El Valladolid desactiva al Zaragoza
Los pucelanos, con puñales en las bandas, tienen su premio con el gol de Óscar
Se abrió el telón en La Romareda con un duelo repleto de intriga y buen fútbol, por más que las suposiciones y el deplorable estado del césped sugirieran lo opuesto. Intensos y fogosos, sin demasiadas ataduras tácticas, Zaragoza y Valladolid se probaron con frecuencia, eléctricos desde los costados. Les diferenció, en cualquier caso, el remate; mientras Postiga subrayó su juego individualista, Óscar resolvió en el área y para los pucelanos una jugada bien trenzada.
Desatendió de inicio el Zaragoza la blandura del césped, los boquetes después. También a los rumores; se siseaba que el equipo no está para el toque ni la alhaja, que más le vale ser efectivo que brillante. Pero tiró el equipo del abecé futbolístico —balón a la banda, centro y remate— y se expresó en campo ajeno, cómodo en la conjugación de la pelota. Le faltó, sin embargo, picardía en el área rival, genialidad para resolver en los metros definitivos. Aunque Montañés —mantiene la inspiración y el quiebro que exhibió en el Alcorcón— y Edu Oriol se desmelenaron por las alas, no atinaron a enlazar con Postiga, egoísta cuando se le reclamó.
ZARAGOZA, 0 - VALLADOLID, 1
Zaragoza: Roberto; Abraham, Álvaro, Paredes, Obradovic (Wilchez, m. 73); Zuculini (Aranda, m. 56), Romaric (José Mari, m. 46); Edu Oriol, Apoño, Montañés; y Postiga. No utilizados: Leo Franco; Pintér, Porcar y Javi Álamo.
Valladolid: jaime; Rukavina, Rueda, Valiente, Balenziaga; Álvaro Rubio (Sastre, m. 78), Víctor Pérez; Ebert (Lolo, m. 86), Óscar, Omar; y Guerra. No utilizados: Dani; Peña, Baraja, Rubén Peña y Neira.
Gol: 0-1. M. 45. Óscar, a pase de Omar.
Árbitro: Hernández Hernández. Amonestó a Jaime, Álvaro Rubio, Apoño, Óscar, José Mari, Sastre y Lolo.
La Romareda: 20.000 espectadores.
Palideció el Valladolid al principio, detrás del balón, pero se recompuso con presteza, impulsado por los puñales de los flancos. Ebert es una alegría por la derecha, todo velocidad, regate y descaro; y Omar, por la izquierda, es elegante, con una facilidad sorprendente para el toque y la lectura del juego. Como en ese pase que filtró a Ebert, que no supo definir ante el portero. O como en ese centro raso a Óscar —excelente en las llegadas desde la segunda línea— que bien valió el gol y la victoria.
Intentaron Apoño y Postiga con remates remediar el pescozón, un palo que recordó tiempos pasados, sobre todo porque el equipo al final perdió el hilo al partido. Poco le importó al Valladolid, que desperdició un penalti que no fue —Apoño le dio con la mano fuera del área y Víctor Pérez lo tiró al poste—, pero que regresó a la élite a lo grande.
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