector general del Bayern.

“Las abuelas aún le abrazan por la calle”, cuentan en Múnich, donde entró a trabajar en 1990 como entrenador en las divisiones inferiores y donde desde 2000 lo hace en el primer equipo

Nacido en Bochum, hijo de un minero de la cuenca del Ruhr, su infancia no fue plácida. Su padre murió a los 39 años, víctima de un paro cardíaco –“Si hubiera muerto en la mina, en un accidente de trabajo, hubiera tenido una pensión, pero nos quedamos sin nada”–. Para una madre viuda y dos niños pequeños (él con nueve años y su hermano con cuatro), salir adelante no fue sencillo. Incluso las primeras botas que tuvo fueron un regalo de su amigo Martín, hijo de un ingeniero de la mina. Pese a todo, o por ello, siempre ha dado más importancia a detalles afectivos que al dinero.

El día de su debut como profesional, por ejemplo, se le acercó el entrenador y le dijo: “Mira Herman, Gunther ha sido padre y no ha salido al campo. Igual podríamos cederle parte de la prima”. “No me importa el dinero, he jugado en la Bundesliga, eso me basta”, le respondió. Y se la dio toda. “Era limitado, nunca tuve un entrenador que me enseñara a jugar”, explica ahora. “Es un genio”, dice de Guardiola.

Su padre murió a los 39 años y para una madre viuda y dos niños pequeños salir adelante no fue sencillo

Los jugadores del Bayern le dedican cánticos tras las grandes victorias y le convierten en eje de sus celebraciones, algo parecido a lo que sucedía con Chema Corbella (exresponsable de material) en el Barcelona. Será por la intensidad con la que vive las victorias del Bayern. Tipo emotivo, vive como nadie tanto las derrotas como las victorias, hasta el punto que después de la cena en Barcelona de hace dos años, tras ganar 0-3, se enfadó con el equipo porque se iban a dormir muy pronto: “Si no os vais de fiesta hoy ¿cuándo lo vais a hacer?”. Aquel día vio amanecer desde el piso 29 de un hotel catalán.

“Lo que quiero es que cuando Pep se vaya diga: este viejo es de fiar”. No le ha costado mucho. Guardiola adora al Tigre.

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