Rossi: "Siempre que recuerdo a Sic, sonrío"
Valentino llevará un casco especial y Capirossi correrá con el 58 en un fin de semana en el que todos quieren honrar al piloto fallecido
Nadie se ha olvidado de Marco Simoncelli. El circuito de Cheste, que acoge las últimas carreras del Mundial, está repleto de mensajes en recuerdo al fallecido piloto italiano. Su Honda y su casco parecen esperarle en su garaje, hay pancartas gigantes con su foto, un mural interminable donde cualquiera puede darle un último adiós, chapas con el 58 y un lazo negro en señal de luto. Las motos se ponen guapas para rendirle homenaje, con ese dorsal con el que siempre se le relacionará, que aparecerá también en los monos y en los cascos cuando sus colegas se suban estos días a sus máquinas para seguir haciendo ruido, como ha pedido el padre, Paolo Simoncelli. Así le honrarán el domingo, justo antes de que dé comienzo la carrera de 125cc, con el rugir de los motores y un final de traca, algo fácil tratándose de una tierra, la valenciana, con semejante querencia a la pólvora.
Antes de subirse de nuevo a la moto los compañeros de Simoncelli hablaron por primera vez de sus sentimientos en las últimas dos semanas, desde que un trágico accidente en el GP de Malasia segara la vida del italiano, 24 años, carisma y arrojo a raudales. "Me he sentido desconsolado por haber perdido a un amigo; pero he ido mejorando día a día, Marco ya no está, pero cuando lo recuerdo no puedo estar triste, me sale una sonrisa. Sic era una persona divertida, siempre estaba riendo. Así que mis recuerdos son todos positivos", deslizaba Valentino Rossi, que voló de regreso a Italia desde Malasia junto al padre, Paolo, y acompañó el féretro de su colega hasta casa, que no se separó de la familia de su amigo hasta el funeral, cuando se dio cuenta de cuánto quería la gente a Sic, como él le llamaba, pues "corría con el corazón". "Ha sido muy duro", reconoció, "más difícil que cuando perdimos a Kato (2003) o a Tomizawa (el año pasado), porque esta vez ha habido un agravante, yo era muy amigo suyo", insistía.
Además, a nadie se le escapa, fue uno de los dos implicados en el atropello mortal, junto a Colin Edwards (con el húmero izquierdo dañado como consecuencia de aquel choque), aunque aquello nunca le hizo plantearse dejar de correr: "Esa no es la manera. Sabemos que estas cosas pueden pasar. Así es nuestro deporte", zanjó. Rossi revisó el accidente. Y sabe que no pudo hacer nada para evitar el impacto fatal. "Marco era mucho más grande que la mayoría de pilotos y usaba su cuerpo para mantenerse en la moto, intentó no caer y lo logró, porque no chocó, pero desgraciadamente la moto volvió a la pista. Ocurrió en un instante. Fue como si alguien desde una calle perpendicular se hubiera saltado un stop", reflexionó.
Para el sábado espera un casco especial que lucirá en su honor. Mientras otro italiano, el veterano Loris Capirossi, que ya lucía un brazalete negro en el brazo derecho, ha puesto en la cúpula de su Ducati Pramac el 58 de Simoncelli, que le cedió el equipo Gresini. Correrá con el dorsal del amigo desaparecido la última carrera de su vida, aunque formalmente aparezca en los gráficos de los entrenamientos y la carrera con su habitual 65. "Todos estamos aquí para tratar de no olvidar nunca a Marco, él es parte de nuestras vidas", dijo, sin un asomo de luz en su rostro. Andrea Dovizioso, el primer piloto que apareció por la clínica aquel fatídico domingo, el alter ego de SuperSic, se sorprendió de su propio dolor: "Marco no era un amigo, pero siempre corrimos juntos, desde pequeños, lo consideraba el rival. Los primeros días no podía quitarme de la cabeza su recuerdo. El martes fui a su casa, a estar con su familia. A pesar de conocernos tantos años nunca había estado allí, Paolo me abrazó. He sentido un tremendo vacío: Marco siempre fue una referencia para mí. Solo tras el funeral sentí que podía poner fin a tanta angustia".
"Somos afortunados por lo que hacemos y cómo nos ganamos la vida, pero nuestro deporte es muy peligroso", concedía Casey Stoner, el campeón de MotoGP, que dijo haber estado dando muchas vueltas estos días a lo que significan las carreras. Lo mismo que le ocurrió a Dani Pedrosa, que había protagonizado varias discusiones con el italiano a cuenta de su agresividad en la pista: "Esto cambia la manera en la que ves las cosas. Él era un piloto que apenas tuvo lesiones, solo le recuerdo una en la muñeca. Yo he tenido muchas. Y ahora veo que he tenido mucha suerte: yo sigo aquí. Después de Malasia no quería hacer nada, no podía comer... Pero sigue saliendo el sol, se pone la luna, los días pasan y no se puede hacer otra cosa que seguir". "Será más difícil concentrarse y pilotar al máximo, pero debemos hacerlo por él", opinaba Rossi. "A él le encantaban las carreras y siempre daba el máximo. Esto era su vida. Lo mejor que podemos hacer es correr por él", le secundaba Álvaro Bautista.
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