El Fuenlabrada ya sueña con la Copa
El equipo madrileño vence por segunda temporada consecutiva en la cancha del Estudiantes
El Alta Gestión Fuenlabrada completó el mejor partido de la temporada precisamente en el feudo de su adversario más enconado, el MMT Estudiantes, al que venció con una contundencia incontestable para soñar con estar en la Copa del Rey. El Fuenla ganó por segunda temporada consecutiva, en la cancha del Estudiantes en un partido dominado por los visitantes de principio a fin y en el que se impusieron en todos los parámetros estadísticos que se contabilizan, las diferencia de 16 a 4 en cuanto a triples convertidos es más que elocuente, e incluso en los que no, como son la actitud y determinación a la hora de afrontar un enfrentamiento de este nivel. Tras la simbólica canasta inicial del pívot estudiantil, que lo fue del Fuenlabrada, Oriol Junyent, y que supuso la única ventaja de los locales a lo largo de los 40 minutos reglamentarios, todo fueron malas noticias para el equipo dirigido por Luis Casimiro, otro que se enfrentaba a su ex equipo.
FICHA DEL PARTIDO
71 - MMT Estudiantes (14+15+21+21): Cummings (5), Jasen (9), Suárez (3), Junyent (9) y Wideman (10), -quinteto inicial-, Udrih (9), Granger (2), Popovic (18), Iturbe (6) y Beirán (-).
89 - Alta Gestión Fuenlabrada (24+14+23+28). Valters (5), Blanco (18), Paraíso (2), Mainoldi (16) y Ramos (10) -quinteto inicial-, Tskitishvili (5), López (-), Bueno (10), Oleson (23) y Sandes (-).
Arbitros: Martín Bertrán, García González y Cortés. Sin eliminaos.
Incidencias: Partido correspondiente a la octava jornada de la Liga ACB disputado en el Telefónica Arena de Madrid ante 9.500 espectadores, con presencia de más de medio millar de aficionados
visitantes.
Un aleccionador parcial de 1-11, con el escolta asturiano del equipo fuenlabreño Saúl Blanco al mando de las operaciones ofensivas, perfiló el devenir del partido y obligó al banquillo colegial a solicitar tiempo muerto mediado el primer cuarto. No hubo caso. El pívot puertorriqueño del Fuenla, Peter John Ramos respondió a la desconfianza que para con él tuvo la pasada campaña el citado Casimiro con un recital de solidez defensiva, intimidación, abrumador dominio en el rebote y anotación, todo en el mismo paquete para terminar el partido con 10 puntos, ocho rebotes y dos tapones. Desde la atalaya de sus 2,22 metros -es el jugador más alto de la Liga ACB- frenó el atisbo de reacción local, más racial que otra cosa, para que su equipo concluyese el cuarto con una apreciable ventaja a favor (14-24).
El segundo periodo, tras un engañoso titubeo inicial del Fuenlarada, tuvo un nombre propio: Bradley Scott Oleson, escolta estadoundense de los del sur de Madrid y máximo anotador de la Liga ACB. Tuvo, eso sí, un inicio dubitativo, pero apoco que calentó motores se mostró imparable en el tiro e incansable en defensa, él sólo se bastó y sobró en el aspecto ofensivo para mantener la diferencia al descanso (29-38). El Estudiantes se chocaba contra un muro, un rival con un jugador en estado de gracia y el resto de sus compañeros cumpliendo un papel sobresaliente con cinco jugadores que acabaron el partido por encima de los 10 puntos. En este capítulo resaltar la labor del argentino con pasaporte italiano Leo Mainoldi, falso pívot en ataque, que tras anotar cinco triples de siete intentos para acabar con 16 puntos presentó sus credenciales como jugador ACB.
La reanudación sólo sirvió para constatar una realidad: A día de hoy, o cuanto menos esta mañana, el Alta Gestión Fuenlabrada es mejor equipo que su rival. La vergüenza torera de jugadores como el escolta argentino con pasaporte alemán Hernán Jasen, y los pívots serbio y estadounidense del Estu Petar Popovic y Tom Wideman, sólo sirvió para que su equipo viviese con respiración asistida antes del último asalto (50-61). Presión y zona 2-3 fue la receta que desde el banquillo estudiantil se prescribió para obrar el milagro. En un abrir y cerrar de ojos los triples de Oleson, Blanco y Mainoldi sentenciaron (52-72, minuto 34).
El equipo local logró acercarse hasta los 10 puntos, pero otra ráfaga, ésta sí, ya mortal de los francotiradores de los fuenlabreños y el aplomo del pívot madrileño Antonio Bueno, otro más que se reencontraba con el que fuera su club, hizo justicia al final, en el fondo y en la forma. Así las cosas, el Estudiantes vuelva a mirar hacia abajo, mientras que el Fuenlabrada tiene permiso para soñar con mayores empresas que la simple y llana obtención de la permanencia.
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