‘Tres pisos’: el humanismo de Moretti en una escalera
El italiano crea un melodrama sentimental a partir de un suceso trágico que marca las existencias de unos vecinos de edificio en Roma
La vida en comunidad es la del favor y el error, la de la culpa y la posibilidad del perdón. También la del amor y el dolor. Y todo ello se podría radiografiar en apenas un edificio. Como ya nos dijo el dramaturgo Antonio Buero Vallejo en la realista Historia de una escalera, el antagonismo social, la moral y la doble moral, el ardor, el recelo, la traición, la pena, la sospecha y, en fin, los tropiezos y los gozos de la vida acaban afectando a las cuatro esquinas de un hogar que no es solo el nuestro. Porque justo al lado, o enfrente, o arriba o abajo, viven también otros seres humanos...
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La vida en comunidad es la del favor y el error, la de la culpa y la posibilidad del perdón. También la del amor y el dolor. Y todo ello se podría radiografiar en apenas un edificio. Como ya nos dijo el dramaturgo Antonio Buero Vallejo en la realista Historia de una escalera, el antagonismo social, la moral y la doble moral, el ardor, el recelo, la traición, la pena, la sospecha y, en fin, los tropiezos y los gozos de la vida acaban afectando a las cuatro esquinas de un hogar que no es solo el nuestro. Porque justo al lado, o enfrente, o arriba o abajo, viven también otros seres humanos a los que atañen nuestras decisiones, nuestras miradas, nuestros delirios, nuestras (des)confianzas.
Tres pisos, basada en una novela del israelí Eshkol Nevo, es la nueva y humanista película de Nanni Moretti. Nevo había ambientado su libro en un edificio de Tel-Aviv. Moretti lo hace en un vecindario de Roma a lo largo de algo más de diez años. No importa, el tema no puede ser más universal, como demuestran los paralelismos con Buero Vallejo más de medio siglo después. Moretti y sus coguionistas despojan los niveles más filosóficos de la novela para quedarse solo en las conductas. Intentar hacerla menos teórica y más emocionante. Lo consigue con creces. La película es irresistible, poderosa en sus conflictos y preciosa en su fondo.
Con esa puesta en escena habitual en Moretti, que de puro sencilla puede parecer tosca en algún momento, aunque no lo sea en absoluto, Tres pisos se despliega en clave de melodrama sentimental a partir de un suceso trágico: el atropello de una mujer en un paso de cebra adyacente al edificio por parte del hijo díscolo de una de las tres familias protagonistas. A partir de ahí, pese al poso de la convivencia durante años, surgen los recelos sucesivos, concatenados. Son los errores de la vida, que se pagan, casi más que porque haya habido una gran culpa, porque se enquistan en la mente y los cuerpos hasta la imposibilidad de vivir. Y cuando uno empieza a equivocarse, es difícil parar.
De una sobriedad genuina y estabilizadora, porque parte de conflictos que pueden derivar incluso en el culebrón, la película entronca claramente con La habitación del hijo (2001), ganadora de la Palma de Oro en Cannes, y con otro título magnífico no dirigido por Moretti, pero sí escrito y protagonizado por él: Caos calmo (2008), basado en una novela de Sandro Veronesi. La naturaleza de sus disputas y compromisos son los del vacío personal que acaba expulsándose contra los congéneres, y ahí la película de Moretti se hace grande colocando al espectador en tesituras nada lejanas a su propia cotidianidad, plantándolo ante el espejo de sus propias contradicciones.
Tres pisos
Dirección: Nanni Moretti.
Intérpretes: Ricardo Scamarccio, Alba Rohrwacher, Margherita Buy, Nanni Moretti.
Género: drama. Italia, 2021.
Duración: 119 minutos.
Estreno: 10 de diciembre.