El fascinante éxodo del ‘Códice Sassoon’, la Biblia hebrea más antigua del mundo
El libro sagrado, escrito en el siglo IX, sobrevivió a invasiones mongolas, cruzó el mundo en su diáspora y sale a subasta en mayo por 30 millones de euros en Nueva York
El llamado Códice Sassoon es la Biblia hebrea más antigua de la que se tiene constancia. Las pruebas de radiocarbono lo datan entre los siglos IX y X y, según Richard Austin, director mundial del departamento de Libros y Manuscritos de la casa de subastas Sotheby’s, “es un puente entre los antiguos ...
El llamado Códice Sassoon es la Biblia hebrea más antigua de la que se tiene constancia. Las pruebas de radiocarbono lo datan entre los siglos IX y X y, según Richard Austin, director mundial del departamento de Libros y Manuscritos de la casa de subastas Sotheby’s, “es un puente entre los antiguos Rollos del Mar Muerto [siglo III a. C.] y la Biblia actual”. Este milenario volumen sagrado, que saldrá a subasta el próximo mayo en Nueva York con un precio de 30 millones de dólares (28,1 millones de euros), esconde tras sus hojas una historia fascinante que pasa por destrucción de ciudades, guerras contra los mongoles o anotaciones testamentarias. De momento, solo la primera edición de la Constitución de los Estados Unidos (40 millones) y el Códice Leicester de Leonardo Da Vinci (30,8 millones), propiedad del multimillonario Bill Gates, superan su precio de salida.
El Códice Sassoon recibe su nombre de uno de sus últimos propietarios, el erudito David Solomon Sassoon (1880-1942), que poseía la colección de manuscritos judaicos y hebraicos más importante del mundo, la llamada Ohel David. El libro se encuentra actualmente en manos del coleccionista Jacqui Safra, que fue quien encargó la prueba de radiocarbono que lo fecha entre los siglos IX y X, “lo que confirma las investigaciones de anteriores eruditos y le confiere una edad similar al Códice de Alepo [datado en el 930], aunque el Códice Sassoon es significativamente más completo”, según los especialistas de Sotheby’s.
El códice lo conforman 24 libros divididos en tres partes: el Pentateuco, los Profetas y los Escritos. Así pues, este documento milenario incluye la base espiritual del judaísmo, así como de otras religiones abrahámicas, como el cristianismo, en lo que se denomina Antiguo Testamento, y que es reconocido como tal por católicos, ortodoxos y protestantes. El Corán también recoge algunos de estos relatos.
Con anterioridad a la aparición de los códices como el Sassoon, solo se conocían fragmentos de los textos bíblicos en forma de manuscritos enrollados. Son los llamados Rollos del Mar Muerto, pero a diferencia de la Biblia hebrea carecen de signos de puntuación y de enumeración de sus versos y capítulos.
Sharon Mintz, especialista en libros judaicos de Sotheby’s, asegura que la “Biblia hebrea es un texto sagrado y fundamental para los pueblos de todo el mundo. Durante miles de años, los creyentes han estudiado, analizado, meditado y ahondado en las Sagradas Escrituras”. Y añade: “El Código Sassoon marca un punto de inflexión crítico en la forma de percibir la historia de la Palabra Divina a lo largo de miles de años y representa un testigo transformador de cómo la Biblia hebrea ha influido durante siglos en los pilares de la civilización: el arte, la cultura, la ley y la política”.
Pero el códice no solo incluye documentos de tradición religiosa, sino también personales, como anotaciones de sus propietarios en los últimos mil años. Por ejemplo, entre sus páginas se descubren notas del siglo XI que hacen referencia a que fue comprado por un tal Khalaf ben Abraham, quizás un hombre de negocios que vivió entre Israel y Siria, y a Isaac ben Ezekiel al-Attar, quien lo dejó en herencia a sus hijos Ezequiel y Maimón.
En torno al siglo XIII, el códice fue entregado a una sinagoga en el noroeste de Siria, como demuestra la dedicatoria interior: “Consagrada al Señor Dios de Israel en la sinagoga de Makisin”. Otra acotación recuerda que la Makisin fue destruida por los ejércitos turco-mongoles de Tamerlán en 1400 y que el libro tuvo que ser ocultado por Salama ibn Abi al-Fakhr, a quien se le ordenó devolverlo cuando la sinagoga fuese reparada. Se sabe que el libro sufrió algunos daños en esa época, de hecho le faltan 12 páginas. Sin embargo, como el templo nunca fue reconstruido, el ejemplar inició un largo periplo por el mundo que acabó en 1929 cuando David Solomon Sassoon lo adquirió y le colocó su ex libris, locución latina que hace referencia al propietario, tal y como se conserva hoy en día.
Evolución de la Biblia hebrea
El códice viene a tapar, señalan los expertos, el “periodo de silencio” que existe entre los Rollos del Mar Muerto y el siglo IX (1.200 años), lo que permite conocer cómo la Biblia hebrea evolucionó desde la Edad Antigua a la Contemporánea. Por ejemplo, los rollos ―que fueron hallados en una gruta cerca del Mar Muerto y que son 230 fragmentos― contienen todas las partes del Antiguo Testamento, excepto el libro de Ester.
Los judíos de la antigüedad basaban sus creencias en tradiciones de lectura heredadas, transmitidas oralmente de una generación a la siguiente para entender la Biblia. A principios de la Edad Media, en torno al siglo VII, los eruditos, conocidos como masoretas (masorah significa tradición), intentaron plasmar de una forma sistemática las tradiciones religiosas en los documentos. El principal método empleado para igualar los textos ―llamado tiberiano por la ciudad de Tiberíades, en el mar de Galilea, donde se encontraba la escuela principal de masoretas― se convirtió con el tiempo en la norma utilizada en todo el mundo por los hebreos y que ya incluía, a diferencia de los rollos, vocales y los acentos.
Además, para asegurarse de que los escribas copiasen correctamente el texto bíblico, los masoretas elaboraron extensas listas que contienen la frecuencia con la que aparecen las palabras en la Biblia, los detalles de la ortografía correcta, así como su vocalización y acentuación de los textos. Estas notas, conocidas como masorah, aparecen en los márgenes superior e inferior del códice que saldrá a subasta.
Solo dos códices que comprenden casi toda la Biblia hebrea y que datan del siglo X han sobrevivido hasta la era moderna: el Códice Sassoon y el Códice de Alepo. Este último fue escrito en Tiberíades alrededor del año 930 y durante mucho tiempo ha sido reconocido como una versión excepcionalmente precisa del texto bíblico. Desafortunadamente, casi dos quintas partes del Códice de Alepo, incluida la gran mayoría del Pentateuco y partes de los Escritos, se perdieron en circunstancias misteriosas en algún momento de las décadas de 1940 o 1950. Por el contrario, Códice Sassoon mantiene casi la totalidad de la Biblia y solo le faltan algunas hojas. Por lo tanto, es la copia más antigua y completa de la Biblia hebrea existente.
El códice, antes de su subasta en Nueva York, será expuesto en Dallas, Londres, Los Ángeles y el Museo ANU del Pueblo Judío en Tel Aviv. Según Richard Austin, este libro sagrado ocupa un “lugar venerado y legendario en el panteón de los manuscritos históricos más singulares de la historia humana”. Pero adquirir esta joya de la humanidad requiere disponer de, al menos, 30 millones de dólares en efectivo, que los expertos de Sotheby’s creen que crecerán hasta los 50.