El narrador y dramaturgo noruego Jon Fosse, premio Nobel de Literatura 2023

La Academia Sueca ha concedido el galardón al autor, de 64 años, por “su prosa innovadora y por dar voz a lo que no se puede decir”

El premio Nobel Jon Fosse posa en su vivienda cerca de Frekhaug (Noruega), este jueves.EIRIK HAGESAETER (Bergensavisen / AFP)

La Academia Sueca ha otorgado este jueves el Premio Nobel de Literatura 2023 al narrador y dramaturgo Jon Fosse, “por su prosa innovadora y por dar voz a lo que no se puede decir”. Nacido en Haugesund (Noruega) hace 64 años, su producción ha sido comparada con la de Ibsen o la de Beckett, y en su país natal es considerado como un autor nacional, donde comparte trono con otros escritores de relevancia como Jo Nesbø o ...

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La Academia Sueca ha otorgado este jueves el Premio Nobel de Literatura 2023 al narrador y dramaturgo Jon Fosse, “por su prosa innovadora y por dar voz a lo que no se puede decir”. Nacido en Haugesund (Noruega) hace 64 años, su producción ha sido comparada con la de Ibsen o la de Beckett, y en su país natal es considerado como un autor nacional, donde comparte trono con otros escritores de relevancia como Jo Nesbø o Karl Ove Knausgård. Fuera también ha tenido notoria repercusión: su obra ha sido traducida a 40 idiomas y en 2007 fue ordenado caballero de la Ordre National du Mérite de Francia. Es devoto de Federico García Lorca.

Fosse ha declarado que se siente “abrumado, muy feliz y agradecido”, en un comunicado de su editorial noruega, Samlaget. “Veo este premio como un premio para la literatura”, ha añadido, “no se llega más alto que el Nobel, después de esto, todo es cuesta abajo”. Sobre las quinielas que le daban favorito al galardón desde hace años, Fosse ha declarado a la cadena noruega TV2: “Estoy acostumbrado al suspense y a no conseguirlo. Así que ha sido un poco inesperado para mí”.

Su primera obra fue Raudt, svart (Rojo, negro), de 1983, que no está traducida al español, y desde ahí ha ido hilvanando una trayectoria en la que se encuentran novelas, cuentos, obras de teatro o libros infantiles. Una de sus creaciones más recientes es Mañana y tarde (Nórdica / De Conatus), tan reciente que por una feliz coincidencia llegaba este mismo jueves a las librerías en España: cuenta, de la cuna a la tumba, la historia de un personaje llamado Johannes, a través de sencillas escenas cotidianas, y hace reflexionar sobre si todo esto —la vida— tiene sentido.

Trilogía (De Conatus) es otro de sus libros traducidos: el volumen reúne tres breves novelas en las que Fosse relata una trágica historia de amor en la Noruega rural. Septología (De Conatus) es su gran novela, en siete partes y varios volúmenes, donde el autor busca aquellos detalles de la sociedad que ignoramos, pero que, aun así, nos condicionan. Poco después de conocerse el galardón, también se ha conocido la noticia de que, si bien De Conatus venía publicando en España la obra del reciente nobel, el noruego formará parte del catálogo del gran grupo editorial Penguin Random House en los próximos años, arrancando con cinco títulos, cuatro de ellos inéditos español. ¿Es Fosse un autor conocido? En la cuenta de la red social X de los premios Nobel (@NobelPrize) se preguntaba al público tras el anuncio del premio si había leído al galardonado: más del 90% de los participantes aseguraban no haberlo hecho.

“Creo que leer a Jon Fosse es bueno para la gente”, dice Cristina Gómez-Baggethun su principal traductora al español, junto a su madre Kirsti Baggethun, que se entregan a una tarea no demasiado sencilla, porque la escritura del noruego es muy particular. “Traducir a Fosse es difícil, pero muy divertido”, dice Gómez-Baggethum, “su estilo es muy similar en todos los géneros que cultiva, en realidad es como si todo fuera poesía”. De hecho, el ritmo de su escritura es una de sus mayores características: no suele usar puntos, solo comas, tampoco se ven demasiadas mayúsculas, los diálogos no se señalan con guiones... “Puede que lleve a la página mi bagaje de mal músico”, dijo el autor a EL PAÍS en 2019. “Para mí, escribir es escuchar, es un acto más musical que intelectual. En un texto la forma debe ser extremadamente exacta, cada coma, cada cambio está medido para que al leer puedas sentir las olas, un latido, y el cambio de ritmo según avanza la trama. Esta unidad entre forma y contenido es necesaria. Con la escritura ocurre igual que con un ser humano: no se puede separar el alma del cuerpo, un cadáver no es una persona”.

Este Nobel tiene selectos lectores fuera de las fronteras escandinavas. “Me atrapó desde el primer libro esa manea de contar tan hipnótica”, dice la escritora española Pilar Adón, que tiene al noruego como uno de sus autores de cabecera. Destaca Septología: “Es una obra global, redonda, en la que la manera de narrar es más importante que lo que se narra. Trata sobre cómo los caminos que tomamos van marcando nuestra trayectoria y vamos dejando atrás aquello que pudimos ser. Y es muy importante la espiritualidad: todo el libro se asemeja a una oración continua, al leerlo entras en una especie de estado de trance”.

