Roedelius: casi un siglo de revolución musical a la sombra

El pionero de la música electrónica y el ‘krautrock’ cumple 88 años liderando el cartel del festival More Ohr Less en la ciudad austriaca de Baden

Hans-Joachim Roedelius actuando en Minehead, Inglaterra, en diciembre de 2010.Gary Wolstenholme (Redferns)

Acaba de regresar de impartir una masterclass en el Pirineo francés y ultima con el móvil las gestiones del festival More Ohr Less, el certamen de música experimental que fundó en 2004 y se celebra en Baden bei Wien, la plácida ciudad balneario a 30 kilómetros de Viena que inspiró a Beethoven para componer la Novena Sinfonía. Rodelius lanzó su último álbum en febrero, 4 Hands, que cree que es el número 120 de su carrera, entre grabaciones pr...

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Acaba de regresar de impartir una masterclass en el Pirineo francés y ultima con el móvil las gestiones del festival More Ohr Less, el certamen de música experimental que fundó en 2004 y se celebra en Baden bei Wien, la plácida ciudad balneario a 30 kilómetros de Viena que inspiró a Beethoven para componer la Novena Sinfonía. Rodelius lanzó su último álbum en febrero, 4 Hands, que cree que es el número 120 de su carrera, entre grabaciones propias y colaboraciones. Hans-Joachim Roedelius acaba de cumplir 88 años y es uno de los padres fundadores del krautrock, corriente musical y forma de rock experimental surgida a finales de los sesenta en la Alemania Occidental.

Roedelius nació en Berlín solo un año después de que Hitler saludara a las multitudes como canciller de Alemania. Su biografía es una cronología transparente del siglo XX alemán. Hijo de un dentista con una buena cartera de clientes que trabajaban en el estudio cinematográfico UFA, fue elegido para filmar como niño prodigio en las películas de propaganda de la factoría Goebbels. Algo más maduro, con diez años, cuando Berlín agonizaba al final de la Segunda Guerra Mundial, fue reclutado a la fuerza por las Juventudes Hitlerianas para repeler el asedio soviético. Desertó del servicio militar en la RDA y se escapó a la RFA, pero su madre le rogó que regresara tras recibir garantías de que no sufriría represalias, si bien la Stasi lo esperaba con las manos abiertas para conducirle directamente a prisión, acusado de ejercer como espía occidental. Cumplió una condena de dos años y dos meses de trabajos forzados en una mina de carbón (“la sentencia era de cuatro años, pero me soltaron antes por buena conducta: compuse odas poéticas a la patria socialista que debía recitar ante los demás presos”, dice) y cuando fue liberado cruzó la frontera de Berlín Occidental en 1960, meses antes de que se levantara el Muro, esta vez para no volver.

En la RFA del boom económico trabajó como fisioterapeuta, masajista, mayordomo, cartero, chófer y detective de matrimonios infieles. En 1968 comenzó a crear música experimental sin saber tocar un instrumento. En su primer concierto en el Zodiak Free Arts Lab del Berlín Occidental, sala-comuna caótica que abrió en el barrio de Kreuzberg con Conrad Schnitzler, actuó con un reloj despertador y una flauta casera. Con Schnitzler y Dieter Moebius formó la banda Kluster y el disco con el que debutaron fue el primer álbum protesta de Alemania, Klopfzeichen, un alegato sonoro con soliloquios contra la ruina moral de la próspera RFA, que conocía tan bien, y que lanzó gracias a un sello discográfico de la iglesia luterana. Su música era puro ruidismo, accionismo radical, espectáculos en galerías de arte que podían durar doce horas. “En un concierto en Fráncfort”, recuerda su mujer, Christine Martha, maestra jubilada austriaca cofundadora de More Ohr Less, “me alejé de los grandes ventanales porque pensé que iban a estallar en pedazos. Tras ver eso, yo no lo quería conocer”. “Lo definiste como un acto de terrorismo sonoro”, dice Roedelius con el teléfono en una mano y el programa del festival en la otra, manos grandes de pianista, masajista, minero.

