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“Estudiar es más duro que ayunar”

La 'tortura' de los atletas españoles que siguen el ramadán y compiten en deportes de combate

Carlos Arribas
Jonathan Alonso, sentado en el ring.
Jonathan Alonso, sentado en el ring. J.AGUILERA (DIARIO AS)

“Lo peor es la sed, los labios cuarteados como la tierra seca del fondo de los pantanos cuando se quedan sin agua, que solo podemos calmar metiéndonos en la boca un buchito de agua y luego escupiéndolo tras enjuagarnos”, cuenta Jonathan Alonso. “Eso en los aviones, cuando viajamos al combate, mientras vemos a otros beber y disfrutar de sus cocacolas o cervezas. Si alguien no sabe lo que es la envidia que pruebe eso. O el sufrimiento de intentar dormir. En la cama, sin cenar y casi sin comer, sin beber una gota todo el día, tumbados con los brazos en el pecho como momias, sin movernos, con los ojos como platos mirando al techo hasta que logramos dormirnos”.

No habla el deportista español del ramadán, del mes de ayuno que ha coincidido con los Juegos, por lo que muchos deportistas musulmanes han conseguido permiso para saltárselo porque perjudicaría su rendimiento. Jonathan Alonso Flete, púgil español de Asturias nacido hace 21 años en Jamao al Norte (República Dominicana), cuenta así de áspero la tortura rutinaria de púgiles, luchadores, combatientes, halterófilos, sometidos a la dictadura de las categorías por peso. “Jonathan, que debuta el martes al mediodía con un iraní, se pesó el 27, y se volverá a pesar el martes a las ocho de la mañana”, dice el entrenador del boxeo español, Manuel Berdonce. “Por eso, el lunes es el día de su ramadán. Como yo les digo, el día que se cena de memoria. Y la rutina también incluye entrenar con plásticos, para sudar más, para dejar a los músculos secos”.

El lunes es el día de su ramadán. Como yo les digo, el día que se cena de memoria. Y la rutina también incluye entrenar con plásticos, para sudar más, para dejar a los músculos secos Manuel Berdonce, entrenador de boxeo

Sin llegar a tales extremos, su relato resuena al de Bradley Wiggins en el Tour contando cómo había perdido culo y 11 kilos para poder ser escalador, o al del mismo Cavendish, que lo hizo para superar la colina de Box Hill nueve veces, o el de cualquiera que quiera ser mejor escalador: el peso, el cuerpo, es el enemigo.

“Es el gran hándicap de los deportes de combate”, dice el médico de la federación, Emilio Sánchez Cubino. “El punto clave y el problema desde el punto de vista fisiológico. Y también una guerra perdida para los servicios médicos. Trabajamos mentalizando a los preparadores, pero es difícil. Los últimos 500 gramos que les sobran los pierden siempre el día anterior con el ayuno drástico”.

“Todos, y no solo los españoles, van al límite. Siempre buscan un peso inferior al que les corresponde por antropometría, por altura o anchura de hombros”, dice Berdonce. “Después, cuando se hacen profesionales tienen que pasar de peso, pero es una diferencia tremenda y muchos no se adaptan”.

“Pese a tener incluso más de un 10% de grasa, van tan al límite que llega un momento en el que el peso que mantienen no es el suyo”, alerta Sánchez Cubino. “Eso metabólicamente pasa factura y les perjudicará a medio plazo”. Jonathan Alonso es un novato al que el deporte hasta ahora no solo no le ha pasado factura sino que le ha dado casi todo. “Llegué a España con mis padres cuando tenía 13 años”, recuerda. “Y nos quedamos en Avilés, pero luego ellos se volvieron y yo me quedé con mis abuelos. Y a los 16 empecé en esto y ahora llevo unos años integrado en la Blume, con otros deportistas de todas las partes. Antes era más cabra loca, pero creo que he madurado mucho gracias a la disciplina del deporte, y al trabajo duro”.

Una de las obligaciones de la Blume es el estudio: nadie puede seguir si suspende el instituto.

Otro deportista dominicano, Kevin de las Nieves, más veterano, le acompaña en la aventura del centro de alto rendimiento más prestigioso de España. “Estamos evolucionando”, dice Sánchez Cubino. “Los entrenamientos son cada vez más como los de los atletas de elite. Trabajamos la biomecánica, los ejercicios de velocidad-resistencia, de fuerza-velocidad específica… Seguimos la escuela caribeña, la cubana, con tanto influjo soviético, y como ellos son muy celosos con sus métodos, muy secretos, tenemos con nosotros un maestro cubano, Carlos Jesús Peñate, que nos guía. Es el estilo del baile, el swing, el ritmo, muy técnico”.

Una de las obligaciones de la Blume, aparte de la disciplina, es el estudio. Nadie puede seguir si suspende en el instituto. Jonathan acaba de terminar la ESO y se prepara para el Bachillerato. “Hermano, estudiar, eso sí que es duro”, dice. “Más duro todavía que ayunar…”

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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