El Málaga sigue de fiesta
El conjunto andaluz, competitivo, gana sin grandes alardes a un Zaragoza tierno, aún por hacer
No le hizo falta al Málaga un gran despliegue ofensivo para derrotar al Zaragoza. Sobre todo, porque no lo tiene, por más que Saviola ofreciera detalles interesantes en su regreso al fútbol español. El Málaga sigue de fiesta porque sus jugadores volvieron a ofrecer en la capital maña un espléndido ejercicio de saber estar y oficio, con mucha seriedad en defensa y el acierto puntual en una estudiada acción de estrategia con gol de Camacho. Suficiente para derrotar a un Zaragoza tierno, repleto de jugadores por hacer y con mucho camino por delante. Ganó el Málaga porque es más equipo y tiene un entrenador, Pellegrini, con solvencia y experiencia, que ha organizado un grupo con un espléndido carácter competitivo. Si hay un futbolista que simboliza a este nuevo Málaga es Toulalan, siempre atento, inteligente, con capacidad en defensa y en ataque, un jugador con mayúsculas, capaz de sacar de cabeza el último balón al área del Zaragoza como de organizar jugada tras jugada en ataque.
ZARAGOZA, 0 - MÁLAGA, 1
Zaragoza: Roberto; Goni, Álvaro, Paredes, Abraham; José Mari, Pintér; Wilchez (Víctor Rodríguez, m. 60), Romaric (Aranda, m. 63), Montañés (Ortí, m. 74); y Postiga. No utilizados: Leo Franco; Lanzaro, Zuculini y Babobic.
Málaga: Caballero; Gámez, Demichelis, Weligton, Monreal; Toulalan, Camacho; Eliseu, Joaquín (Sergio Sánchez, m. 90), Isco (Duda, m. 80); y Fabrice (Saviola, m. 46). No utilizados: Kameni; Recio, Buonanotte y Portillo.
Goles: 0-1. M. 55. Camacho.
Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Weligton, José Mari, Camacho y Saviola.
Unos 18.000 espectadores en La Romareda.
Recién aterrizado del sueño de la Champions, al Málaga le tocó descender a la realidad de la Liga. Un escenario distinto al del oropel europeo, donde no se suelen ver terrenos de juego como los de La Romareda, con un césped impropio de la élite. Visto lo visto, bastante hicieron Zaragoza y Málaga con mantenerse en pie ante tan maltrecho escenario. El resultado fue un partido más bien soso, sin juego en el centro del campo, con el balón botando como un conejo, algo que perjudicaba tanto al equipo local, sobre todo a Romaric, el hombre al que Jiménez le ha dado todos los galones, como a los andaluces, con futbolistas que sufrieron de lo lindo para desarrollar su juego, caso de Isco, Joaquín o Eliseu. El partido, sin continuidad, tuvo por lo tanto destellos, apariciones de talento que dieron algo de sentido a un partido flojito. En una de ellas, Pintér se metió hasta la cocina y tuvo la virtud de hacer fácil lo más difícil. Se paró en el área y le puso un balón de oro a Romaric. El marfileño, mejor de peso que en el Sevilla, colocó bien el interior, pero el balón rozó el palo. Fue lo mejor del Zaragoza en todo el partido. El Málaga respondió. Un jugadón de Isco por la derecha, sorteando los botes del balón, colocó la pelota en la cabeza de Eliseu. El portugués envió el balón fuera. Le cuesta mucho a los de Pellegrini marcar, con el niño Fabrice de titular maniatado por Álvaro, siempre de espaldas, recibiendo impactos en sus tiernos tobillos. Luego, Joaquín se pegó una carrera al estilo de Cruyff, sorteando rivales desde la derecha hasta el área. Eliseu careció de instinto de delantero para marcar. Sin balones al hueco, sin desmarques, el Málaga solo sorprendía en acciones individuales.
Pellegrini no se lo pensó. Tras el descanso, Saviola entró al terreno de juego para inaugurar su cuarta etapa en el fútbol español. Fabrice, lógicamente, fue el sacrificado.
Más incisivo y suelto, el Málaga le puso pique a su fútbol y pronto encontró premio a su paso adelante. Camacho remató solo en el área un buen saque de esquina de Eliseu. Seguro que el gol golpeó en las entrañas de Jiménez, un técnico que entrena hasta la saciedad la estrategia. Con esas facilidades en defensa, el porvenir del Zaragoza no es nada halagüeño.
A lo más que llegó en inferioridad fue a colgar balones en el área del Málaga, más alboroto que otra cosa, con Caballero algo fallón en un par de salidas. Muy poco para desencajar a un equipo andaluz sólido, sin fisuras, que sigue de fiesta tanto en Europa como en la Liga, tal y como avalan sus siete puntos.
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