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BALONCESTO / COPA DEL REY

El Caja Laboral impone sus galones

Dirigido por la batuta de Prigioni, el conjunto vitoriano supera (75-62) a un meritorio Lagun Aro

Siendo cierto que en el baloncesto actual cualquier equipo es capaz de amargar la noche a los grandes, llegadas las citas de enjundia entran en juego otras cuestiones que tienen que ver con la experiencia, el control emocional y la capacidad para manejar situaciones de máxima exigencia. Ahí prevalecen los galones ganados anteriormente. Si bien el Lagun Aro mostró durante bastantes minutos las razones de su presencia en esta Copa e hizo sospechar que podría alterar los pronósticos, en cuanto el partido se puso serio terminaron por vérsele las costuras. Todo lo contrario que al Caja Laboral, que tuvo que ver las orejas al lobo para espabilarse. Le costó en los dos primeros cuartos, dominados por el ánimo general del cuadro donostiarra y el acierto de Baron, un tirador excelso que provocó un buen roto en la defensa vitoriana, incapaz de parar los tan poco académicos como certeros lanzamientos del escolta norteamericano. El Caja Laboral acusaba el mal día de San Emeterio, que se prolongó todo el partido y si la cosa no fue a mayores (28-38, final del segundo cuarto) fue porque Prigioni mantuvo la compostura y Teletovic su frecuencia anotadora.

Pero llegó el descanso y, mientras unos celebraban su excelente comportamiento, los otros decidieron que hasta aquí había llegado la cosa. Es muy probable que en la mayoría de los partidos de baloncesto casi todo lo que ocurre en los dos primeros cuartos sea remediable, pero a partir del tercero suele ser diferente, pues entras en zona peligrosa. Así lo entendió el Caja Laboral, o sea, Prigioni, que puso a todos a currar. Primero en la defensa y luego masticando mejor los ataques. Teniendo la dirección en sus manos y el tiro en la muñeca de Teletovic, faltaba un apoyo interior y entonces apareció Bjelica, que se puso las botas hasta completar un partido para enmarcar.

Elevado el grado de exigencia, el Lagun Aro entró en crisis. En una de las gordas. Ya no había noticias de Baron, ni de Panko ni tampoco de Vidal, por lo que tampoco es de extrañar que en ocho minutos encajasen un durísimo 23-3 de parcial (51-41).

Prigioni era el amo del cotarro y estamos hablando de un jugador que, cuando coge el partido por las asas, no suele dejarlo escapar. Así fue, aunque para ello tuvieron que superar el pequeño susto que provocaron dos triples seguidos de Baron y Panko a falta de poco más de cinco minutos para el final (59-58). Como de equipo curtido y bien trabajado es saber a las manos de quién han de llegar determinados balones, el mal trabajo lo solucionó el Caja Laboral con dos asistencias de Ribas y Prigioni al hombre en racha, de nombre Bjelica. El resto lo puso la inexperiencia del Lagun Aro, que encadenó costosos errores en el terreno de la resolución, ese universo escaso en minutos, pero que es el que separa a unos equipos de otros.

El partido se extinguió mansamente, aceptando unos y otros su propia realidad y probablemente satisfechos de haber cumplido las expectativas. El Lagun Aro, plantando cara para caer dignamente. El Caja Laboral, sufriendo para terminar imponiendo sus galones. Esos que representa mejor que ninguno un jugador que se llama Prigioni.

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