‘Clara Sola’, del despertar sexual a la liberación femenina al estilo de ‘Carrie’

La joven directora Nathalie Álvarez Mesén sorprende con un giro dramático y referencial en una ópera prima singular

Wendy Chinchilla, en 'Clara Sola'.

Sorpresas que ofrece a veces el cine: una película que se desarrolla en un remoto poblado de Costa Rica, ambiente no ya rural sino selvático, que parece colocarse desde un principio en tesituras temáticas, de personajes y de entorno cercanas a La niña santa, de Lucrecia Martel, y a Nazarín, de Luis Buñuel, y que, sin embargo, acaba convergiendo con...

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Sorpresas que ofrece a veces el cine: una película que se desarrolla en un remoto poblado de Costa Rica, ambiente no ya rural sino selvático, que parece colocarse desde un principio en tesituras temáticas, de personajes y de entorno cercanas a La niña santa, de Lucrecia Martel, y a Nazarín, de Luis Buñuel, y que, sin embargo, acaba convergiendo con nada menos que Carrie, de Brian de Palma. Que ese inesperado giro dramático y referencial ocurra además en una ópera prima ofrece suficientes pistas sobre la singularidad de su directora, la novel Nathalie Álvarez Mesén. Clara Sola, la historia del despertar sexual de una mujer con presuntos poderes sanadores.

“No quiero operarla. Dios me la mandó así, y así quiero dejarla”. La frase, terrible y sombría, vocalizada por una madre en referencia a los graves problemas en la columna vertebral de su hija, pertenece a Clara Sola, pero bien la podría haber dicho la ultracatólica y demente progenitora que interpretaba Piper Laurie en la terrorífica obra de De Palma. Carrie White era una adolescente a la que ni siquiera le habían hablado de la regla cuando le llega durante una clase de gimnasia; tenía poderes paranormales relacionados con la telequinesis, y acababa sufriendo los desbarajustes del matonismo colegial en el momento en que empezaba a ser consciente de lo que eran su cuerpo, su sexo y sus emociones sentimentales.

Clara, a la que su madre utiliza como santona con energía curativa, tiene, sin embargo, 40 años. Ahora bien, su mente y su conocimiento no van mucho más allá que los de una cría pequeña, quizá por algún trastorno del espectro autista en un entorno paupérrimo, o simplemente por la represión a la que ha sido sometida por su arpía madre, conformando así una extrema timidez y una alarmante ignorancia. Su despertar sexual, unido a un extraño misticismo, provoca también en ella una especie de liberación femenina, feliz y abrupta, en un contexto no apto para la autonomía.

Con delicadeza, Álvarez Mesén, que presentó su trabajo en la Quincena de Realizadores de Cannes 2021, rodea a su niña grande y santa de elementos que aúnan lo mágico, lo espiritual y lo profundamente terrenal. Un triángulo que en su esquina más cotidiana evoluciona en otras dos vertientes muy distintas: la primera, asentada en lo atávico (el agua, la tierra y el fuego como ingredientes definitorios), y la segunda, en lo puramente popular (las telenovelas y “sus cochinadas”, los vestidos de fiesta). Y si Carrie culminaba su clímax en una fiesta de fin de curso del instituto, Clara Sola lo hace con un paralelismo latino: una celebración de quinceañera que, como no podía ser de otro modo, culmina con una venganza que quizá tenga menos que ver con el realismo mágico de la zona que con la cinefilia militante de su directora.

Clara Sola

Dirección: Nathalie Álvarez Mesén.

Intérpretes: Wendy Chinchilla, Daniel Castañeda, Ana Julia Porras, Flor Vargas.

Género: drama. Costa Rica, 2021.

Duración: 106 minutos.

Estreno: 20 de mayo.

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