Literatura de evasión: qué leen los presos en las cárceles españolas
Follet, Vázquez Figueroa y Pérez-Reverte fueron los autores más leídos por los reclusos en 2021. Las bibliotecas de los 68 centros penitenciarios acogen cerca de 900.000 volúmenes
Samir ha pasado los siete últimos años de los 27 que tiene en prisión. Cuando estaba en libertad apenas leía. “Prefería salir de fiesta a sentarme con un libro”, admite desde el centro penitenciario de Albocàsser, en Castellón, donde cumple condena. Ahora, sin embargo, no solo es un ávido lector ―”entre 25 y 30 libros al año, aunque ahora son menos porque dedico parte del tiempo a estudiar para graduarme en Psicología”―, sino que también se encarga de la biblioteca de esta cárcel. Clasifica los 9.476 ejemplares con los que cuenta y, una vez al mes, eleva a la dirección del penal una lista de p...
Samir ha pasado los siete últimos años de los 27 que tiene en prisión. Cuando estaba en libertad apenas leía. “Prefería salir de fiesta a sentarme con un libro”, admite desde el centro penitenciario de Albocàsser, en Castellón, donde cumple condena. Ahora, sin embargo, no solo es un ávido lector ―”entre 25 y 30 libros al año, aunque ahora son menos porque dedico parte del tiempo a estudiar para graduarme en Psicología”―, sino que también se encarga de la biblioteca de esta cárcel. Clasifica los 9.476 ejemplares con los que cuenta y, una vez al mes, eleva a la dirección del penal una lista de posibles adquisiciones. “La elaboro leyendo Babelia [el suplemento semanal de Cultura de EL PAÍS], o de lo que escucho en la televisión y la radio”, añade. Acaban de llegarle las dos novelas de Manuel Jabois y ha pedido La Bestia, el libro de Carmen Mola que ganó el Premio Planeta. Para Samir, la lectura de libros se ha convertido en “una evasión” que le permite olvidarse de los más de veinte años de condena que le quedan por cumplir por un delito “muy grave”. En la actualidad, esa literaria vía de escape es Lluvia fina, de Luis Landero.
Los 46.400 reclusos que hay actualmente en las 68 cárceles dependientes de Instituciones Penitenciarias (todas menos las de Cataluña y el País Vasco, que son gestionadas por sus gobiernos autónomos) cuentan con una biblioteca central en cada una, además de un pequeño espacio con libros en cada módulo donde están las celdas. En total, atesoran 871.202 ejemplares, según el recuento realizado el 31 de diciembre del año pasado. Un número que se reparte de manera dispar en función de la población reclusa de cada centro. La prisión de Picassent, en Valencia, la mayor de España con algo más de 2.000 internos, cuenta con 36.000 ejemplares. La de Albacete, una de las más pequeñas, con cerca de 250 presos, tiene 4.700 volúmenes. El 60% de los títulos corresponde a narrativa y poesía. El resto se reparte entre el cómic, volúmenes de divulgación, manuales de estudios universitarios y libros de Derecho. “El Manual de Legislación Penitenciaria es el más leído. Todos los presos quieren saber cómo solicitar un permiso”, señala José Antonio Pérez Yuste, jefe del Área de Formación de Instituciones Penitenciarias, y responsable último de las bibliotecas penitenciarias, para explicar la querencia por estos últimos.
Libros jurídicos aparte, Pérez Yuste asegura que la lista de los autores más leídos en las cárceles no difiere mucho de la que se podría elaborar con los préstamos de cualquier biblioteca de España. Ken Follet, Alberto Vázquez Figueroa, Arturo Pérez-Reverte, Stephen King y Dan Brown encabezaron, por este orden, la lista de 2021. Le siguieron Paulo Coelho, Javier Castillo, Santiago Posteguillo, Juan Gómez Jurado, Carlos Ruiz Zafón, Elisabet Benavent y Javier Cercas. “La narrativa manda, aunque también se lee mucha poesía y cómic. Los de Asterix, por ejemplo, son muy demandados, incluso más que los de Mortadelo”, detalla el alto cargo de Instituciones Penitenciarias. No obstante, las estadísticas revelan una disparidad de gustos de una cárcel a otra. La obra de Antonio Machado aparece entre las más leídas en la de Fontcalent (Alicante). En la de Teruel, Nada, de Carmen Laforet. Y en la de Albolote (Granada), los libros de Pablo Neruda. Una encuesta de Instituciones Penitenciarias elaborada en 2014, la única que se ha hecho sobre esta cuestión, reveló que más de la mitad de los presos leían más dentro de la cárcel que cuando estaban fuera. El 49% de ellos lo hacía por entretenimiento y un 22%, para mejorar su nivel cultural. “Leer les permite ser más tolerantes, más abiertos al mundo”, señala Pérez Yuste para recalcar el importante papel que juegan los libros en la reinserción de los reclusos.
