El milagro de Rubén Castro
El Valencia paga su racanería y cae tras dos goles del delantero del Betis en el descuento
Sin hacer nada del otro mundo, aprovechando simplemente las debilidades de un Betis que caía en picado, el Valencia ganaba hasta el minuto 91. Tres después, se le había escapado el partido en un descuento terrible para sus intereses y que resultó fantástico para un equipo andaluz que estaba muerto y que resucitó gracias a dos goles de Rubén Castro en el 91 y en el 94.
El conjunto de Emery no realizó un encuentro de altos vuelos. Más bien se limitó a esperar los acontecimientos y alimentar el progresivo desplome de un Betis que olía a cadáver y que respiró con dos golazos de Rubén Castro, que evitó una derrota que parecía segura. La fortuna devolvió al Betis todo lo que le había negado en partidos anteriores. Pepe Mel rectificó con los cambios de Juanma y Ezequiel y su equipo salvó el cuello. El Valencia pecó de conformista y perdió tres puntos que tenía ganados.
BETIS, 2 - VALENCIA, 1
Betis: Casto; Isidoro, Mario, Dorado, Nacho; Iriney, Beñat; Pozuelo (Ezequiel, m. 75), Rubén Castro, Pereira (Juanma, m. 80); y Roque Santa Cruz (Molina, m. 75). No utilizados: Fabricio; Amaya, Cañas y Matilla.
Valencia: Diego Alves; Barragán, Dealbert, Víctor Ruiz, Mathieu; Topal, Tino Costa (Albelda, m. 83); Feghouli, Jonas (Parejo, m. 77), Pablo; y Soldado (Aduriz, m. 88). No utilizados: Guaita; Bruno, Banega y Piatti.
Goles: 0-1. M. 66. Dorado, en propia puerta. 1-1. M. 91. Rubén Castro. 2-1. M. 94. Rubén Castro.
Árbitro: Pérez Lasa. Amonestó a Tino Costa, Mario, Soldado, Barragán y Pereira.
Unos 36.000 espectadores en el estadio Benito Vilamarín.
El Betis, al borde del abismo con un gol en propia puerta y un planteamiento quizá demasiado atrevido, aprovechó la racanería del Valencia. Después de caer eliminado esta semana en la Liga de Campeones, el conjunto de Emery se llevó otro mazazo.
Cuatro delanteros sacó Mel, impotente para paliar las carencias de un Betis que empezó la Liga como un cohete y que ahora deambula por los puestos bajos de la tabla. Al Valencia le bastó por entonces con el orden y la disciplina. Supo esperar su ocasión y, sin demasiado brillo en su juego, casi al ralentí, llevó el encuentro a su parcela. El Betis, en descomposición, fue el mejor rival que se pudo encontrar el conjunto valencianista para intentar levantarse de su derrota contra el Chelsea... hasta que llegó el final que todo lo cambió.
Harto de probar alternativas para romper la negativa dinámica de 10 partidos sin ganar, con nueve derrotas y un empate, que pesaba como una losa sobre el Betis, Mel ofreció un bandazo táctico de lo más drástico. Obligado por la presión del propio club, pasó de jugar con cinco defensas en Pamplona, frente a Osasuna, a alinear a cuatro delanteros ante el Valencia. Un regreso a la esencia de un entrenador sin complejos, pero con más dudas de las deseadas para la parroquia verdiblanca.
El Valencia, algo apocado, con poca chispa, encorsetado por el doble pivote entre Tino Costa y Topal, capeó el temporal y, consciente de su superioridad, esperó durante muchos minutos que el gol cayera como fruta madura. Mel inventó un fútbol sin centro del campo, con dos de sus delanteros, Pozuelo y Pereira, sin aportar demasiado en las bandas, tapado Beñat por la superioridad numérica del Valencia y lejos de ese juego de toque y osadía que le dio réditos en el inicio de la competición.
El Valencia, con más balón, pero con escasas ideas, ansiaba el fallo del Betis, un flan en la defensa, con algún chispazo de Soldado como mayor y único argumento. Entre las limitaciones del Betis y la excesiva calma del Valencia, el encuentro tuvo un aire descafeinado con la pelota sin rondar el área de Casto o la de Diego Alves.
El Valencia apenas tradujo su mayor empaque en dos disparos potentes de Soldado y Pablo mientras que el Betis solo tuvo una llegada de mérito en una acción de Santa Cruz que Barragán envió a saque de esquina. Alargado y jugando con fuego, con grandes distancias entre sus líneas, el Valencia no atinó a meterle mano hasta que Isidoro falló en una falta al área y Dorado metió gol en su portería. Entonces nadie esperaba un descuento tan feliz para el Betis y tan cruel para el Valencia. El milagro fue cosa de Rubén Castro.
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