‘La cima’, una escalada a ninguna parte

La cima pretende acercarse a la pasión por la montaña y el alpinismo desde dos personajes atrapados de diferente manera por esa fascinación. El principal problema de la película de Ibon Cormenzana es que el hechizo de la escalada, con su belleza, su soledad y los desafíos de la ruta, no alcanzan al espectador porque ni el guion ni la dirección logran transmitir la fuerza ni la determinación que arrastra a sus dos personajes.

La quinta película de Cormenzana se centra en un hombre...

La cima pretende acercarse a la pasión por la montaña y el alpinismo desde dos personajes atrapados de diferente manera por esa fascinación. El principal problema de la película de Ibon Cormenzana es que el hechizo de la escalada, con su belleza, su soledad y los desafíos de la ruta, no alcanzan al espectador porque ni el guion ni la dirección logran transmitir la fuerza ni la determinación que arrastra a sus dos personajes.

La quinta película de Cormenzana se centra en un hombre y una mujer que se conocen en el acceso al famoso macizo del Annapurna, en la cordillera del Himalaya. Él (Javier Rey) se enfrenta a un reto que va más allá de lo deportivo, mientras que ella (Patricia López Arnaiz) es una escaladora famosa y experimentada alejada de todo por una depresión. Oculta en un refugio remoto, su vida solitaria se cruza con la de un hombre obstinado al que se ve empujada a ayudar.

Según ha explicado la propia López Arnaiz —Goya en 2021 a la mejor actriz por Ane y que hace unos meses volvió a demostrar su enorme talento en La hija—, su personaje en La cima está inspirado en la guipuzcoana Edurne Pasaban, primera mujer en conquistar los 14 ochomiles ―montañas de más de 8.000 metros de altura. Es decir, en una mujer empujada por una motivación y determinación al alcance de muy pocos. Un personaje torturado por una paradoja: alcanzar la cima le ha hecho tocar fondo.

Es una pena que una buena idea, y La cima lo es, acabe en tan poco, lastrada por un guion plagado de diálogos planos y lugares comunes que empequeñecen lo que cuenta. Puede que Rey y Arnaiz hablen como lo hacen los montañeros, pero La cima no se ajusta a lo que se espera de una película naturalista ni a lo contrario: su puesta en escena resulta arbitraria y tosca.

Cormenzana aborda demasiados asuntos trascendentes, que acaban resultando intrascendentes, y un drama que debería llevarnos a kilómetros de altura, desafiando los límites de la supervivencia, acaba resultando tan insignificante como si ocurriese en lo alto de una colina. Para colmo, en su tramo final, la película se acerca hasta lo impúdico a sus personajes, pero sin lograr traspasar su piel, dejando al espectador frente a un agónico final que incomoda por gélido y desconcertante.