La traductora y experta en literatura noruega Ana Flecha Marco explica: “Cuando, además, el premio recae en una persona que escribe en una lengua tan pequeñita, la alegría es aún mayor. Jon Fosse escribe en nynorsk, uno de los dos estándares oficiales del noruego escrito, minoritario en la producción literaria en un idioma con apenas cinco millones y medio de hablantes nativos. Ojalá este premio sirva para que crezca el interés por las letras noruegas”.

En esa lengua “pequeñita” Fosse reflexiona sobre los asuntos universales, convencido de que la experiencia humana une a los vivos, a los muertos y a los que aún están por venir. “Se preocupa por esas grandes cuestiones que nos afectan a todos, desde una perspectiva ahistórica y universal, por eso llega al corazón de gente de culturas muy diversas”, dice Gómez-Baggethun. Esos temas son el amor, la paternidad, los celos, o el sentimiento de pérdida o de falta de sentido (no en vano, Fosse ha sido muy influenciado por la filosofía de Martin Heidegger).

La relación del flamante Nobel con España podría cifrarse en su pasión por García Lorca. “Me apasiona su trabajo, pero no recuerdo cómo lo descubrí. Es uno de mis autores favoritos de todos los tiempos. Cuando leo las traducciones de sus versos siempre acabo añadiendo mis notas. Aunque no sé español, he adaptado Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba usando diccionarios en distintos idiomas. Hay un sonido muy particular en su obra y yo traté de capturar la poesía y el ritmo tan claro de su escritura. Lorca escribe una música literaria parecida a la que yo trato de plasmar”, dijo el autor a este periódico.

Jon Fosse en el Det Norske Teatret, Oslo, el 6 de septiembre de 2019. Hakon Mosvold Larsen (EFE)

También habló de su relación con el alcohol, que durante alguna etapa de su vida fue estrecha: era consciente de las relaciones que la bebida tiene con la creación desde la Antigüedad, como mínimo desde los poetas borrachos de Atenas. Bebía mucho, y tuvo que dejarlo. “Nunca he podido escribir cuando bebía”, señalaba Fosse, “porque me volvía sentimental, perdía la precisión, la agudeza, el foco, la claridad; incluso con una pequeña cantidad de alcohol mi escritura se volvía pésima. No escribo todos los días, pero cuando lo hacía, la combinación durante muchos años era escribir de día y beber de noche. Cuando empecé a hacerlo por las mañanas tuve que parar. Y lo logré”.

Los vaivenes del Nobel

Con frecuencia, los Nobel son objeto de polémica, como ocurrió con el galardón a un cantautor como Bob Dylan. Cuando Fosse aún no era Nobel tenía opiniones sobre ello: “Fue una cosa loca. He traducido a John Ashbery al noruego y pensé en él. ¿Cómo podían dárselo a Dylan y no a Ashbery? No lo comprendo. Luego Ashbery murió, así que ya no lo ganará. Hay algo que está mal. Dylan tiene canciones maravillosas y Mr. Tambourine Man es gran poesía en forma de letras de canciones. Pero es mucho mejor cuando lo escuchas cantado que cuando lo lees, y la clave para mí es que si esto es un premio de literatura en el sentido estricto, ¿por qué no Ashbery?”.

El año pasado ganó la francesa Annie Ernaux; se reconocía así una carrera larga no siempre valorada, debido al gusto de la autora por lo autobiográfico (o la autoficción). Las controversias a veces se dan por el género literario que se premia (como la autoficción, el reporterismo, en el caso de Svetlana Aleksiévich, y hasta la canción, en el caso de Dylan), como por el origen del premiado, algunas veces lejano (desde el punto de vista eurocéntrico). Autores como el chino Mo Yan o el tanzano Abdulrazak Gurnah resultaban desconocidos para la mayoría de lectores occidentales.

En cuanto al género (no el literario, sino el identitario), si bien durante el siglo XX el premio estuvo totalmente descompensado a favor de los hombres, como era el signo de los tiempos, en los últimos años se ha equilibrado: el palmarés parece fluir acorde a cada época. Con este galardonado van 103 hombres y 17 mujeres. En el último decenio lo han ganado cinco mujeres y cinco hombres, completa paridad. Desde 2017, cuando ganó Kazuo Ishiguro, ha habido alternancia de género a cada año. Esta vez tocaba hombre y ganó hombre. Fosse era uno de los nombres que más sonaban en las quinielas, y acertaron; otros de los nombres más probables eran la china Can Xue, el australiano Gerald Murnane, la canadiense Anne Carson o la rusa Liudmila Ulítskaya. A pesar de todo, Fosse no está muy interesado en la literatura contemporánea, declaraba en 2019 a este periódico. Prefería leer teología. “Me encantaría ser un cura, creo”.

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