La ‘doble contabilidad’ de Mourinho

Entre las confesiones más dramáticas que le hizo José Mourinho a un amigo suyo en estos últimos meses al frente del Madrid se encuentra lo que podría definirse como pesadumbre por falta de mitificación. El mánager admitió sentirse profundamente desasosegado porque en España los medios de comunicación no habían fabricado una leyenda alrededor de su figura. A diferencia de Italia e Inglaterra, en donde la prensa le había dispensado el tratamiento de genio irrepetible, el efecto que producía en el entorno de Chamartín no resultaba espectacular. Aquí le juzgaban con la fría distancia con que habían tratado a cualquier entrenador y él no se siente un entrenador cualquiera. Mourinho se percibe a sí mismo como algo mucho más grande: un administrador, un analista estratégico, un creativo inmensamente rentable para la empresa del fútbol. Prueba de ello es la insólita exposición que hizo de sus logros como mánager madridista cuando el martes por la noche salió a explicar el partido que le acababa de eliminar de la final de la Champions por tercer año consecutivo. Al sentir que cuestionaban su éxito, en lugar de justificarse con argumentos futbolísticos, o enumerando títulos, lo que hizo fue exhibir algo parecido a un balance de cuentas.

“Ahora”, dijo, “el Madrid ha recuperado su posición de cabeza de serie de la Champions con tres semifinales consecutivas. Han sido tres temporadas económicamente fantásticas para el club porque ha ganado muchísimo dinero en la Champions sin tener que pagar primas porque no hemos ganado la competición. Y desde el punto de vista del prestigio, se ha recuperado”.

Mourinho, a quien le pagan por conquistar trofeos, consideró que no haber ganado la décima Copa de Europa, su principal objetivo, constituyó, de algún modo, un éxito económico. Por un lado, se atribuyó el ahorro en primas a la plantilla por la obtención de la Champions, como si tal cosa constituyese un mérito. Por otro, destacó que gracias a que logró conducir al equipo hasta tres semifinales, el club se embolsó mucho dinero en concepto de premios de la UEFA. La UEFA paga cinco millones a cada semifinalista. Pero más paga al campeón, que ingresa 17 millones por jugar la final y ganarla. De sobra para cubrir el gasto de primas, que ascienden a unos 400.000 euros por jugador, y, en total, no supera los 10 millones.

La idea de Mourinho como ahorrador parece contradictoria. Cuando el Madrid le contrató en 2010 tuvo que compensar al Inter con el mayor traspaso jamás pagado por un entrenador: unos 18 millones de euros. A ese gasto el club añadió el sueldo más cuantioso abonado a un técnico madridista, cerca de 15 millones brutos, más los emolumentos de sus numerosos ayudantes. En total, hasta ahora la operación ha supuesto para el Madrid más de 60 millones de euros. Esto sin contar los fichajes y los sueldos de primer nivel que ha concedido a algunos de ellos, como Modric y Di María, que cuestan más de 10 millones de euros por temporada.

Ni el Madrid es un club austero ni Mourinho se privó de solicitar inversiones caras. Desde que obtuvo su última Copa de Europa en 2002 el club que preside Florentino Pérez ha gastado algo menos de 1.000 millones de euros en contratar jugadores. La cifra, un récord en la industria del fútbol, engordó notablemente en las últimas temporadas. Los fichajes realizados con el visto bueno de Mourinho han supuesto uno 190 millones de euros. Por el contrario, el Dortmund, el equipo que le privó de la final, invirtió poco más de 100 millones en futbolistas desde 2002. El técnico alemán, Jürgen Klopp, armó su plantilla fichando por valor de 70 millones.

Si Mourinho se ha transformado en un entrenador excepcional en la historia del Madrid ha sido por su victimismo, sus constantes conflictos, su consideración de ídolo carismático entre parte de la hinchada, y por el respaldo financiero sin precedentes que obtuvo. No pasará a la historia ni como ahorrador ni como generador de riqueza para el club. Antes de Mourinho el Real Madrid tuvo ocho entrenadores que lograron alcanzar las puertas de la final de la Copa de Europa en 24 oportunidades: Del Bosque, Beenhakker, Boskov, Miljanic, Muñoz, Heynckes, Carniglia y Villalonga. Cinco de ellos ganaron el título hasta sumar nueve Copas de Europa.