De un ataque de risa a otro de pánico
Barcelona accede a las semifinales después de una sufrida victoria frente a un buen Espanyol
El Barcelona pasó de un ataque de risa a otro de pánico en menos que canta un gallo por culpa del Espanyol. Los azulgrana las pasaron tan canutas para acceder a las semifinales de la Copa que acabaron pidiendo la hora antes de tiempo cuando los blanquiazules jugaban con diez por explusión de Jarque. Nadie daba un duro por el Espanyol, que se batió con más grandeza de la anunciada con un equipo muy pequeño. Funcionó bien de forma colectiva y fracasó a título individual. Aún siendo suplente, Bojan tiene más peso futbolistico que Jonathan y no hay un volante mejor que Xavi. Los porteros, en cambio, fallaron por igual y le dieron al partido un tono inesperadamente vibrante. El Barcelona, por lo demás, es un equipo de ida al que le cuesta jugar la vuelta. Alguno de sus partidos más discretos se han producido en situaciones de ventaja, tanto en la Copa como en la Champions, y el de ayer no fue una excepción. Le cuesta decidirse y mientras duda resulta vulnerable y pierde su encanto.
Barcelona 3 - Espanyol 2
FC Barcelona: Pinto; Alves, Puyol (Cáceres, m.60), Piqué, Sylvinho; Busquets, Xavi, Gudjohnsen; Messi, Bojan (Eto'o, m.74) y Hleb (Iniesta, m.71).
RCD Espanyol: Cristian; Finnan (Jarque, m.50), Lacruz, Torrejón, Chica; Sergio Sánchez (Dídac, m.89), Ángel, Lola, Rufete (Callejón, m.66), Coro y Jonathan Soriano.
Goles: 1-0, m.35: Bojan. 2-0, m.48: Bojan. 3-0, m.56: Piqué. 3-1, m.58: Coro. 3-2, m.69: Callejón.
Árbitro: Megía Dávila (Colegio Madrileño). Mostró cartulina amarilla a Busquets (m.32), Chica (m.38). Expulsó a Jarque, por doble amonestación en el m.90+1.
Incidencias: Asistieron al encuentro 78.443 espectadores, en partido correspondiente a la vuelta de los cuartos de final de la Copa del Rey, disputado en el Camp Nou. Antes del inicio del partido se guardó un minuto de silencio en memoria de Pablo Porta, presidente de la Federación Española de Fútbol y directivo del Espanyol, recientemente fallecido. El Barça y TV3 no se pusieron de acuerdo, a causa de un litigio económico, y el canal autonómico no pudo emitir el partido en directo, que se vio en Cataluña por Telecinco.
Ante la trascendencia del choque y la peligrosidad del empate a cero de la ida, Guardiola se la jugaba con la alineación de la vuelta, y de nuevo encontró una fórmula que le permitía ganarse a la plantilla y aparentemente asegurarse también la victoria. Futbolistas desequilibrantes como Alves, Xavi y Messi, uno por línea, mezclaban con Sylvinho, Gudjohnsen, Hleb y Bojan, jugadores más complementarios y necesitados de partidos de verdad. Ante un equipo reconocible, el Espanyol se desplegó en cambio con una formación remendada, más que desbravada, y un dibujo inédito (4-1-4-1), circunstancia que en cualquier caso no se sabía si sería buena o mala porque las noticias que salen del club blanquiazul son las peores de la Liga.
Ocurre que la Copa es una competición muy diferente, y al Espanyol se le da especialmente bien en los últimos tiempos, todo lo contrario que al Barça. Aunque improvisada, la jugada le salió bien a Pochettino durante media hora porque a partir del mismo planteamiento que el Numancia, con Sergio Sánchez de falso libre por delante de los centrales, los blanquiazules apenas concedían ocasiones de gol y sus transiciones resultaban más interesantes que el ataque estático del Barça. Aliviados, sin presión ni responsabilidad, los suplentes del Espanyol actuaron como un equipo muy trabajado, excelente tácticamente, como si llevaran semanas con su nuevo entrenador y no sólo tres partidos. La tranquilidad blanquiauzl contrastaba con la angustia azulgrana.
Hasta que decidieron las individualidades para suerte del Barça y desgracia del Espanyol. Falló Jonathan Soriano un remate sencillo ante Pinto y erró Cristian Álvarez en un rechace a tiro de Sylvinho que Bojan embocó a la red después que el árbitro no pitara los penaltis reclamados por Hleb y Corominas. El partido, en cualquier caso, continuó siendo muy competitivo hasta el descanso, cosa que hablaba muy bien del Espanyol y mal del Barcelona, falto de línea de pase y excesivamente reiterativo con los cambios de orientación. Los buenos del Barça no entraban en juego mientras que en el Espanyol no había distinciones entre buenos y malos, inferiores uno por uno, solidarios todos.
La volvió a pifiar un zaguero del Espanyol, Lacruz, nada más salir del descanso, cuando apretaba el Barça el saque del portero y Xavi conectó estupendamente con Bojan para que el delantero definiera como hacen los mejores arietes. Poco después llegó un tercer gol, materializado por Piqué, y el Barcelona se echó a la bartola antes de tiempo. Al Espanyol le alcanzó con muy poco, con un par de disparos desde fuera del área, para ponerse a un tanto de la clasificación. Puyol desvió un tiro de Corominas (3-1) y poco después Pinto no se enteró tampoco de un lanzamiento de Callejón (3-2). El encuentro adquirió un tono dramático, muy copero, con suspense en las dos áreas, por más que Guardiola hubiera dado entrada a Iniesta y Eto'o.
El Espanyol no necesitaba ni siquiera jugar a fútbol para provocar el pánico del Barça, especialmente cada vez que intervenía Pinto. La hinchada azulgrana, que saludó la salida del Espanyol con el grito de "¡A Segunda¡", estaba más pendiente de su portería que de la rival. Ya no daba la victoria por descontada sino que cantaba para espantar los males. Desde el banquillo, los entrenadores mandaban a sus futbolistas al área mientras Messi intentaba ganar tiempo en el banderín de córner, ayudado por los recogepelotas, y Jarque era expulsado por una patada a Busquets. La alegría con la que el afición festejó al final el triunfo habla del suspense que tuvo el partido. Pinto será un buen tipo divertido y contará buenos chistes en el vestuario. Al Barcelona, en cambio, le hizo pasar un mal rato en el campo. Igual fue cosa de un día. A veces los partidos que llegan más mansos resultan los más difíciles, y más cuando se trata de un derby y de Copa.
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