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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Saviola lleva al Sevillla al triunfo sobre el Vitoria

El Sevilla no tenía más enemigo ayer que el reloj o un súbito ataque de dejadez de sus profesionales. La falta de un ariete nato es prácticamente el único defecto que se le puede detectar a la plantilla que dirige Juande Ramos. Tenerlo, lo tiene. Luis Fabiano llegó este verano para ser el que se le recordaba en Brasil. Pero de momento no ha podido. Anoche, surgió Saviola. En el Oporto, había marcado únicamente tres tantos, pero el equipo técnico del conjunto sevillano estaba convencido de que una serie de motivos extradeportivos tenían la responsabilidad de escasa rentabilidad futbolística y, por supuesto, también creyó que podía solucionarlo. Por el momento no ha podido y el Sevilla se tiene que apañar con dos delanteros buenos, pero a los que nunca se podrá calificar de arietes. Los de Nervión han goleado poco, pero como han encajado bastantes menos les va de maravilla. El temor de los más pesimistas de que si no se marcaba pronto se sufriría mucho, lo pulverizó Saviola con un sutil toque que convirtió en gol el enésimo pase de Adriano.

Y es que los portugueses no lo pusieron demasiado difícil. El Vitoria portugués demostró tener muy poco sentido táctico. El centro del campo estaba diseñado para ser un rombo, pero la formación perdía la geometría con una facilidad pasmosa. Los apoyos las basculaciones, sobre todo a la hora de defender, carecían de lógica futbolística alguna y le dejaron al y dejó al Sevilla la más plácida de las primeras mitades de todos los partidos que ha disputado este curso. Saviola marcó pronto, pero equipo podía haberlo hecho bastante antes. Adriano y Alves erraron prácticamente en boca de gol. El diestro se dejó la pelota atrás cuando ya se había colado en el área y el zurdo empalmó mal un balón rebotado en la cabeza de Saviola.

Y Saviola continuó. El argentino había dicho a quien le quisiera escuchar un par de días atrás que le gustaría que el Sevilla lo fichara. Casualidad, casualidad, ayer jugó su mejor partido vestido de blanco. Su segundo gol fue un ejercicio de coraje, constancia y habilidad. La grada se lo agradeció pidiéndole a gritos a la directiva que lo contratara cuanto antes. Adriano también se aprovechó del desbarajuste geográfico que mostraban los futbolistas del Vitoria. Se coló por un hueco en su banda para recibir un pase que sólo podía ser gol.

Destrozado el temor al reloj, apareció brevemente el segundo enemigo potencial de los sevillistase. En una jugada tonta, nadie se sospechó que Benachour fuera a disparar a puerta desde tan lejos, pero lo hizo y marcó al borde del descanso. Era el segundo intento de los portugueses, que también habían intentado sorprender desde lejos en un saque de falta.

En la segunda parte, poca cosa cambió. El Sevilla se relajó lo justo y siguió intentando elaborar su mejor fútbol. Saviola estuvo a punto de coronar su gran noche con otro golazo, pero en esta ocasión dio la impresión de que más bien se lo restó a su equipo por su empeño en marcarlo él. Corrió tres cuartos del campo con la pelota pegada al pie, le rompió la cintura al central Dragoner chutó duro y demasiado alto. Lo malo es que tenía a compañeros mucho mejor colocados que él. Al ella no le hizo falta ayer ni la aportación de Maresca, que caro que trabajó , pero más cómodo que nunca. Alves demostró una vez más que vive en un momento dulcísimo de juego. Aunque se prodigó más en la primera mitad, en la segunda, levantó los oles de la grada de Nervión con un regate tan inclasificable como él. El lateral hispano-brasileño parece haber dejada atrás sus arranques que despistaban a amigos, enemigos y espectadores. Pero quizás lo mejor de ayer para el Sevilla fue su actitud. El conjunto andaluz demostró tener una personalidad propia y, además, estar dispuesto a no perderla por complicado o sencillo que sea el encuentro

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