Un toque sutil de Tamudo

Tamudo estaba jugando bien, zascandil como acostumbra, incordión como se precia, más aún cuando se ha convertido en la única referencia ofensiva de la Real tras la lesión de Joseba Llorente, la primera opción de Lasarte. Tamudo estaba jugando bien, aunque había fallado uno de esos goles que no suele fallar, ante una defensa osasunista que en poco se relaciona con la historia de los gladiadores rojillos que cita su historia. Una defensa blanda y lenta es una presa que Tamudo no podía dejar escapar. Acostumbrado a golear y, por lo tanto, a fallar también, se sobrepuso a su error de la primera mitad y en la segunda se sacó uno de esos goles que guardan los depredadores, los gatos del área, que cuando huelen la red se excitan.

Fue un pase de Aranburu que Tamudo disparó contra el pecho de un valiente Ricardo que se jugó el físico: 'Que sea lo que Dios quiera', debió pensar el casi cuarentón portero de Osasuna. Pero Tamudo recogió el rechace y de espaldas, con el exterior del pie derecho, lo dirigió al palo opuesto como si hubiera medido la distancia recién olisqueada.

Era el gol del listo que había buscado la Real jugando a espasmos, dominada de salida por un Osasuna corajudo pero inofensivo, que le robó el balón y le achicó el campo. Algo no funcionaba en ambos equipos: Osasuna no entendía como dominando tanto el juego no creaba ocasiones de gol (solo Pandiani resultaba inquietante) y la Real no sabía por qué sin dominar el juego fue capaz de crear cuatro clarísimas ocasiones en 45 minutos. La de Sarpong fue tan clamorosa que seguramente hizo pensar en lo peor al colectivo blanquiazul. Cuando se falla algo así a metro y medio de la portería (el holandés le dio al aire, en vez de al balón) se suele pensar que algo malo te está esperando.

A Osasuna el error de Sarpong le despertó. Ciertamente, el equipo de Camacho es un colectivo desgarrado que funcionada por el instinto de Nekounam y el empuje de Pandiani, ahora medio punta. El resto, acompaña. El iraní es el que recupera, el que organiza y el que remata. Lanzó al larguero un disparo lejano y cabeceó un saque de esquina que salvó De la Bella bajo los palos. Lo hizo todo, pero lo tuvo que hacer solo. Y a la Real le entró la corajina, empujó Aranburu y encontró a Tamudo, el segundo futbolista en activo que más goles le ha marcado a Osasuna (junto a Forlán). El líder es Villa. Ayer no faltó a la cita. Le costó afinar la puntería pero encontró el cuarto de las agujas, de espaldas, medio cayéndose y tras haber errado el primer remate. Un luchador.