Helguera marca el tanto que da la victoria al Madrid (1-0)
El Juventus sufre la primera derrota en esta edición de la Liga de Campeones
El Real Madrid dejó pasar una gran ocasión de sentenciar una eliminatoria que se presumía mucho más complicada de lo que fue en su primer acto. El Madrid, más concentrado de lo habitual, hizo un buen partido, pero estuvo lejos de la perfección. Así y todo, y disfrutando de la mejor versión de Zidane esta temporada, fue muy superior a una Juventus que ofreció una paupérrima imagen, pero que se marchó a Turín con sus opciones intactas de estar en cuartos de final, donde no podrá contar con el sancionado Blasi. Esta derrota es la primera que sufre la Juve en la presente edición de la Liga de Campeones.
La Liga de Campeones es una competición especial para el Real Madrid, que ha convertido el Santiago Bernabéu en un templo al que durante décadas han llegado los mejores equipos de Europa para rendirse. Esa mística quizá sirva para explicar el miedo que infunde en sus rivales el Madrid, un conjunto con muchas dudas, que no termina de saber a lo que juega y ha renunciado de manera inexplicable a las bandas, aunque esta vez mostró una concentración inusual. Pese a todos sus agujeros controló sin excesivos problemas a un conjunto como la Juventus, que condicionado por los gritos de Fabio Capello vive el fútbol de otra manera. Las individualidades casi no tienen cabida en un equipo demasiado rígido y plano, que lo fía todo a la estabilidad que le proporciona su defensa, lo mejor de la Vecchia Signora. Los italianos sólo inquietaron de verdad durante diez minutos y el resto se vieron superados por el Madrid, que se movió a impulsos, como siempre. Olvidado quizá para siempre el juego colectivo, la ausencia de un mediocentro organizador condiciona demasiado al equipo. Vanderlei Luxemburgo se ha empeñado en situar en la base del rombo a Gravesen, con lo que el Madrid gana en equilibrio, pero pierde en lucidez. La capacidad de trabajo y la entrega del danés son indiscutibles, pero a un mediocentro del Real Madrid también hay que exigirle algo de fútbol.
Con la injusta suplencia de Guti, la pausa y el ritmo en este conjunto sólo sabe marcarla Zidane, que recuperó algunas de sus mejores sensaciones para intimidar a la Juve. Raúl también apareció más que de costumbre, Figo puso voluntad y Ronaldo pidió el balón sin importarle los pitos. No aprovechó el Madrid como debería las bandas, ya que Roberto Carlos no ocupó con la frecuencia que debería haberlo hecho los espacios que le otorgaban Zebina y Camoranesi y Beckham no se atrevió a encarar al eficiente Zambrotta y se empeñó en jugar por el centro. Lesionado Salgado en un choque con Nedved, a Luxemburgo sólo se le ocurrió situar a Raúl Bravo en el lateral derecho. Si ya en la izquierda es un futbolista prescindible, en la derecha es un lastre. Todo lo contrario que Iván Helguera, que apareció para rematar de cabeza una falta lanzada por Beckham y elevar al marcador la superioridad del Madrid. Una falta que, por cierto, no fue, ya que Zebina no llegó a tocar a Zidane.
Segunda parte
El paso por los vestuarios animó algo a la Juventus, que con un fútbol simple y directo, no da para más, tuvo suficiente para inquietar al Madrid. Pero en cada ocasión fabricada por los italianos, alguna muy clara, como una de Ibrahimovic, apareció Casillas, al que algunos dentro del club le siguen negando su calidad. Pronto llegará la hora de que lo hagan, cuando se sienten a negociar la renovación del mejor portero del mundo. El Madrid se equivocó y cedió la iniciativa, en lugar de atacar directamente a la yugular para acabar con un rival herido, que fue inferior, pero que supo mantener un hilo de vida que quizá le permita resucitar en Delle Alpi. En ello también influyeron algunas decisiones del árbitro eslovaco Lubos Michel, que no señaló dos claros penaltis. Uno por agarrón de Zebina a Raúl y otro a Walter Samuel, que logró rematar de cabeza al poste con dos rivales colgados de su brazo izquierdo. La Juventus ensució el final del encuentro, en las más pura tradición italiana, y el Madrid no supo negociar esa situación. Le faltó quizá la claridad que le hubiera dado Guti para haber jugado con más cabeza. Quizá Luxemburgo se acuerde de ello en la vuelta.
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