Roedelius y Christine Martha, en la edición del festival More Ohr Less de 2020.More Ohr Less

Zodiak fue un espacio fundacional del krautrock en Berlín, donde la banda Tangerine Dream ofició sus primeros recitales, y el grupo Kluster evolucionó hacia la música instrumental y cambió su nombre por el de Cluster, ya solo con Moebius, pero la música contracultural no daba de comer. Roedelius trabajó como cocinero y masajista en una colonia nudista en Córcega. Fue el niñero del entorno de los futuros miembros de la banda terrorista Baader-Meinhof. Su biógrafo Stephen Iliffe ha comparado su vida con el Zelig de Woody Allen. Para otros es simplemente el padrino del krautrock, aunque Roedelius suspira con desgana cuando escucha cualquier etiqueta.

¿Cómo se pueden definir sus últimas obras musicales? “Esa es una buena pregunta. Tenemos que encontrar una etiqueta que la identifique antes de que regreses a casa”. ¿Krautvanguard? “Podría ser, pero suena un poco prepotente”.

En los años setenta se estableció en una comuna artística de músicos autodidactas en una granja del interior rural de Baja Sajonia, en Forst. Allí apareció Michael Rother, de NEU!, con quien Roedelius y Moebius crearon Harmonia, banda esencial del krautrock. Y también Brian Eno, que grabaría tanto con Cluster como con Harmonia (“A mí me acunaba y me daba paseos en el carrito Brian Eno”, dice Rosa Roedelius, hija del compositor, que nació allí). El músico británico les visitó para empaparse de su mapa sonoro y se lo llevó consigo a los Hansa Studios de Berlín Occidental para pulir Low (1976) con David Bowie. Roedelius se reconoce en las piezas instrumentales del álbum más experimental de la carrera de Bowie.

En alemán kraut significa repollo. Krautrock se podría traducir como “rock de repollo”, así que mejor no hacerlo. La etiqueta la acuñó con dejadez la prensa especializada británica y reducía a bandas de pioneros tan dispares como Kraftwerk, Can o Harmonia a un plato de guarnición de verdura fermentada. Hoy es una etiqueta que prestigia. Moebius explicaba que el movimiento surgió como un doble rechazo a la cultura dominante norteamericana y a la canción popular alemana, el schlager, al que vinculaban con la propaganda nazi. Solía decir que Elvis Presley era schlager. Todo lo que no fuera una expresión sonora revolucionaria era burgués. “Moebius era un punker”, bromea Roedelius sobre su gran pareja creativa, “pero seguro que tenía razón”.

Antoni Robert, del sello Nova Era, lanzó las dos primeras grabaciones de Roedelius editadas en España, Variety of Moods (1990) y Cuando… Adonde (1992). “Su música ha evolucionado a lo largo de su dilatada carrera, pero siempre ha sido de una engañosa sencillez —dice Robert—. Nunca ha caído en el virtuosismo vacío. Al principio abrazó la experimentación y la electrónica, para derivar hacia el ambient y decantarse finalmente por la melodía y el piano acústico, con incursiones en la poesía. Roedelius hace poesía y pintura sonora de una gran belleza”.

Christine Martha cuenta que años después de dejar la colonia nudista corsa, aún se encontraba con gente que le pedía masajes terapéuticos. “Ahora solo doy masajes con mi música”, respondía Roedelius. “De hecho”, continúa Martha, “la semana pasada en los Pirineos una mujer le dijo, tras escucharlo al piano, que tenía manos curativas”. Acabado el encuentro con el periodista, Roedelius había decidido la etiqueta para sus últimas piezas para piano. “Será Berührungen. Touches, en inglés. [Toca, en español]. Dicen que es una música que conmueve”.

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