Trámite en Fuenlabrada

A tres días de acudir al Palau para medirse con el Barça en el simulacro de la batalla europea; a 10 días de debutar en la Final Four de Milán y a cuatro jornadas para el final de la liga regular, el Madrid llegaba a Fuenlabrada con la intención de asegurar el primer puesto de la tabla, pero con la prudencia de no acumular contratiempos antes de la cita cumbre de su calendario.

Sin embargo, apenas había transcurrido un minuto cuando en un contragolpe rutinario, Rudy Fernández acabó por los suelos y encendió las alarmas madridistas. Todo quedó en susto. Una falta antideportiva de Feldeine le desequilibró en su entrada a canasta y en la caída se dañó el dedo anular de su mano derecha, ese en el que ya lucía un vendaje desde el golpe que recibió la pasada semana ante el Joventut. Se marchó al banquillo con ostensibles gestos de dolor y allí permaneció, con hielo en la mano y bajo la supervisión de los fisios del equipo, hasta su regreso a la pista en el tercer cuarto. Junto a él, Dontaye Draper, el otro lesionado del equipo, ya sin escayola, dentro del proceso de recuperación de la fractura en el tercio medio del cúbito del antebrazo derecho que sufrió ante Olympiacos. Tampoco participó Bourousis, que sufrió un leve esguince en el entrenamiento del día anterior.

Con la vista entre el banquillo y el parquet, los de Laso marcaron distancias desde el inicio con solvencia. Sergio Rodríguez, sustituto de Rudy, dio cuerda a los suyos en los primeros minutos y, con la compañía de Llull, engrasó los ataques del líder. Mientras, el Fuenlabrada no encontraba ni a Panko ni a Feldeine y acumulaba pérdidas de balón que daban pie a las carreras de su rival (11-24, m. 10). El segundo cuarto confirmó la tendencia y, a pesar de que los locales encontraron con Diagné una solución en la pintura, los sergios siguieron marcando una velocidad de crucero para el Madrid (32-42, m. 20).

No bajó los brazos el Fuenlabrada, más engrasado con la batuta de Dani Pérez que con la de Cabezas, pero justo cuando Panko y Feldeine parecían haber encontrado el punto de afinación, el Madrid decidió agilizar los trámites de la victoria. Tres triples consecutivos de de los blancos: de Rudy, Mirotic y Lull, uno por barba, sentenciaron el choque (39-55, m. 25). También apareció Carroll y a pesar de la fibra de Diagné y el carácter de Paunic, la diferencia creció más allá de la frontera de los 20 puntos (57-78, m. 35) sin reproches de la afición fuenlabreña a un equipo meritorio que tiene encarrilados sus deberes por la permanencia. El Madrid firmó el 30º triunfo en la Liga, su 59ª victoria en 65 partidos.