Con más, el Sevilla es menos

En la Liga de los que aspiran al bronce, Villarreal y Sevilla empataron en un encuentro extraño marcado por la expulsión de Diego López, ocurrida a los 22 minutos de juego. Con la ventaja de efectivos y en el marcador, el conjunto de Marcelino se movió en la tibieza de no saber si lanzarse de lleno a refrendar una victoria más intuida que demostrada. Pero en algunas fases del encuentro el Villarreal fue superior hasta el punto de lograr la remontada con un gran gol de Marco Ruben que Alexis dejó en equilibrio (2-2) a falta de cinco minutos para la conclusión de un encuentro del que salió reforzado el conjunto de Juan Carlos Garrido.

El respeto mutuo aconsejó la prudencia desde la alineación en ambos bandos. El 4-2-3-1 fue el esquema elegido por los dos técnicos. No sorprendió el dibujo en Marcelino. En su once no tienen cabida Negredo y Kanouté a la vez salvo necesidad suprema. Más sorprendente resultó que Garrido prescindiera de Nilmar para dar carrete a Camuñas por detrás de Rossi como único delantero. Junto a Bruno se ubicó una vez más Marchena para apuntalar la medular. Y cada cual con sus formas, convirtió los primeros instantes del encuentro en un ejercicio intimidatorio. El Villarreal, masticando las jugadas, se asomaba con criterio al área de Javi Varas. Más vertical y dinámico, el Sevilla asustaba a Diego López. El portero lucense tuvo dos mano a mano ante Manu del Moral y Navas que resolvió con autoridad. En una tercera ocasión, no pudo evitar que Perotti le ganara la partida. Cayó derribado el argentino y el colegiado decretó penalti y la consecuente expulsión. El debut oficial de César pudo resultar exitoso. El lanzamiento de la pena máxima de Negredo fue parado en primera instancia por el portero, que está semana ha cumplido 40 años, pero el rechazo lo recogió el propio Negredo para embocar a gol.

Cani resultó el sacrificado para dar cabida a César. El centro del campo amarillo perdía en teoría toque y llegada sin el centrocampista aragonés. A Rossi no había quien le asistiera. Complacido por el resultado y la superioridad de efectivos, el Sevilla perdió tensión y se dejó llevar. Hasta el punto de que Rossi sacó un penalti ingenuo a Navarro que el árbitro se mostró gustoso de cobrar. Rossi, con toda la paciencia del mundo, engañó a Javi Varas. El partido daba un giro. El Villarreal apretó las líneas y se multiplicó en el esfuerzo para contener en defensa y tener presencia en el ataque. Y al Sevilla le tocó llevar la iniciativa, algo a lo que está poco acostumbrado, siendo un equipo concebido para contestar más que para llevar la palabra. Costumbre acentuada con la presencia en el banquillo de Marcelino. Al técnico asturiano le aburren las largas posesiones.

Para no desnaturalizarse, el Sevilla concedió extrañamente al Villarreal el terreno y el esférico. Mal asunto si este recae en Borja Valero y Rossi, siempre dispuestos a causar estropicios en portería ajena. Aunque a Marcelino no le gustaba lo que estaba sucediendo en el terreno de juego e introdujo finura en el centro del campo, con la incorporación de Rakitic, además de calidad y gol con la presencia de Kanouté. Contestó Garrido con la entrada de De Guzmán y Marco Ruben. En la partida de ajedrez, las tablas no eran concebidas por nadie. El empate final, sin embargo, refuerza al Villarreal y deja en la duda al Sevilla.

Villarreal 2 - Sevilla 2