El funcionamiento de una biblioteca penitenciaria es idéntico al de cualquier otra. Los presos deben darse de alta para poder pedir ejemplares y cumplir con los plazos de devolución. Si lo hacen tarde o entregan el libro en mal estado, son sancionados sin poder sacar libros durante un tiempo. El año pasado siguieron este protocolo una media mensual de 6.931 presos. David, de 38 años, es uno de los tres presos encargados de la biblioteca de la prisión de Estremera, en Madrid. Sobre la mesa donde tiene el ordenador en el que va actualizando la lista de los libros reposan varios que acaban de llegar de la donación de un particular. Hay varios de Julio Verne y un ejemplar de Verdades alteradas, de Boris Izaguirre. Cuando sean clasificados y etiquetados, se incorporarán a los más de 15.000 ejemplares (también hay películas en vídeo y discos de música) dispuestos por temáticas en sencillas estanterías metálicas y de madera. Hay bastantes en otros idiomas ―chino, inglés, francés, rumano, danés, georgiano...―, enviados en su mayoría por las embajadas en España de los países de origen de los presos extranjeros.
La motivación que lleva a los reclusos a pedir libros en esta cárcel es variada. “Los hay que se llevan cuentos infantiles cuando van a tener visitas de sus hijos pequeños para leérselos. Otros eligen ilustrados para utilizar sus fotografías como modelo de sus dibujos. Pero la mayoría se decanta por la novela, sobre todo la policiaca, aunque cuando se acerca el día de San Valentín aumentan los que los piden de poesía”, añade David, que ese día, el 29 de abril, ha recibido cinco peticiones ―”lo habitual suelen ser unas 20 o 30″―. Dos de ellas vienen de módulo de aislamiento, donde están los presos clasificados en primer grado, el más duro, por su inadaptación al sistema penitenciario. Ambos han pedido libros de manga, el cómic japonés.
Vanessa Caamaño es filóloga de lengua inglesa y funcionaria de prisiones. En la cárcel de Estremera se encarga de un programa de iniciación a la lectura en el que participan 26 hombres y seis mujeres que intentan dejar atrás sus problemas de drogadicción. “La mayoría viene de entornos sociales sin interés por la lectura ni la educación, que han abandonado los estudios muy temprano”, señala esta trabajadora penitenciaria. Para incentivarlos, Vanessa les lee fragmentos de obras como El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, o El Camino, de Miguel Delibes, y les plantea preguntas sobre lo que han escuchado para abrir después un debate. Hasta ahora, solo tres de ellos se han convertido en lectores habituales. Uno es una mujer que ronda los 50 años y que aprendió a leer hace tan solo cinco. “Estos casos son muy gratificantes”, admite. Durante el año pasado, Instituciones Penitenciarias celebró 441 actividades de animación a la lectura en los que participaron una media de 1.183 presos al mes, y se impartieron 110 conferencias por parte de escritores dentro de las cárceles.
Mario es de origen cubano, tiene 49 años y aún le restan casi seis por cumplir de la condena de 10 años que le impuso un tribunal. Músico de profesión, asegura que es “nuevo” en esto de la lectura. “Solo llevo cuatro meses leyendo asiduamente. Empecé porque otros compañeros me animaron a ello”, dice. Él se decanta por los libros de autoayuda, los históricos o los de literatura fantástica. “Me sirven para dejar de pensar que estoy en la cárcel”, añade y recuerda que la primera vez que cogió un libro en prisión se sorprendió a ver cómo se le pasaron varias horas casi sin darse cuenta. Ahora él incita a otros compañeros a seguir su ejemplo. Lo último que ha leído es El Millonario instantáneo, de Mark Fisher. Va a comenzar Los pilares de la tierra, de Follet. “Me lo han recomendado. En la cárcel el boca a boca es lo que más funciona”, añade.
De 'Cienfuegos' a 'La catedral del mar'
Estos son los 10 títulos más leídos en las cárceles españolas durante el año pasado, según las estadísticas de Instituciones Penitenciarias.
-Cienfuegos, de Alberto Vázquez-Figueroa
-Los pilares de la tierra, de Ken Follet
-Una columna de fuego, de Ken Follet
-Reina roja, de Juan Gómez Jurado
-El día que se perdió la locura, de Javier Castillo
-La reina del sur, de Arturo Pérez-Reverte
-Soldados de Salamina, de Javier Cercas
-El día que se perdió el amor, de Javier Castillo
-El médico, de Noah Gordon
-La catedral del mar, de Ildefonso Falcones