El ‘lifting’ del Chelsea

Desde hace un par de cursos, el Chelsea ha dado un volantazo a sus prioridades, que no a sus ambiciones. Si bien la Champions era un deseo innegociable —el sueño ya cumplido del magnate ruso Roman Abramóvich con el laurel de la última edición—, la creación de una escuela de formación referencial era otra pretensión exigida, aunque siempre difuminada porque la política de fichajes no casaba con la idea.

Dos personas han dado forma a estos proyectos de juveniles, ahora más presentes que nunca en el primer equipo aunque no hayan surgido de la ciudad deportiva de Cobham. El danés Frank Arnesen, exjugador del Ajax y el Valencia y ahora director deportivo del Hamburgo, fue la mano derecha de Abramóvich en sus inicios, hasta el punto de que el club pagó seis millones al Tottenham para contratarlo. Ahora, el nigeriano Michael Emanelo, exfutbolista del Lleida y el Maccabi, es el director deportivo, el encargado de hacerle un lifting al Chelsea. No es casualidad que sus últimas 15 incorporaciones tengan una media de edad de 21 años.

Di Matteo aún protege a Terry y Lampard, pero ya da el balón a Hazard, Mata y Óscar

Todo empezó en 2005, cuando el Chelsea fichó a Arnesen con dos condiciones: llevar la marca global del club a lo más alto y lograr un modelo más sostenible, es decir, al margen del talonario de Abramóvich para mantenerse a flote. El primer objetivo se cumplió sobradamente con tres Ligas, tres Copas, dos Copas de la Liga y dos Supercopas inglesas. Fue posible, de todos modos, por un gasto desmedido, solo factible para la chequera del ruso. Sin embargo, el segundo, que pasaba por crear una escuela de talentos, quedó resquebrajado. Consecuencia de las peticiones de los sucesivos técnicos, como José Mourinho, que fichó a jugadores contrastados, en mitad de la veintena, como en su primera temporada: Carvalho (26 años), Drogba (26), Ferreira (25), Kezman (25) y Tiago (23) además de Robben (20), Cech (22) y Alex (22). Lo mismo ocurrió con Luiz Felipe Scolari y Carlo Ancelotti. “Por entonces ya queríamos hacer una reestructuración basada en los jóvenes”, desvela Juan Cruz Sol, exfutbolista del Valencia y el Madrid y ojeador del Chelsea en los últimos cuatro años y medio; “eso era perfecto para Arnesen, un loco de los chavales”. Pero solo Bertrand —cedido cuatro veces antes de llegar a la élite— y McEachran —cedido al Middlesbrough— han salido de la escuela como nuevos valores, además de otros tantos que apenas se han formado en Cobham como Kakuta (filial), Van Aanholt (cedido al Wigan) y Bruma (al Hamburgo). Pero Arnesen, que el año pasado se fue al Hamburgo —“con él, los 16 ojeadores repartidos por el mundo”, cuenta Sol—, dejó el poso de lo que harían después, ya con Emanelo al frente: la remodelación con futbolistas jóvenes de talento: “Se trajo a Mata, Mikel, Romeu…”.

Emanelo, sabedor de que la cartera es amplia y que llegó bajo la exigencia de renovar a un equipo con arrugas —Drogba, Anelka, Lampard, Ferreira…—, se aplicó en el lifting. Así, tras la llegada inicial de Courtois (cedido al Atlético), Lukaku y Piazón (ambos en el equipo reserva), entre otros, este año se fichó a Marin (23 años), Hazard (21) y Óscar (20), que costaron unos 84 millones, además de los dos últimos, Moses (21 años) y Azpilicueta (22), por 18.

Aunque al Chelsea le costó dar el volantazo —le pasó factura en el ecuador del curso pasado, cuando destituyó al técnico André Villas-Boas, una apuesta personal de Abramóvich, porque el equipo se perdió en la Premier y los pesos pesados le plantearon un reto del que salieron vencedores—, se corrigió con un esfuerzo titánico de los veteranos para ganar la Champions. Ahora, Roberto di Matteo protege a Terry y Lampard en sus alineaciones —su equipo ideal tiene una media de 27 años—, pero ya da el balón a Hazard, Mata y Óscar para que jueguen. Es el nuevo Chelsea, el del futuro.